Todavía tiene margen para remontar el vuelo y emular o, cuando menos, acercarse a la formidable versión de sí mismo que ofreció en la primera mitad de la temporada. A la espera de comprobar su aportación en las siete jornadas de liga por celebrarse, resulta obvio que el rendimiento de Iñaki Williams ha experimentado un acusado descenso. Ha dejado de ser la pieza diferencial que encandiló hasta diciembre, su influencia en el juego del equipo se ha resentido de forma evidente y, salvo actuaciones esporádicas, lleva unos meses pasando inadvertido.

En el inicio de la campaña se llegó a afirmar que había alcanzado el mejor nivel de su carrera, que protagonizaba un salto cualitativo impensable, que estaba explotando sus singulares virtudes como nunca. Liberado del exceso de responsabilidad que durante años tuvo que asumir en la demarcación de ariete, Iñaki Williams se reivindicó y fue capaz de realizar una aportación sostenida partiendo de la banda derecha. Encadenó actuaciones notables sin apenas altibajos y compitió con Gorka Guruzeta por erigirse en el máximo goleador.

En las primeras 18 jornadas de liga firmó ocho goles y participó en la génesis de unos cuantos más. Resultaba imparable para las defensas. Suelto y confiado, explotó su descomunal potencia de piernas sin que ello le impidiese ser resolutivo, clarividente en la toma de decisiones y preciso en la ejecución. Incluso, se le vio especialmente implicado en tareas de contención. Le daba para todo. No se recordaba un Iñaki Williams tan lúcido y constante.

Parecía evidente que en su décimo curso en la plantilla y con 29 años cumplidos, disfrutaba de la plenitud, ese estadio que se manifiesta en algún momento, dependiendo de las circunstancias particulares de cada jugador. La apuesta de Ernesto Valverde, el entrenador que le hizo debutar en la élite como extremo, al asignarle de nuevo dicha función se reveló un gran acierto. Permitió que encajase a la perfección en un dispositivo ofensivo donde coincide con Sancet y su hermano Nico, dos valores emergentes, de enorme proyección, preparados ya para asimilar la exigencia de la categoría, siendo Guruzeta el complemento necesario para que la fórmula cuajase.

El análisis del crecimiento del Athletic en relación a la temporada anterior es unánime al apuntar a la eficacia en ataque y subrayar los nombres del cuartero citado, sin desmerecer la colaboración del resto. Pero lo de Iñaki Williams llamaba poderosamente la atención. De ahí que, según se acercaban las navidades, el hecho de que se enrolase con Ghana para disputar la Copa de África se convirtió en motivo de preocupación. El impacto de su ausencia por espacio de varias semanas, quizá un mes, constituía una incógnita, pero no era una buena noticia. El Athletic continuó por la buena senda sin su concurso: cuatro victorias y una derrota. Mientras los ecos que llegaban de África provocaban perplejidad, pues Iñaki Williams apenas intervino en los compromisos de su selección, que además cayó eliminada mucho antes de lo previsto. Ello propició que se embarcase en un viaje relámpago para tomar parte el 24 de enero en el cruce de cuartos de final de la Copa contra el Barcelona.

San Mamés celebró con alborozo su presencia en una noche mágica. Suplió a Adu Ares a la hora de juego y marcó en la prórroga uno de los cuatro goles que valieron el acceso a semifinales. Recuperó de inmediato la vitola de titular, de la que no se ha apeado. Sin embargo, de enero hasta hoy, no es el Iñaki Williams que encandilaba. La inspiración le ha abandonado, en 14 partidos ha hecho tres goles y mereció nota alta en tres o cuatro ocasiones, pero en general se ha movido en unos registros muy discretos.

Se diría que el sueño de defender el país de sus ancestros le sentó mal. Por supuesto que no cabe pretender que un futbolista esté pletórico de agosto a mayo, los vaivenes son algo normal en un período tan dilatado y en este caso hay que considerar que hasta diciembre Iñaki Williams mantuvo un flirteo con la excelencia, no se limitó a jugar bien. Es posible que la decepción que sufrió en la Copa de África, en el plano personal y colectivo, le haya pasado una factura anímica.

Lo cierto es que ni siquiera la ilusionante trayectoria del Athletic ha logrado que recupere el pulso. En este sentido, se ha de mencionar su errático comportamiento en La Cartuja. Dio la sensación de que nunca se metió en el partido, desaprovechó cada una de sus escasas intervenciones. El tono global del equipo fue decepcionante, pero Iñaki Williams fue una sombra de sí mismo. Más o menos como días después ante el Villarreal. En la esperanza de que haya tocado fondo, afronta ahora la oportunidad de revivir y marcar diferencias de nuevo, como hizo hasta diciembre.

La cifra

2.734

Son los minutos que acumula esta temporada Iñaki Williams entre LaLiga y la Copa. El rojiblanco ha disputado un total de 33 encuentros oficiales con el Athletic, 30 de ellos como titular, entre las dos competiciones.

La actualidad

Ocho apercibidos de sanción

Ante el Granada. Valverde recupera mañana a Iñigo Ruiz de Galarreta, ausente frente al Villarreal por sanción tras haber cumplido ciclo de tarjetas. Esa acumulación de amonestaciones es una de las preocupaciones del técnico para recibir al Granada, ya que tiene hasta ocho jugadores apercibidos de sanción a una tarjeta de cumplir ciclo y amenazados de cara al siguiente encuentro ante el Atlético de Madrid. Los que están en capilla son Iñaki y Nico Williams, Óscar de Marcos, Yuri Berchiche, Iñigo Lekue, Alex Berenguer, Dani García y Raúl García.

l Yeray, con el grupo. El central de Barakaldo, que sufrió una lesión muscular hace poco más de dos semanas ante el Real Madrid, trabajado con aparente normalidad junto a sus compañeros en la sesion de ayer, que comenzó con un abrazo de José Ángel Iribar a Raúl García, quien el lunes anunció que se retira al final de temporada.