Lucha contra la precariedad
El cineasta galo Robert Guédiguian presenta un drama que busca ser una llamada de atención Una familia se reúne en Marsella para celebrar el nacimiento de Gloria. Sin embargo, A pesar de que todos se alegran, viven tiempos difíciles
LA unión familiar frente a un mundo desestructurado, que cada día parece caerse más en pedazos, o el optimismo y la ilusión frente a la crudeza del día a día son algunos de los contrapuntos que ofrece Gloria Mundi, el último largometraje de Robert Guédiguian con el que busca ser una llamada de atención al espectador. “Estoy describiendo el mundo tal y como lo veo a mi alrededor. Hay tragedia, hay comedia... Hago películas para provocar reacciones. Pero no soy pesimista. Creo que las cosas pueden cambiar”, explica el director galo, siempre ligado al cine social y a quien muchos han apodado como el Ken Loach francés.
La historia, localizada en su Marsella natal -como muchos de sus anteriores proyectos- arranca con el nacimiento de un bebé, Gloria. Su llegada debería llenar de felicidad a la familia, pero tanto la madre como el padre están parados y viven tiempos complicados, mientras que a los tíos del bebé tampoco les funciona muy bien la pequeña empresa que crearon. Sus abuelos, además, tampoco pueden ofrecerles una solución. La dureza de los tiempos frustrará la alegría inicial, hasta el punto de desatar una serie de conflictos y tensiones entre los familiares, que harán relucir secretos del pasado.
El feroz capitalismo Parafraseando a Marx, Guédiguian denuncia cómo “allá donde reina el capitalismo, éste ha pisoteado las relaciones fraternales, sociales y solidarias, para que solo subsista ente los seres humanos el interés y el dinero”. Prueba de ello son los personajes de Gloria Mundi: uno trabaja como conductor de Uber, otro tiene una tienda Cash Converter, la hija del matrimonio protagonista mete horas sin parar en una tienda de ropa...
Y si bien las relaciones familiares y la precariedad laboral tiñen su último largometraje, son constantes también las miradas a las clases desfavorecidas y a la inmigración. De ahí que, reivindica, no haya podido hacer una comedia, “porque no me dan ganas de reír”, para explicar: no quiero vivir en un mundo lleno de muros, sin seguridad social, ni pensiones. La película está hecha para reaccionar a todo esto”.
Guédiguian, conocido por trabajos como La casa junto al mar (2017) o Las nieves del Kilimanjaro (2011) -donde ya abordó los enfrentamientos entre trabajadores-, ha vuelto a trabajar con su equipo y elenco habituales, como es su esposa Arianne Ascaride, una de las protagonistas de la película. “Somos un grupo dentro y fuera del rodaje y siempre estamos atentos a lo que ocurre en la sociedad”, explicó la intérprete en el estreno del largometraje en el Festival de Venecia, donde se hizo con el galardón a Mejor Actriz.
En ese sentido, Guédiguian defiende que “el cine debe emocionarnos a través del ejemplo para enseñarnos el mundo tal como podría ser, y a través de la observación para mostrarnos el mundo tal como es”. Porque si bien en Gloria Mundi es la supervivencia de una familia obrera frente a la trituradora del sistema, espera que remueva alguna que otra conciencia y desmonte el individualismo y narcisismo que parece mandar hoy día. “Solo así cambiarán las cosas”, concluye.
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