Los dantzaris que rompieron el molde
¿Tradicionales? Sí, pero poco. ¿Revolucionarios? Bastante. La innovación y la divesidad va en el ADN de Aiko Taldea
AIKO Taldea, además de un colectivo de músicos y maestros de danza que trabaja en la actualización y difusión de la música y el baile tradicionales, es casi casi una filosofía. Porque “esto es una forma de entender el canto y la danza tradicionales quitándole el ritual y llevándolo al lado lúdico, a las relaciones, a compartir”, asegura Patxi Laborda, invitando a que cada uno plantee esta disciplina cómo le de la gana. En este sentido, Sabin Bikandi evoca el nacimiento del grupo hace más de una década a raíz de que “había un divorcio entre música y danza y eso nos preocupaba y nos juntamos un grupo de profesionales para compartir espacio. Nos preocupábamos por explicitar las fuentes de las que bebíamos, pero yo creo que no hay por qué andar mirando constantemente por el retrovisor”, afirma. “También nos preocupaba la didáctica y la pedagogía. Sin embargo, yo soy de los que pienso que a los chavales no hace falta enseñarles a bailar, sino que tengan modelos y referentes en el mundo adulto”, señala.
Kata Zarate, una de las últimas incorporaciones, comparte este espíritu porque “no hay que mirar solo a lo que hicieron nuestros mayores, el baile evoluciona con las épocas y con la sociedad. Y no hay que tener miedo al cambio”, destaca introduciendo la apuesta permanente por la innovación y la diversidad de Aiko. Y es que no cabe esperar menos de una agrupación que hasta ha introducido la fibra de carbono en un clásico como los tamboriles.
“Cuando surgió Aiko había una crisis en cuanto a la función de la danza, la gente se hacía demasiadas preguntas sobre qué bailábamos, si era euskaldun o no. Si esto está bien bailado o no, cuando al fin y al cabo, las cosas están bien bailadas cuando lo haces bien. ¿Y qué es bailar bien? Pues que la música acompañe a los pasos y eso no tiene edad”, aclara Laborda. Opinión nuevamente compartida por Bikandi. “Para nuestros mayores la función de la danza era pasárselo bien, era el cortejo, era, con todos los perdones, la de arrimar la cebolleta. Luego ha venido la danza tradicional entendida como la danza más o menos ritual. En los grupos folklóricos empieza a ponerse fuera de ese contexto, eliminando esos orígenes y poniéndola sobre el escenario”.
“Bailo lo que me toca, me lo paso bien y lo bailo vasco porque soy de aquí. Nuestro es lo que hacemos nuestro”, resume Laborda. “Y no es por pedigrí ni por ser talibanes de lo antiguo”, aclara Bikandi que es partidario de “no crear una danza batua, es decir de bailar todos igual, como si la diversidad fuera mala.” Por eso Kata, al igual que Josu, que “ya era de Aiko antes de entrar en Aiko”, baila de su forma y lleva la danza a su lenguaje. “La mezcla aporta y te enriquece como persona. El canto une mucho”, declara, añadiendo que “cada tribu tiene su repertorio”. Además ella reivindica que cada vez a más jóvenes “nos gusta el baile, la tradición y la cultura y eso también se traslada a las redes sociales”.
Con este leitmotiv acaban de poner en marcha K@ntari para comunicar todo tipo de experiencias en torno al canto tradicional y popular. Un punto de encuentro entre los especialistas y los aficionados en una época en la que la danza y el canto son ya partes ineludibles de la vida cotidiana.
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