EMBARAZO Y SALUD ORAL
Durante esta etapa, las alteraciones más frecuentes que sufre una mujer en su cavidad oral tienen que ver con el conjunto de tejidos que rodean al diente
DESDE el primer momento del embarazo, con la unión del óvulo y espermatozoide, se comienzan a producir una serie de cambios en el cuerpo de la mujer, que tienen como objeto la obtención de un nuevo ser perfectamente sano al de aproximadamente cuarenta semanas.
Las modificaciones que se producen durante esta etapa pueden tener repercusión en el funcionamiento normal del organismo de la madre incluida la cavidad oral, pudiendo verse afectada en mayor o menor medida.
Las alteraciones más frecuentes se producen a nivel del periodonto, es decir, el conjunto de tejidos que rodean y soportan el diente, y especialmente en la encía. De este modo la gingivitis del embarazo, constituye un cuadro clínico, descrito ya en la literatura científica desde finales del siglo XIX, que cursa con inflamación de la encía variable (de leve a intensa), frecuentemente con sangrado espontáneo y en ocasiones con dolor.
Estudios epidemiológicos efectuados revelan que pueden afectar hasta el 50% de las mujeres. Generalmente comienza a manifestarse a partir del segundo mes de gestación y se aumenta hasta el octavo mes, relacionándose con el incremento de hormonas esteroideas que se producen durante esta etapa. Tras el parto la tendencia es a normalizar la situación. Es una gingivitis (inflamación de la encía), relacionada con la placa bacteriana y modificada hormonalmente, lo que quiere decir que para producirse es preciso la existencia de la placa bacteriana, por lo que un control de la higiene óptimo constituye la principal herramienta de lucha contra este proceso.
También se describe la aparición, aunque con mucha menos frecuencia (5% de las embarazadas) del épulis o granuloma del embarazo. Se trata de una tumoración benigna de la encía, de color rojo intenso, frecuentemente dolorosa y no suele superar los 2 cm de diámetro y se atribuye a una respuesta exagerada a irritantes como la placa y cálculo dental.
En ocasiones molesta porque interfiere en la masticación y es necesaria su eliminación quirúrgica. Por otra parte, la dentición puede verse implicada también durante este periodo. Partiendo del dicho popular de “cada embarazo cuesta un diente”, podría observarse un aumento en el número de caries.
Descartadas hipótesis previas sobre la movilización del calcio de los dientes de la madre, el incremento en las caries, de producirse, se podría atribuir al aumento en el consumo de dulces, al abandono higiénico y probablemente al factor más importante que sería el cambio de flora microorgánica en la boca por la bajada del pH de la saliva provocado por las náuseas y vómitos en la gestante. Sin ánimo de ser alarmistas, en los últimos años se han realizado diferentes investigaciones que podrían relacionar el mal estado de la salud oral con problemas durante el embarazo tanto para la madre como para el bebé en formación, como la preeclamsia, parto prematuro o bajo peso en el nacimiento. Siempre desde la cautela un buen cuidado oral podría ser una herramienta excelente ante estos problemas.
Desde el punto de vista del manejo odontológico, el mejor momento para realizar tratamientos habituales es el segundo trimestre, intentando separarnos de las primeras fases del primer trimestre donde la sensibilidad del bebe en formación es mayor y de las últimas del tercer trimestre donde el volumen materno limita su comodidad durante su manejo. No obstante los tratamientos con carácter urgente pueden efectuarse en cualquier momento del embarazo sin ningún tipo de perjuicio, que si lo representaría para el feto el mantenimiento del dolor o procesos infecciosos durante el embarazo por no haber sido tratada la madre. Por último, recalcar que es crucial la prevención con revisiones periódicas y las instauración de medidas de cuidado, siendo un momento muy oportuno para tal fin donde las madres están muy receptivas a las mismas, ya que están dispuestas a cualquier sacrificio, incluso dejar el hábito tabáquico, por un premio que van a recibir para toda la vida en forma de hijo.