Juanjo Olaizola: el señor de los trenes
Aprovechando una incursión en Bilbao del mayor experto de Euskadi en ferrocarriles, DEIA viaja con Olaizola en tren para hablar de su mayor pasión y desgranar batallitas
JUANJO Olaizola nos espera puntual a las 4.00 de la tarde en la estación de Atxuri en un recorrido atípico para este conductor de una locomotora de vapor que se declara un usuario apasionado y ferviente del tren. A pesar de ser guipuzcoano, conoce la línea de Euskotren que discurre por Bizkaia al dedillo, recita las estaciones de memoria y hace un apunte histórico en cada curva del trazado de “una red ferroviaria muy antigua pero muy importante”. “Para el corto recorrido, este tren es genial, muy moderno, y por ejemplo para ir de Bilbao a Durango, Euskotren da un servicio estupendo y sobre todo ahora que entra por la línea 3 del metro”, asegura el director del Museo Vasco del Ferrocarril y una autoridad reconocida en este transporte. “Sin embargo, es verdad que esta línea en la que viajamos ahora hasta Bermeo da mucho rodeo, tardamos más que en coche y cuesta competir. En el caso de Gernika, el tren sigue yendo por el camino de 1887”, dice a modo de leyenda viva.
No recela del suburbano. “Queremos que el metro llegue a todas partes, pero a fin de cuentas no deja de ser un tren. Los trenes que vienen de Durango se meten ya por el túnel del metro y van hasta Matiko”. “Este año se celebra el 125º aniversario del tren de Plentzia. Es una infraestructura que se ha optimizado. Te montas en Plentzia en un tren que luego se mete en un subterráneo”, ejemplifica.
En dirección a Galdakao e interpelado por la línea 5, lo tiene clarísimo. “Galdakao lo que quiere es que el tren llegue al centro y claro la estación de Zuatzu se construyó porque en 1882 era una aldea muy pequeñita pero tenía una cosa importante, la fábrica de explosivos. Ahí estaba el negocio. Hubo una época en la que la dinamita se llevaba hasta Forua -que tenía unas tarifas mucho más baratas que el puerto de Bilbao- y allí se embarcaba en la ría del Urdaibai para llevarla por ejemplo a las minas de Asturias”. “Zuatzu no es un buen servicio evidentemente para el centro del pueblo pero, si en lugar de que el tren se meta, como hasta ahora, al túnel que une con Usansolo, va por un subterráneo hasta Juan Bautista Uriarte y luego lo llevo al hospital, y vuelvo a empalmar con Usansolo, seguirá siendo una solución cara pero mucho más barata que la línea 5 que, además, en mi opinión tenía un defecto. Estaba planteada para ir desde Bilbao al hospital pero no podían cogerla pacientes de Amorebieta, Lemoa, Bedia o Durango”.
Empeñado en equiparar metro y tren, a la vuelta hacemos parada en Kukullaga para regresar a Bilbao. “Al final, la línea de Durango es la línea 3 de metro. ¿Y acaba en Kukullaga o en Amara? Yo soy de los que dicen que acaba en Donostia. Exagerando un poco y haciendo el chiste fácil yo creo que la última estación de Metro Bilbao es Amara. Así que los bilbainos han hecho la línea más larga de metro”, bromea este hombre, acostumbrado a mancharse de carbón en sus habituales viajes en tren de vapor hacia Lasao. “De hecho, este convoy de Euskotren en el que vamos ahora podría circular perfectamente por la línea 1 o la línea 2. Es el mismo ancho de vía y la misma corriente en la catenaria”, especifica Olaizola.
Reconoce que hasta que no se construya la alta velocidad, Euskadi no puede usar la alternativa del ferrocarril como transporte de largo recorrido. “No es cómodo. No se puede correr por la línea que tenemos que es de finales del siglo XIX. Entonces era una maravilla, la alternativa de la carretera que, como su propio nombre indica, era para carretas. Hoy se ha quedado pequeña y anticuada”. Por eso confía en ver la Y para 2023. “Como vivo en Azpeitia cuando tengo una reunión en Madrid o Barcelona voy en coche hasta Iruñea y allí cojo el Alvia y viajo como un señor”. “Se hace el viaje cómodamente, trabajando o echando una cabezada, disfrutando de la película o del paisaje que también merece la pena y llegas descansado. Porque yo soy muy amigo de mirar por la ventanilla”, admite paladeando el viaje.