'The square': cuestionar la vida occidental
Llega a los cines el filme del sueco Ruben Östlund, ganador de la Palma de Oro en el último festival de Cannes
HACE unos meses, el festival de Cannes premiaba la ironía y crítica social de The Square, el último largometraje de Ruben Östluno, que terminó conquistando la Palma de Oro del evento francés. Ahora, con su estreno oficial en cines, mostrará los credenciales que le respaldaron para llevarse tal premio.
Acerca del origen del proyecto, Ruben Östluno señala que “la idea detrás de The Square surgió tras una exhibición de arte de 2015, donde se exploraba la idea de instalar santuarios humanitarios en el centro de cada ciudad de Suecia. En ese santuario -un cuadrado físico situado en una plaza- la igualdad de derechos y obligaciones debe prevalecer”.
La exhibición fue un éxito, extendiéndose hacia otras ciudades o países como Noruega, y mejorando la actitud de las personas hacia extraños. Pero... ¿hasta dónde llega la libertad de expresión o la propia libertad artística? ¿Qué podría implicar sobre pasar esos límites, si los tiene? ¿Y si para anunciar y promocionar tu exhibición artística caes en actos o campañas que pueden resultar contrarios a la moral social?
Tras replantearse estas cuestiones, Ruben Östluno escribió la historia de The Square, protagonizada por Christian, el mánager de un museo de arte contemporáneo que se encarga de una exhibición en la que hay una instalación que fomenta valores humanos y altruistas. Cuando contrata a una agencia de relaciones públicas para difundir el evento, la publicidad produce malestar en el público.
El cineasta se adentra en el mundo del arte como sátira de la sociedad occidental, con momentos y elementos surrealistas que hacen de esta película algo “diferente”, como reconoce la actriz Elisabeth Moss, una de las protagonistas. Ese era además el objetivo de la intérprete, que aceptó participar en el filme porque era “un desafío increíble” e iba a hacer algo fuera de lo que hace normalmente.
Junto a ella, otros dos rostros televisivos, el británico Dominic West (The Wire) y el sueco Claes Bang (The Bridge), en un filme que ni el director ni sus actores quisieron calificar de político, aunque reconocieron que trata “de la hipocresía de la forma de vida occidental”.
También hay críticas hacia el mundo del arte en el que se mueve el protagonista y en el que hay personajes como Julian, el artista al que interpreta West; Anne -Moss-, una periodista que no entiende las descripciones de las obras artísticas más modernas y que tiene un chimpancé como mascota; u Oleg -Tierry Notari-, que hace performances simulando ser un simio.
“Si yo me encontrara con esos artistas tendría miedo”, asegura West. Son artistas “que se creen invencibles gracias a su saber y que no puedes poner en cuestión porque hablan de un arte que no tiene explicación definitiva”, explicó.
“La película habla del estilo de vida occidental. Estamos casi ciegos frente a los otros. Nos creemos virtuosos, pagamos nuestros impuestos, nos ocupamos de los otros, pero hay cosas ante las que cerramos los ojos”, señala Clases Bang, para quien el filme muestra ante todo, “la hipocresía de nuestra forma de vida occidental”.
Todo ello mediante la metáfora que supone el cuadrado del que habla el título y que es una obra de arte que encierra el todo y la nada. “Los valores de ese cuadrado existen desde siempre, desde el comienzo de la civilización”, concluyó Östlund.
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