'Bar Bahar. Entre dos mundos', la lucha de jóvenes palestinas
La película narra cómo Tres jóvenes mujeres palestinas intentan llevar una vida en libertad en la ciudad de tel aviv, alejadas de sus pueblos de origen
LA ópera prima de la joven realizadora Maysaloun Hamoud fue la película más aclamada y premiada del pasado Festival de Cine de San Sebastián, galardonada también en el Festival de Toronto, plasma la dualidad a la que las tres jóvenes mujeres palestinas se ven sometidas en su vida diaria, atrapadas entre la tradición y la vida en la gran ciudad, así como el precio que deben pagar por un estilo de vida que la mayoría de nosotros y nosotras considera normal: la libertad de trabajar, de divertirse y de elegir.
Fraguada durante cinco años a partir del callejón sin salida en el que se encontró Hamoud mientras estudiaba cine en la Universidad de Tel Aviv, la película contrasta el nacimiento hace pocos años del nuevo movimiento underground palestino y de la Primavera Árabe, con la promesa de cambio político y de revolución cultural que todo ello conllevaba, y la realidad actual de la sociedad árabe, atrapada entre la roca inamovible del conservadurismo y el sexismo y la muralla del racismo.
A pesar de ello, el filme es un llamamiento sensible, elegante y firme a no rendirse y a seguir alentando la educación, el feminismo, el respeto y la libertad como los pilares de una nueva era que está por llegar a esta zona del planeta.
La elección de los personajes protagonistas es clave a la hora de reflejar la crisis de identidad multigeneracional que atraviesa la sociedad palestina en general y más concretamente la comunidad de ciudadanos palestinos en Israel. Leila es una abogada criminalista procedente de una familia musulmana burguesa y seglar a la que le encanta la noche, Nour es una joven musulmana creyente que procede de una aldea al sur de Galilea y Salma es una música y DJ lesbiana nacida en el seno de una familia cristiana “liberal” de una zona rural.
Las tres viven juntas en un piso de la ciudad de Tel Aviv y buscan el amor, pero como jóvenes palestinas pronto se darán cuenta de que una relación escogida por ellas no es algo fácilmente alcanzable. Tendrán que elegir su lugar en el mundo, sea en la ciudad o en sus pueblos.
También la música juega un papel importante en la película y forma parte del montaje. Como señala la realizadora árabe, “la banda sonora de la película es la banda sonora de nuestras vidas. En la mayoría de escenas, la música surge de los espacios habitados por los personajes: las discotecas, la casa, el coche. Es la música con la que vivimos, comemos y bebemos, aunque todavía hoy no puedo nombrar al autor de la mayoría de las canciones porque podría meterse en problemas”.
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