Los valles, los ríos y las ciudades de Marruecos se transforman gracias a la magia del cine en montañas del Afganistán de los talibanes, en el Nilo del antiguo Egipto o en las desoladas playas de Mogadiscio donde los marines americanos tratan de salvar los restos de un helicóptero Black Hawk.

La inestabilidad que sacude todo el mundo árabe y gran parte del musulmán ha terminado beneficiando a Marruecos como plató de rodaje, según reconoce en una entrevista con Efe Sarim Fassi Fihri, director del Centro Cinematográfico Marroquí, encargado de entregar los permisos de filmación a los equipos extranjeros. “Somos el único país que ha escapado a esa psicosis sobre el mundo árabe, y esta estabilidad, además de las condiciones técnicas que ofrecemos nos han convertido casi en la última posibilidad” de rodar en un escenario “oriental”, dice. No es casual que en los últimos años algunas famosas series como Homeland trasladaran sus platós de rodaje desde Jordania e Israel hasta Marruecos, como sucedió en la tercera temporada de la serie, en la que las escenas de Teherán se rodaron en realidad entre Rabat y Casablanca. El resultado debió ser positivo porque ya se rueda en las calles marroquíes la sexta parte de la serie. Las polvorientas calles donde transcurre American Sniper, de Clint Eastwood, eran supuestamente las de Faluya, en Irak, pero lo cierto es que fueron rodadas en Salé, a las afueras de Rabat, y los jeeps militares, el armamento y hasta los figurantes eran marroquíes.

‘Juego de tronos’ En la serie Juego de tronos, la ciudad roja de Astapor es en la vida real la de Esauira (donde ya Orson Welles rodó Otelo en 1951), mientras que la fortaleza donde Daenerys parte al exilio es Ait Benhadú, la alcazaba de adobe más famosa de todo el Atlas.

La larga historia del cine en Marruecos -casi centenaria, pues la primera película fue rodada en 1919- hace que el país disponga de todo tipo de servicios técnicos necesarios a la industria del cine, desde grúas hasta iluminación y sonido, pasando por maquilladores, sin olvidar decorados de cartón piedra usados en películas bíblicas o peplums romanos. Una producción extranjera -señala Fassi Fihri- da trabajo como mínimo a 200 técnicos marroquíes especializados en cine, pero si hay una labor de decorados que incluye a electricistas, carpinteros o pintores, puede llegar hasta las 1.000 personas.

Paisajes vírgenes, arquitectura tradicional (muy agradecida en películas históricas) y servicios técnicos parecen explicar la atracción de Marruecos, pero hay más: por ejemplo, la exoneración del IVA para las compañías de rodaje en origen (y no a posteriori) o la ausencia de cargas sociales para los trabajadores del cine, pues en su mayor parte son trabajadores autónomos, destaca Fassi Fihri.

Otra ventaja añadida -detalla- es el hecho de que el ejército marroquí, por orden del anterior rey Hasán II, presta al mundo del cine todo tipo de vehículos, armamento y hasta instalaciones militares, y que casi todas las instituciones son sensibles al beneficio económico o de imagen que deja el cine. Así, la sociedad Autopistas de Marruecos ha llegado a cerrar varios días tramos enteros de una autopista para permitir a Tom Cruise rodar Misión imposible 5, o el gobierno local de Casablanca accedió a convertir una plaza en Tiananmen para que Scorsese rodara en 1997 Kundun.