Jesús Dorado: “O maquillas las historias que ves o te cortan el cuello”
Bilbao - Parece mentira (o quisiéramos que lo fuese...) pero es verdad. Una verdad que sangra y duele como una herida abierta. Una verdad que ha conocido Jesús Dorado, realizador de televisión trotamundos que ha vivido más de cinco años en América Latina. De allí se ha traído un sinfín de vivencias, un hombre que ha trabajado para TVE, para Antena 3, Tele 5, Canal Sur o Televisa. Vivencias y horrores que ha visto en el trato a la infancia. Ahora quiere que ellos lo cuenten con su propia voz: en el lenguaje de los cuentos. Cuentos de la esperanza lo titulará en cuanto pueda volver para darles voz a ellos, a los silenciosos.
¿Qué se trajo de América Latina?
-El corazón lleno de historias y el horror de la explotación infantil. Sobreviví gracias a La arboleda perdida, un intenso libro de Alberti, y La Biblia. Soy cristiano y voy con la cruz por fuera, como mi abuela.
¿Recuerda su primer espanto?
-Mi primer shock fue en México. Denuncié que un niño pedía limosna dentro de una jaula y la policía me dijo que no me entrometiese, que el niño solo jugaba. En Lima he visto a niños y niñas prostituidas y he conocido colonias de niños del pegamento, que vagan por la calle y se hacen sus necesidades encima.
¡Un alivio, por Dios!
-Un niño peruano me intentó vender unos caramelos. Les dije “lo siento. No tengo dinero, amigo”. El niño se lo contó a su hermana y ambos volvieron a regalarme uno porque le había llamado “amigo” a un indígena un blanco rubio de ojos azules. Le di amistad y él se emocionó. Me eché a llorar.
¿Sólo Occidente es culpable?
-Los países latinoamericanos piden solidaridad pero no son solidarios entre ellos.
¿Cuál fue la chispa que desató la necesidad de contar esto?
-Conocí a Miguel, un periodista de la agencia Efe que lo dejó todo para ayudar a los niños porque había muerto un hijo suyo. Me echó un capote con una necesidad que tenía y esa fue la chispa.
¿Encuentra apoyos?
-Apoyo moral y solidaridad, sí. Pero falta compromiso total. Quiero ayudarles sin pedir, sin ningún organismo público latinoamericano. No me fío de ellos.
¿Tan diferentes son de los niños europeos?
-Son muy vivos, la viveza les ayuda a sobrevivir aunque en ocasiones los maltratan sus propios padres. ¿Europa? Cuando yo marché, a los niños se les callaba comprándoles cosas y a mi regreso tengo la sensación de que les callan con un no.
¿Cómo se plantea la fórmula del cuento para narrar tanto horror?
-O maquillas las historias que ves o te cortan el cuello. Ese es un riesgo tangible.
¿Tiene miedo?
-El miedo lo tienen que tener ellos, los explotadores.
¿Qué pretende con el libro con el que sueña?
-Que sea un golpe en el corazón de los hombres y una esperanza para el futuro de los niños.
¿Qué le ocurrió en California?
-Tenía una tienda. Un día entró una pandilla. Los niños llevaban pantalones anchos y pistola al cinto. Empezaron a coger cosas y me resigné: se van a ir sin pagar. De repente uno de ellos me dio el dinero exacto. Había sumado todo de cabeza. Era un talento desaprovechado.
realizador de televisión solidario
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