L as primeras unidades de la nueva remesa de V40 y V40 Cross Country ya están en manos de sus propietarios. La interpretación de calle y su alter ego con estética algo más aventurera protagonizan una operación de renovación estética tan tenue que resulta indetectable para gran público. Que la intervención sea tan leve demuestra la longevidad del diseño sueco; también la firme confianza de Volvo en ambos productos, destinados a competir en el estamento de los compactos Premium. Selecto y bien dotado, el V40 abre al borde los 25.000 euros una gama integrada por versiones gasolina (122 y 245 CV) y diésel (120, 150 y 190 CV); la tarifa oficial del Cross Country, que suple el motor gasolina menor por otro mucho más solvente (190 CV), reclama un desembolso adicional de 1.300 euros en mecánicas y acabados idénticos.
Una y otra cara del proyecto han ido incorporando actualizaciones tecnológicas a los largo de estos cuatros años en activo. Ahora las acompañan de ligeros retoques cosméticos que estrechan los vínculos estéticos con los Volvo más recientes. Los reajustes formales adornan la fachada y engalanan el habitáculo. El cambio de maquillaje depara una parilla delantera diferente, dominada por un emblema de la marca más notorio, así como una nueva firma lumínica con luces diurnas LED (Volvo la denomina ‘martillo de Thor’); la paleta de colores incluye ahora un par de tonalidades de las utilizadas en modelos superiores, así como dibujos de llanta específicos para cada terminación.
Quienes conozcan a fondo el modelo detectarán, una vez a bordo, la presencia de nuevas inserciones decorativas de aluminio, pespuntes con contraste cromático en los paneles de puertas y algún revestimiento de techo especial. En el capítulo del equipamiento, los V40 incorporan ahora mejoras en el apartado de la conectividad ‘On Call’, entre ellas la inclusión del control por voz de determinadas funciones.
El repertorio mecánico al servicio de ambas variantes del modelo no sufre alteraciones. Lo que sí ha ido evolucionando es el rendimiento de las distintas motorizaciones, esencialmente con el fin de atenuar su consumo y su impacto medioambiental. Así, la gama actual presenta como mejor resultado una ejecución animada por el motor diésel D2 (120 CV) provista de neumáticos de baja resistencia a la rodadura, que homologa un promedio ideal de emisiones de CO2 de 89 g/km. En breve, Volvo tiene previsto incorporar a la familia V40 propulsores tricilíndricos de gasolina de alta eficiencia energética.
El reparto destinado a la interpretación civil del modelo incluye tres candidatos diésel -D2, D3 y D4 con 120, 150 y 190 CV respectivamente- y otros dos de gasolina diametralmente opuestos entre sí - T2 de 122 CV y T5 con 245-. Se pueden asociar tanto a transmisión manual de seis marchas como a la caja Geartronic automática de ocho relaciones. Todas remiten la energía a las ruedas delanteras.
Por su parte, la interpretación con alma crossover asume esa misma gama de motores, aunque introduciendo una modificación. Sustituye el propulsor más modesto de gasolina, el T2 de 122 CV, por el T5 de 190. Algunas variantes de este motor y la única del T5 con 245 CV se vinculan a sistema AWD de cuatro ruedas motrices y a transmisión automática; también disponen de control de descenso de pendientes.
Las tres puestas en escena ofrecidas por el Cross Country coinciden parcialmente con las cuatro dispuestas por el V40. Se escalonan a partir de un nivel de acabado y dotaciones bastante exigentes, en consonancia con el desembolso que exigen, hasta alcanzar un notable refinamiento. Los 24.950 euros de los que parte la tarifa oficial del V40 se pueden reducir hasta 21.307 al acumular promociones por financiar la operación con la entidad de la propia marca. En cambio, Volvo no pone el mismo énfasis a la hora de vender el Cross Country, para el que no plantea una oferta semejante (desde 26.950 euros).