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Ane Gabarain: “Siempre acabo cediendo pero ¡vaya nueras que me tocan!”

Va de boda en boda. Ayer casó a su hijo en ‘Allí abajo’ de Antena 3. Hoy se mete en la piel de Tere para convertirse en la consuegra de Nekane Amaya en ‘La gran boda gitana’ de ETB-2

Ane Gabarain: “Siempre acabo cediendo pero ¡vaya nueras que me tocan!”

bilbao - Es la madrina en las bodas de sus hijos televisivos: ninguno de los dos se casa con la nuera de sus sueños, pero ella al final acaba aceptando a Carmen en Allí abajo y a Ziortza en Nekane Amaya. “¡Es que vaya nueras que me traen estos hijos!”, dice muerta de risa. La vida profesional le sonríe y a sus trabajos en televisión el próximo mes se sumará una representación muy especial, El sueño de una noche de verano, un espectáculo al aire libre, que se celebrará en Donostia. “Nos preocupa que llueva, pero la ilusión es enorme”, señala la actriz guipuzcoana.

Después de Maritxu, ahora se convierte en médico y consuegra de Nekane Amaya, ¡vaya papelón!

-Y que lo diga, todo un papelón. Además, soy neurocirujana, ni más ni menos. Habrá que verme operando a cerebro abierto. Ja, ja, ja. ¿Usted me ve?

No sé qué decir. Veo que no me recomienda que me ponga en sus manos.

-Ja, ja, ja? Yo que sé, depende de la lesión que tenga. Está siendo muy divertida la grabación, ya sólo nos queda esta semana y para mí ha sido como un regalo. El personaje de Tere, esa soy yo, les venía bien para ubicar otras tramas. Trabajar con Maribel Salas es un placer, es un monstruo la tía. La adoro, somos súper amigas, buenas compañeras?

Ella dice lo mismo de usted.

-Una de las cosas más gratificantes del trabajo que he hecho para ETB es precisamente verla a ella en ese personaje. A veces me quedo embobada mirándola y pienso: “Qué talentazo tiene”. Es una tía brutal y me parece un lujo estar con Nekane Amaya en Euskal Telebista. Trabajamos a gusto juntas, en Allí abajo somos hermanas y anteriormente hemos coincidido en teatro.

En la ficción no tiene suerte con sus hijos, siempre se casan con una persona que a usted no le gusta.

-Imagínese, en ETB-2 mi marido es Isidoro Fernández, un estirado como yo. Somos una familia pija, acomodada, y ver a nuestro hijo, que es un banquero de alto standing, salir con la hija de Nekane Amaya,... ¡vaya shock!

¿Igual que ver a su idolatrado Iñaki casarse con una sevillana?

-Ja, ja, ja? Yo creo que en esa ocasión el shock es mucho mayor, pero es el mismo conflicto de decir: “Joder, ¡vaya nueras que me tocan en televisión!” En el fondo, Carmen y Ziortza son majas y siempre acabo cediendo. No tengo más remedio.

Una boda de alto copete la que veremos hoy, ¿gitana o vasca?

-Va a ser una cosa rara, no me la puedo ni imaginar, pero es que no voy contar más, hay que verla; en cualquier caso será divertida.

Esta semana va de boda en boda.

-De verdad, qué barbaridad, boda en Córdoba, boda en Euskadi, un ajetreo total. Pero vamos a descansar un rato de tanta ceremonia.

Encadena trabajo tras trabajo, parece que tiene a su ángel de la guarda a pleno rendimiento, se va a estresar.

-Ja, ja, ja? Tengo una racha de la que no me puedo quejar, pero también es fruto de llevar muchos años trabajando; cuando llevas mucho tiempo en el oficio, te encuentras con rachas de éstas, eso no quiero decir que dentro de un tiempo no esté en el paro.

¿Se suelen dar a menudo estas rachas de bonanza?

-No es habitual, pero me ha tocado. He terminado Allí abajo, estoy con lo de Nekane Amaya y luego tengo teatro para el verano.

Suponemos que la Maritxu seca y seria de ‘Allí abajo’ tiene que ver poco con usted, ¿no?

-Ja, ja, ja? algo sí, siempre hay algo que queda del personaje. Maritxu es un perfil con el que me identifico de alguna manera, ella es una mujer de carácter, de cierta brusquedad, pero tampoco es tan seca, tan arisca como parece; esa es su capa más superficial y esta temporada se ha humanizado a través del amor de su hijo y de su propio amor hacia Benjumea.

¿Veía el éxito desde el principio? ¿Creí que firmaría la tercera temporada?

-Cuando empieza un proyecto nuevo se va con pies de plomo tanto en la cadena como en la productora; se hacen cinco capítulos, después dos más, otros dos más y así hasta completar los trece. Lo de llegar a tres temporadas parecía impensable.

¿Le molesta que se compare a la serie con ‘Ocho apellidos vascos’?

-No tiene nada que ver, pero son estas veces en las que las ideas están en el aire y con una temática se hacen varios productos. De hecho, Óscar (Terol) suele contar que la serie está ideada antes que la película. En cualquier caso, ambos proyectos se han apoyado, no se molestan.

Lleva muchos años trabajando de actriz, ¿qué balance haría?

-Decidí ser actriz después de terminar COU. Enseguida comencé con teatro, doblaje? Tendría 20 años y voy a hacer 53, más de treinta años trabajando. Con rachas mejores y peores, he ido sobreviviendo con este oficio todo este tiempo. A ver si puedo seguir cotizando y conseguir una jubilación digna.

Le falta un rato para jubilarse, ¿no cree?

-Sigues teniendo ambición artística, quieres seguir haciendo cosas y que te reconozcan como actriz, pero a la vez piensas: “¡Ay, Dios mío! Que tengo que cotizar. No sabe lo difícil que es acumular días de cotización en este oficio que tenemos, ves que pasa el tiempo y que a lo mejor no tienes los suficientes años cotizados para llegar a una pensión digna”.

¿No tenía pensado hacer otra cosa?

-No lo tenía muy claro, ¿quizá irme a Bilbao a hacer Bellas Artes? No lo sé. Pero justo abrieron la escuela de teatro ese año, el curso que acabé yo COU, y me di cuenta de que tenía esa vocación, quería ser actriz; para suerte o desgracia soy vocacional.

¿Suerte, desgracia?

-Sí. A veces la vocación te hace disfrutar más, pero en ocasiones también sufrir más. En las rachas malas, dices: “Tenía que haber hecho otra cosa, quién me mandaría dedicarme a esto?” Pero cuando estás medio ahogada, siempre te sale algo y empalmando una cosa con otra han ido pasando los años.