Bilbao- Le “cabrea” tanto que se “use la ciencia como arma para engañar a la ciudadanía” que creó el blog divulgativo Scientia para evitarlo. En sus artículos, José Manuel López, profesor titular de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Murcia, desmonta la trampa y el cartón a base de conocimientos.

¿Qué hace un bioquímico como usted en un blog como Scientia?

-Salir de la torre de marfil en la que a veces convertimos la universidad y acercarme un poco a la sociedad.

Su caballo de batalla es la publicidad engañosa en la alimentación. ¿Nos dan mucho gato por liebre?

-Cuenta la leyenda que en el mundo de los alimentos funcionales, los complementos alimenticios o la cosmética hay alguien que no nos engaña, pero yo no lo conozco. ¿Ejemplos? Infinidad de nutricosméticos milagro o alimentos curalotodo.

¿Lo que no mata engorda y, a veces, mucho más de la cuenta?

-Hay muchas cosas que no matan ni engordan. Lo que ocurre es que hay gente empeñada en engordar su cuenta a base de confundirnos legalmente usando la ciencia como excusa. La forma de engañar está clara: la sociedad confía en la ciencia, pero tiene un bajo nivel científico. Pues disfracemos la pseudociencia de ciencia y engañaremos al ciudadano.

Uno no es consciente del azúcar que tiene un refresco hasta que lo ve metido en un saquito. ¿Nos chutamos auténticas bombas de glucosa?

-El consumo abusivo de azúcar es una de las grandes amenazas del siglo XXI. La OMS acaba de decir que reducir el azúcar diario a 25 gramos supone un gran beneficio. Hay bebidas azucaradas con más de 70 gramos.

¿Las bebidas energéticas dan alas o uno puede acabar estrellado?

-Sanitariamente son una bomba y hay que regular urgentemente su composición y su publicidad. ¿Cómo es posible que un niño pueda comprar una bebida energética? Hay países que empiezan a actuar. España no es uno de ellos, preferimos volar sin alas y ser uno de los países con mayor obesidad infantil.

Reducen el colesterol, previenen la osteoporosis y combaten el estreñimiento. Uno no sabe si ha comprado un yogur o un medicamento.

-El mundo de los alimentos funcionales es una gran mentira de la cual no solo es responsable la industria, sino también legisladores, administraciones, medios de comunicación, asociaciones profesionales, algunos científicos e, incluso, la falta de sentido común del consumidor.

Bífidus, isoflavonas, omega-3? Sin saber lo que son, damos por hecho sus beneficios. ¿Están probados?

-Unos sí y otros no. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria es demoledora. De 50.000 solicitudes de la industria alimentaria para usar publicidad científica, solo aceptaron 222.

¿Hay mucho producto placebo?

-Muchísimo, tanto en complementos que prometen ayudar a estudiar, a no envejecer o a ponernos morenos. Claro que lo mismo ocurre con la homeopatía, donde lo mejor que te puede pasar es que te estafen y lo peor, que te genere un problema de salud.

¿El ginseng y la jalea real son como la pócima de Obélix o un ‘bluff’?

-Según la Autoridad Europea no han demostrado tener ni un solo efecto positivo. Lo mismo ocurre con el Lactobacillus casei, el triptófano, el resveratrol, las isoflavonas, la carnitina, la coenzima Q10? ¿Sigo?

Mezclas lácteos, fruta y vitaminas en un envase con dibujitos y tienes ganados a padres y niños. ¿Son saludables o solo más cómodos?

-Lo segundo. Si consumes esos productos que sea porque te gusta su sabor o son más cómodos de llevar. Para ayudar a tus defensas o a tus huesos hay otras alternativas más saludables y económicas, como, por ejemplo, las frutas y las verduras.

¿A la acelga le falta una etiqueta diciendo lo sana y natural que es?

-Equiparar natural a saludable es una moda sin rigor científico. ¿Por qué un producto natural es mejor que otro sintético? ¿Lo dices por la toxina botulínica o la cicuta, igual de naturales que mortales?

Los productos enriquecidos, más que al consumidor, ¿enriquecen a sus fabricantes?

-Absolutamente cierto. Con una dieta normal no hay ninguna necesidad de consumir ningún tipo de alimentos enriquecidos ni de enriquecer a nadie.

Si hay tanto fraude como dice y leyes que lo regulan ¿por qué no se le pone freno?

-Porque la ley se ha dejado ventanas abiertas y no se puede acusar de fraude. Un ejemplo: alimentos carísimos que llevan ingredientes milagrosos que, según la ley, no sirven para nada, pero a los que añaden vitaminas que sí sirven. Eso sí, esas vitaminas las tienes a cantidades muy superiores en baratos alimentos tradicionales. Busca un asterisco camuflado en cada envase y sabrás qué ingrediente es el que ha demostrado eficacia. Fliparás.