bilbao. Juan Jacinto Muñoz Rengel (Málaga, 1974) era un tipo cualquiera, uno de los nuestros, el común de los mortales hasta que un buen día... Bien pudiera comenzar así una falsa biografía de este escritor andaluz que ha asombrado con su primera novela, El asesino hipocondríaco, donde se detallan una retahíla de enfermedades insólitas, desde la Maldición de Ondina -microsueños en los momentos más inoportunos...-, hasta el Síndrome del Acento Extranjero (no hay más de veinte casos en el mundo...), pasando por los gemelos parásitos, el embarazo imaginario ¡del hombre! o el Síndrome de Proteus (El más famoso sería el de Joseph Merrick, el Hombre Elefante...) que aquejan al protagonista.

¿No serán verdad todos esos males? Alguno tiene que ser fruto de su imaginación...

Todos, todos. Solo al final de la novela recreo algunos males imaginarios, pero son los menos.

Usted maneja el buen humor y la enfermedad en su escritura así que sabrá decirme: la risa es antibiótico contra...

Contra las muchas infamias que, en esta época son cada vez más y nos aterrorizan. Hoy en día hay más tiempo que nunca para maquinar.

¿De dónde proviene ese florecer de hipocondríacos en esta época?

Del exceso de información. Es increíble, pero todos sabemos hoy lo que son los triglicéridos... ¿Le parece normal eso?

Hombre, normal, normal...

¡Claro que no! Hoy en día te duele algo, te metes en Google y sale la enfermedad que tú quieras. ¿Qué te duele el codo y la oreja a la vez...? ¡Ahí está! Aparece esa enfermedad descrita. Google es el gran oráculo de los hipocondríacos.

'El asesino hipocondríaco' ¿No tendrá algo autobiográfico, verdad? Dígamelo porque salgo corriendo...

Ja, ja, ja. De la primera parte no. Al menos por ahora, que nunca se sabe.

¡No me joda!

Durante la escritura de la novela he manejado un material sensible y contagioso, un material que se transmite por el papel impreso. Y le advierto que le he cogido cariño al asesino.

Miremos a sus congéneres. ¿Los señores escritores son unos obsesivos?

¡Hay grandes obsesivos! En el mundo literario hay mucho maniático, muchas emociones exageradas, mucho egocentrismo, depresiones y toneladas de estrés. Está lleno de personalidades neuróticas.

En su caso...

Cuando me atrapa una idea le doy vueltas y vueltas hasta que la mareo. Soy un perfeccionista convulso.

Si le obligase a contraer una enfermedad de las que describe en la carne de su protagonista...

Vamos, hombre. Ahora no me joda usted.

Solo como un juego de la imaginación.

Quizás el Síndrome del Espasmo Profesional. En el caso de un asesino consiste en mover el dedo una y otra vez como si apretase un gatillo. Es algo inocuo y ya se me ocurriría alguna utilidad.

Se me ocurre una pero no sé yo si...

Ya, ya. A mí también se me ocurre, pero es mejor no decirla porque esto se lee en horario infantil, ¡eh!

Hay quien piensa que lo divertido es antónimo de lo serio...

Yo no. Para mí es lo contrario a no saber sacar la magia de la realidad que, en no pocas ocasiones, es muy gris.

¿Todo asesino es un enfermo?

Yo creo que sí.

¿Incluso el asesino profesional?

¿Qué diferencia hay, qué sé yo, entre matar por celos y matar por dinero? Al fin y al cabo se trata, en ambos casos, de una obsesión.

El hipocondríaco es, en cierta medida, alguien que se ve como no es. ¿Somos lo que somos o lo que creemos ser?

Lo que creemos ser. El ser humano siempre está proyectando una imagen de sí mismo. Al final esa imagen configura tu realidad, tu personalidad.

Como remate, la muerte. ¿En caso de esta gente es una liberación?

La muerte estaba antes y lo que está después, lo es todo. Lo que es ocasional es la vida.