El yeti 'existe' y vive en Siberia
Autoridades rusas afirman que tienen pruebas "irrefutables" de su presencia
Si creía que el yeti es un mero ser legendario a la altura de los troll, las sirenas, los zombis o el monstruo del Lago Ness, ya tiene un nuevo elemento para la reflexión, si su escepticismo natural se lo permite. Autoridades rusas han dado por buena la contundente afirmación de un grupo de investigadores, que sostiene que el abominable hombre de las nieves no es una ficción, que existe, que vive en Siberia y que tienen pruebas "irrefutables" de ello.
Tal sorprendente afirmación se escuchó hace escasos días a propósito de una expedición internacional científica de humanoideología organizada a 3.000 kilómetros al este de Moscú por el gobernador de Kemerovo, una región de Rusia situada en el suroeste de Siberia.
El mítico eslabón perdido entre el hombre y el mono, pariente cercano del bigfoot (pie grande) norteamericano, ha sido visto en muchas ocasiones en lugares como el Himalaya o Alaska, pero nunca se ha podido demostrar científicamente su existencia ni ha podido ser capturado vivo. Los relatos populares en varios continentes lo describen como un simio gigante bípedo que tiene como hogar las cumbres nevadas o los impenetrables bosques. La literatura y el cine han popularizado esta criatura. La pregunta ahora es si podría haber llegado la hora de incluirlo en los libros de ciencias.
Según las informaciones que llegan ahora de Siberia, especialistas de Rusia, China, Estados Unidos, Canadá, Mongolia y Suecia, todos miembros de la expedición científica, encontraron indicios de la criatura, huellas, pelos y hasta una cama vegetal en una cueva siberiana.
En una expedición a la cueva de Azassky y al pico Karatag, los expertos lograron "reunir pruebas irrefutables" de la existencia del yeti. Igor Burtsev, un científico ruso que ha estado buscando homínidos prehistóricos desde hace más de cuarenta años y participó en la expedición, está seguro de que el yeti es de carne y hueso, por lo que exigió a la sociedad y a los medios de comunicación que el tema "se tome más en serio".
Según declaró Burtsev, la supuesta cama del homínido "estaba hecha de una capa gruesa de hierba y medía aproximadamente tres metros de largo por uno de ancho. Yo me tumbé en el lecho, y era muy cómodo y suave". El científico habló además de construcciones piramidales de troncos y ramas con aproximadamente tres o cuatro metros de altura.
Los resultados de las muestras de ADN y los otros descubrimientos, como fotos, vídeos y grabaciones de sonidos y del habla del hombre de las nieves, se convertirán en un paso adelante para que la comunidad científica internacional se tome por fin es serio a este homínido, dijo Burtsev. "El yeti es el eslabón perdido entre el hombre de Neandertal y los seres humanos modernos", insistió el científico ruso.
Pese a la rotundidad de sus afirmaciones, los científicos reunidos en Siberia dejan varios cabos sueltos en su teoría. Aseguran que las evidencias encontradas prueban "en un 95%" -y no al cien por cien- que el yeti habita en la región rusa de Kemerovo. No hay que olvidar que el Gobierno de Kemerovo ha emprendido una serie de acciones encaminadas a impulsar la región como un lugar habitado por esta criatura. También llama la atención que emplean discursos pseudocientíficos para explicar que nunca se haya podido filmar o fotografiar a uno de estos homínidos. Según Burtsev, el yeti podría contar con "poderes telepáticos", que le permitirían mantenerse alejado de la curiosidad humana.
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