MADRID. La oferta actual de la industria del cómic en el Estado se ha ampliado como nunca, gracias a que clásicos como el Sargento Furia y Flash Gordon están retomando las estanterías, después de fascinar a nuestros padres y abuelos durante décadas.
Así, la oferta se va enriqueciendo notablemente, con títulos de nuevo cuño conviviendo con reediciones de cómics históricos, tales como El Rayo U, Sargento Furia o Pesadillas de cenas indigestas. Entre ellos destaca la mítica obra Flash Gordon, también llevada a la gran pantalla, y cuyas aventuras pueden ser saboreadas con todo lujo de detalles en un tomo recopilatorio, editado por Panini, en el que se recogen las seis primeras aventuras completas dibujadas por Dan Barry entre 1951 y 1953.
Tras siete años cancelada en su formato diario (no así en su versión dominical), la tira creada en 1934 por Alex Raymond fue rescatada por la agencia King Features Syndicate, que a finales de 1951 dio una segunda oportunidad al famoso héroe. El prometedor artista Dan Barry (Estados Unidos, 1923-1997) cogió con éxito el testigo de sus aventuras, con ayuda de escritores tan destacados como Harry Harrison y Harvey Kurtzman (creador de la revista Mad). Y Flash se elevó a la cima de las historietas, con un mayor componente de ciencia-ficción en las peripecias acaecidas en el lejano planeta Mongo.
El mismo grado de genialidad se puede apreciar en las páginas de El Rayo U, opera prima del maestro de la linea clara Edgar P. Jacobs (Bélgica, 1904-1987). La obra se publicó en 1943, y su temática la convierte en precursora de la serie que más fama daría a su autor: Las aventuras de Blake y Mortimer.
El cómic nos traslada a Norlandia, cuyo gobierno ha conseguido crear un arma mortífera, el Rayo U. Para poder usarla contra sus enemigos de Austradia deberán encontrar un yacimiento de uranio. Con ese cometido se organiza una expedición, liderada por el profesor Marduk, al misterioso archipiélago de las Islas Negras.
Heredero de 'flash'
Delicia gráfica y narrativa, El Rayo U bebe precisamente del Flash Gordon de Raymond, nada raro teniendo en cuenta que Jacobs siempre admiró a su colega norteamericano. De hecho, el autor tuvo la ocasión de hacer su propia versión (falsa) de las historietas de Flash, cuyas tiras originales fueron prohibidas en Bélgica durante la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial.
Recién editado por Norma, El Rayo U es un viaje a los inicios profesionales de Jacobs, que por entonces había empezado a colaborar con Hergé en los álbumes de Tintín (dibujó los fondos de títulos como El tesoro de Rackham el Rojo o Las siete bolas de cristal).
En esta línea, Glénat acaba de prestar un gran servicio a la recuperación de tebeos antiguos con la edición integral de El sargento Furia, una serie semanal de 36 números que se publicó en Bruguera entre mayo de 1962 y enero de 1963. Ambientado en la Guerra de la Independencia, el cómic narra las odiseas de un tipo que lucha a brazo partido contra la ocupación francesa de España, con ayuda del forzudo Pata de Hierro y el imberbe Tamborín. El trío tiene como enemigo al coronel Corbeau.
La obra no destaca por los guiones, atribulados y llenos de parches, del escritor José Antonio Vidal Cassarel, sino por el estupendo trabajo a los lápices de Joan Escandell, por entonces un joven dibujante que solo contaba 25 primaveras.
Si retrocedemos un poco más atrás, nos encontramos con una obra de lo más sugerente: Pesadillas de cenas indigestas, de Winsor McCay, ilustre creador de uno de los cómics más famosos de la historia, Little Nemo in Slumberland. Corría 1904 cuando el autor empezó a publicar esta serie en el New York Evening Telegraph, obteniendo un éxito inmediato con estas historias para adultos de una página y final cerrado.