Bilbao
Las autoridades estadounidenses afirmaron, tras dar muerte a Osama bin Laden en Pakistán, que habían arrojado sus restos al mar para impedir que su lugar de enterramiento se convirtiera en punto de peregrinaje para los islamistas radicales. Algo similar, salvando las distancias, ha ocurrido en Baviera, donde las autoridades de este lander alemán han desmantelado esta semana la tumba de Rudolf Hess, quien fuera lugarteniente de Adolf Hitler, para poner fin a la peregrinación de neonazis que se ha prolongado durante los últimos veinte años. Los restos del criminal nazi van a ser incinerados y lanzados al mar, aunque en este caso, la acción responde al deseo de su familia.
Rudolf Hess murió en 1987, cuando era el último inquilino de la cárcel berlinesa de Spandau. Su cuerpo fue enterrado en el cementerio de la localidad bávara de Wunsiedel. Desde entonces, este lugar se había convertido en destino de peregrinaje para los neonazis, que se acercaban a rendir homenaje al líder nazi de forma especial cada 17 de agosto, aniversario de su fallecimiento, pero también en cualquier otra fecha. Hess fue lugarteniente de Hitler y se suicidó cuando contaba 93 años de edad en su celda de Spandau. La cárcel berlinesa era custodiada por los aliados desde que el criminal de guerra fuera condenado a cadena perpetua en los Procesos de Nuremberg. Después de 46 años de encierro, Hess era ya el único ocupante de la prisión de entre los condenados tras la Segunda Guerra Mundial, y por ello se había convertido en una especie de mártir para los simpatizantes del nazismo. El 17 de agosto de 1987, Hess decidió poner fin a su existencia y se ahorcó en su celda.
junto a sus padres Antes de morir, Hess había expresado su deseo de ser enterrado en el sepulcro familiar del cementerio de Wunsiedel, donde se encontraban también los restos de sus padres. En 2005, el Bundestag (Parlamento federal) había prohibido expresamente toda concentración en el lugar, pero eso no evitó que las marchas ultraderechistas siguieran produciéndose, con el consiguiente quebradero de cabeza para las autoridades locales. Cuatro años más tarde, en 2009, el lugar fue escenario de una concentración de centenares de neonazis que recordaban así a Jürgen Rieder, vicepresidente del Partido Nacional Democrático (NPD), quien en vida fue el organizador de las concentraciones anuales en el aniversario de la muerte de Hess.
Las autoridades de este pueblo de diez mil habitantes decidieron poner freno a esta dinámica y, visto que las prohibiciones no surtían efecto, iniciaron conversaciones con la familia de Hess para que accedieran a desmantelar la tumba.
fin del alquiler A esto se unió la decisión de la comunidad cristiana evangélica de Wunsiedel de denegar a la familia la prolongación del alquiler del sepulcro, que en realidad había vencido en 2007. Una nieta puso una denuncia pero, finalmente, la familia aceptó el desmantelamiento de la tumba. El pasado martes se procedió a retirar los restos y todo signo que recordara la presencia del enterramiento.
Rudolf Hess, que nunca renegó de su pasado nazi, colaboró con Hitler en Mi lucha y estuvo preso con el dictador tras el fracaso del golpe de Estado de 1923 en Múnich. Mientras sus restos se pierden en el mar, Wunsiedel, por fin, descansa en paz.