LAS facultades de Robert Mugabe, presidente de Zimbabue a sus 86 años, parecen ir cercenándose a pasos agigantados. O al menos eso es lo que debe pensar su segunda esposa, Grace, de 45 años, que se ha decantado por buscar consuelo en los brazos del presidente del Banco Central de su país, Gideon Gono, y que para más inri es gran amigo del dictador. La aventura entre ambos no es producto de un desliz pasajero bajo la luna, sino que su relación, a escondidas del líder, viene de lejos, concretamente desde hace cinco años, según recoge el tabloide inglés Daily Mail.
Para averiguar cuántos han sido sus escarceos amorosos se puede tirar de calculadora, dado que se afirma que se veían con una periodicidad de tres veces al mes. Es decir, se han encontrado hasta la fecha unas 160 veces. Las justas y necesarias como para adjetivar el trato de algo más que cordial. Escenarios para ello no les faltaban: desde hoteles de híper lujo en Sudáfrica hasta la granja residencial familiar de la propia Grace. Según apuntan, Mugabe descubrió el affaire el pasado mes de julio, cuando su hermana Sabina le confesó desde su lecho de muerte todo aquello que estaba ocurriendo a sus espaldas.
Poco después de que el dictador africano se percatara del engaño al que estaba siendo sometido, quien murió fue el que era su guardaespaldas de confianza. Y justo cuando éste le reconoció que conocía lo que estaba pasando pero que había considerado que era mejor permanecer con la boca cerrada. Esto no ha hecho más que alterar los biorritmos de Gideon Gono -auténtico pilar del partido del gobierno, y que lleva ocupando puestos relacionados con el poder desde 1980, cuando el país africano consiguió independizarse de Inglaterra-, ya que teme por su vida.
más de un escarceo Tampoco es la primera vez que Grace, quien contrajo nupcias con Robert en 1996, ha tenido relaciones extramatrimoniales. Además de casarse con Stanley Goreraza, un piloto de la fuerza aérea; Peter Pamire, amante reconocido, falleció en un misterioso accidente de automóvil, mientras que James Makamba, otra de sus parejas, tuvo que huir a toda prisa del país. No es de extrañar que Gono se sienta con la soga al cuello, y mucho más después de que fuentes cercanas a su persona hayan confirmado, no sólo el hecho del romance entre la esposa y el amigo de Mugabe, sino que aseguran que ambos habían llegado a planear conjuntamente el asesinato del dictador. Grace, que tiene tres hijos -llamados Bona, Robert Peter y Chatunga-, se unió a Mugabe en una extravagante misa católica, tras la muerte de la primera esposa de éste, Sally Hayfron.
La trayectoria de la aún esposa de Mugabe está salpicada de anécdotas para borrar de cualquier historial. Además de por sus capacidades amatorias, es bien conocida por su adicción a las compras, y en enero de 2009 se lio a puñetazos con el fotógrafo Richard Jones cuando éste captó su imagen cuando salía con personas de su séquito de un lujoso hotel de Hong Kong. "El guardaespaldas le retuvo mientras ella le golpeaba una y otra vez en la cara con sus puños. Estaba como loca", declaró un turista austriaco que fue testigo del incidente. El fotógrafo sufrió varios cortes y contusiones en el rostro y la cabeza causados por los anillos de diamantes que llevaba la esposa de Mugabe, líder acusado por la gran mayoría de gobiernos occidentales de hacer pasar hambre a su pueblo.
Durante su mandato como primera dama ha supervisado la construcción de dos palacios. El primero, al que se refiere como Graceland, se convirtió en polémica por su extravagancia; y el segundo fue financiado por el partido ZANU-PF, en agradecimiento al servicio político de Robert Mugabe. En 2002, la pareja presidencial llegó a desviar un avión y a realojar al resto de pasajeros para detenerse en Barcelona a comprar la grifería de su nueva mansión . Y un año después, durante un viaje a París, ella se gastó 87.000 euros en carísimas tiendas, por lo que no es de extrañar que en Zimbabue se le apode como Gucci. En febrero de 2009 se compraron una exclusiva casa de lujo en una de las zonas más sofisticadas de Hong Kong, donde empezaron a florecer barrios parecidos a Beverly Hills, pagando 4,5 millones de euros por este inmueble de tres plantas. Para entonces, Grace ya le estaba siendo infiel a su marido.