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Una titiritera camino de Santiago

Marina realiza la ruta xacobea desde Venecia en una carreta tirada por una yegua

Una titiritera camino de SantiagoFoto: pablo viñas

MARINA Furian siempre ha sido una payasa, una comedianta. Por algo ha nacido en Venecia, la ciudad de las máscaras, del carnaval, del teatro callejero. Pero también ha sido y es una persona muy viajera, algo que el pueblo veneciano lleva en el ADN. Marina ha unido el espíritu artístico y viajero en su última aventura: recorrer el Camino de Santiago con un espectáculo de títeres. Hasta ahí, todo normal. Nada extraordinario en un año en el que, por ser Xacobeo, está de moda el Camino. Lo curioso de su aventura es que se traslada en una carreta, modelo amish o del oeste americano, tirada por un caballo. "Lo hago para recordar a niños y mayores que los protagonistas del Camino de Santiago siempre fueron los peregrinos, los comerciantes y los comediantes", señala esta valiente mujer veneciana de 53 años de edad.

Marina, en homenaje a sus antepasados de la farándula, salió el pasado 25 de abril de Venecia. El lunes por la tarde llegó a Bilbao, pernoctó en los alrededores de San Mamés por indicación de la Policía Municipal y ayer prosiguió el viaje por la costa. Para finales de octubre espera llegar a la ciudad del apóstol. En total serán seis meses de gira xacobea con la obra Il conquistatore del vello d"oro. "Una commedia semi seria di Murian de Farina", así figura en el díptico de presentación.

La presencia de Marina con su carromato, entrando en Bilbao tras abandonar la N-634, debió ser toda una alucinación para los miembros de la Policía Municipal que patrullaban la zona. "Han sido maravillosos", comentaba Marina, "les he dicho que iba haciendo el Camino de Santiago y a partir de ahí me han dado todo tipo de facilidades". Los agentes le facilitaron dos mapas, uno de Bilbao y otro de Bizkaia, y le indicaron el mejor lugar para poder pasar la noche. Siguió sus instrucciones y llegó hasta la parte trasera de San Mamés, frente a la entrada de la tribuna principal. "He pasado por delante del Guggenheim, pero no podía pararme con esta carreta", se lamentaba entre risas.

San Mamés Una vez encontrado el aposento, Marina dio de comer a Wanda, la yegua húngara de ocho años de edad que tira del carro desde que salieron de Venecia. "Aguanta muy bien, es muy dura", dice orgullosa mientras le acaricia y le suministra la paja que el día anterior le habían regalado en un caserío cercano a Amorebieta. "La gente aquí es estupenda", decía eufórica, "te ofrecen cosas y eso es lo que a mí me gusta, más que me den dinero por mi espectáculo". Un espectáculo de títeres que presenta en los pueblos donde pernocta. "En las ciudades es mucho más complicado, por eso no he podido hacer nada en Bilbao", se lamentaba.

Marina está realizando sola el Camino porque "más vale ir sola que mal acompañada". En este sentido recuerda que en la anterior ocasión que hizo el Camino, el año 2000, partieron de Venecia cinco personas "y al tercer día ya estábamos tirándonos los trastos; aquello acabó muy mal". Así que esta vez sólo se ha hecho acompañar por una perra doberman que ahuyenta a cualquier curioso. "No tengo miedo a viajar sola, además con la perra estoy muy tranquila, duermo a pierna suelta", señala sonriendo.

Desde que abandonó Venecia no ha tenido ningún problema. Cruzó Francia en paralelo a los Pirineos para pasar la muga por Hendaia. La ruta del norte le está gustando más que el Camino francés, que fue el que hizo el año 2000, "porque hay menos turistas-peregrinos". "Por aquí, además de ser más bonito, con el mar y el verde de las montañas, voy mucho más tranquila".

Esa tranquilidad le proporciona un "mayor contacto con la gente" de los pueblos por donde pasa, "que es lo que busco". Porque Marina también quiere reivindicar con esta curiosa expedición "la vida sin stress". "Ahora", dice, "vamos a todos los sitios deprisa, sin pararnos a pensar lo que hacemos". Aunque el carromato le pueda conferir un aire amish, Marina está conectada a la realidad con su ordenador portátil y el teléfono inalámbrico. Se comunica, entre otros, con su hijo de 35 años y su nieto de 7. "Dicen que estoy un poco loca, pero como ya me conocen...", se ríe.

Cuando llegue a Santiago, Marina llamará a Donostia para que unos amigos acudan a buscar a Wanda, la yegua, con un transporte especial, y pondrá en venta el carruaje. Volverá a Venecia a dormir en su casa, "porque yo allí soy una persona normal", insiste, y pensará en nuevos proyectos teatrales. Para eso estudió Arte Dramático en la Universidad de Venecia. También le animará a su padre para en un futuro hagan juntos el Camino de Santiago. Pero advierte que "la siguiente será en coche".