nueva york

UN puré compuesto por dátiles, acacia y miel servía a las mujeres del antiguo Egipto para evitar el embarazo. Casanova experimentó con todo un arsenal de métodos caseros, entre ellos el bazo de ovejas como condón y mitades de limones ahuecadas que debían colocarse las mujeres. Pero no fue hasta el siglo XX cuando los investigadores descubrieron una hormona que inhibe la ovulación y por lo tanto evita los embarazos. Hoy, miércoles, se cumplen 50 años desde que la primera píldora anticonceptiva en el mundo fue lanzada al mercado. Un invento que brindó a las mujeres la libertad de decidir cuándo querían tener hijos y cuántos, en una elección que cambió sus vidas.

En el inicio de su venta en Estados Unidos, el 18 de agosto de 1960, Enovid fue expendida sólo a mujeres casadas. De hecho a mediados de los sesenta muchas universidades estadounidenses empezaron a ofrecer a las estudiantes recetas para la píldora ya que en esa década, la principal razón que alegaban las mujeres para dejar los estudios antes de licenciarse en las facultades era que quedaban embarazadas. Sin embargo, las estadounidenses tuvieron que luchar con uñas y dientes por ese derecho. Aunque 1,2 millones de mujeres en el país usaban la píldora a los dos años de ser aprobada, ésta seguía siendo ilegal en varios estados. En España no tendría luz verde hasta muchos más años después, hasta los 70.

Actualmente, la oferta de anticonceptivos abarca unos 200 preparados. Entretanto, un megaestudio observó a 46.000 mujeres durante un período de 40 años, para eliminar algunas preocupaciones relacionadas con los efectos secundarios de la píldora. La conclusión fue que el uso de las píldoras de primera generación no aumenta el riesgo de cáncer o problemas cardíacos o circulatorios a lo largo de las décadas. El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) estima que unos 100 millones de mujeres en todo el mundo consumen a diario la píldora. Esta cifra representa apenas el 9% de todas las mujeres en edad reproductiva.

Cómo se logró este avance decisivo tras miles de años de complicados métodos anticonceptivos es descrito de manera muy ágil por el profesor de química Carl Djerassi en su libro This Man"s Pill. Criado en Viena, Djerassi huyó de los nazis y se estableció en Estados Unidos. Con 28 años, logró la síntesis de noretindrona, una sustancia que tiene propiedades similares a la progesterona, una de las hormonas sexuales femeninas. El camino estaba allanado y Djerassi fue llamado desde entonces el padre de la píldora. Al menos fue uno de sus padres, ya que otros dos investigadores estadounidenses, Gregory Pincus y John Rock, continuaron el trabajo y realizaron pruebas clínicas con su sustancia a partir de 1956. Al año siguiente pudo ser prescrita para el tratamiento de "trastornos femeninos". Y aún antes de que la primera píldora fuera autorizada como anticonceptivo, miles de estadounidenses ya la habían usado, oficialmente, como terapia para menstruaciones irregulares.

el pionero Las bases las había sentado 40 años antes otro hombre, Ludwig Haberlandt, ex profesor de fisiología en Innsbruck y abuelo de la píldora. El austríaco había trasplantado a conejos hembra los ovarios de congéneres preñadas y comprobó que el implante que contenía progesterona evitaba la concepción pese a la gran cantidad de cópulas.

Entretanto, la píldora ya ha perdido popularidad. En Estados Unidos e India la ligadura de trompas se ha convertido en el principal método anticonceptivo. La vasectomía, la esterilización masculina, es muy popular en Tailandia, Nueva Zelanda y Australia, pero sólo representa el 3% de la anticoncepción. Los diafragmas, espirales y condones femeninos suponen el 15% del resto de métodos que evita el embarazo.

Sin embargo, sólo dos tercios de la población femenina mundial hacen una planificación familiar a la edad decisiva. Según el UNFPA, todos los años 190 millones de mujeres se quedan embarazadas, de las cuales casi 50 millones deciden realizar un aborto, con frecuencia en malas condiciones médicas y sanitarias. Actualmente, sólo una de cada cuatro mujeres africanas tiene acceso a la píldora, una inyección mensual anticonceptiva o un condón. Muchas mujeres carecen de información o dinero para comprar un método anticonceptivo, mientras que otras temen que pueden ser consideradas estériles y, por lo tanto, sin valor, si no dan a luz a un bebé al menos una vez cada dos años.