La empresa alavesa Lycolab consigue la proteína del colágeno, utilizada principalmente en cosmética, de un modo único. "Producimos un colágeno al 10% mientras respetamos a los animales, sin utilizar aditivos químicos, radiación ni CO2", explica Beatriz Uralde, CEO y fundadora de la productora. "Además, tenemos la licencia del grupo Ecocert, que nos ha costado un año sacarla, por eso sabemos que somos los únicos del mundo", comenta.

El colágeno utilizado por Lycolab, de tipo I, es diferente del utilizado para el cuidado de los huesos, categorizado como tipo III, y proviene de caracoles autóctonos alaveses. En los laboratorios propios de la empresa, situados en el parque tecnológico de Álava, la proteína atraviesa un proceso conocido como liofilización. "Es, básicamente, una sublimación. Es decir, pasar de estado sólido a estado gaseoso sin pasar por estado líquido", explica Uralde. Para ello, Lycolab congela el colágeno a temperaturas muy bajas, como -85ºC, y extrae el agua a través de un proceso de vacío.

Entre las diferencias con otros productos, Uralde destaca dos en particular; la colaboración con la empresa guipuzcoana Accua HPP, también pioneros en el tratamiento del agua en altas presiones hidrostáticas, con la que consiguen una durabilidad única. "Un envase normal puede durar unos tres meses, nosotros conseguimos hasta cinco años, además sin usar ningún tipo de aditivos", añade la bióloga. Del mismo modo, el bienestar de los animales y su entorno para la extracción del colágeno es una de las prioridades para la empresa alavesa, que "se asegura que los caracoles salen del laboratorio como entran".

De la cosmética a la salud

Durante los últimos 10 años, Uralde ha pasado de estudiar el colágeno a su comercialización como materia prima para productos cosméticos de la empresa B2B, y en 2021 busca dar el salto a un nuevo ámbito.

"En Lycolab queremos empezar un proyecto de investigación en el sector de la salud", afirma, y añade que, actualmente, están "en busca de un socio industrial con las infraestructuras para ponerlo en marcha".

El coste para llevar a cabo estos planes es uno de los factores más importantes, sobre todo en relación al equipamiento necesario. Por ejemplo, el liofilizador que ha utilizado la empresa durante estos años costaba "unos 100.000 euros, además de los 300 o 400 euros al mes en electricidad solo para mantenerlo encendido", señala Uralde.

Por ello, contar con ayuda para realizar estos proyectos es, también, de suma importancia. "Mucha gente me ha ayudado durante estos años", destaca Uralde, como la doctora Idoia Postigo, del Departamento de Inmunología de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), con quien se aventuró a realizar el estudio sobre el colágeno que dio pie a la idea de la que parte Lycolab, además de permitir el uso del liofilizador de la universidad.

"Los estudios son caros, además de un proceso farragoso, pueden pasar meses para comenzar", comentó Uralde en una ponencia en la plataforma Álava Emprende el pasado mes de febrero. En el año 2016 Uralde ganó el segundo premio Inizia por la idea que dio origen a Lycolab, cuyos proyectos actuales se han visto ralentizados por la pandemia, pero no han frenado por completo el trabajo de la empresa alavesa.

Grupo. El grupo consolidado de Investigación, Parasitología e Inmunoalergia del Sistema Vasco de Investigación del Departamento de Inmunología, Microbiología y Parasitología de la Facultad de Farmacia UPV/EHU, bajo la dirección de la investigadora principal Idoia Postigo, llevó a cabo la pasada semana un estudio de efectividad del colágeno demostrada en un estudio de crecimiento de fibroblastos in vitro, es decir, sin dañar ni animales ni su entorno directo. Los fibroblastos, células que conforman la piel, segregan colágeno para mantener el marco estructural para múltiples tejidos del cuerpo.