Se van a cumplir ochenta años de una de las chapuzas bélicas menos divulgadas de la II Guerra Mundial: el intento de arrojar a las tropas nazis de Francia en un amago del día más largo, pero en cutre. Intervinieron cinco mil soldados canadienses, mil británicos y cincuenta estadounidenses. De ellos, 4.397 resultaron muertos o fueron hechos prisioneros. Evidentemente no se había calibrado al potencial enemigo. Fue la llamada Operación Jubileo.

La ciudad francesa de Dieppe, con sus treinta mil habitantes, conserva aún buena parte del glamour adquirido a través de los años, cuando era el destino estival obligado de las familias parisinas de postín. No veranear en este punto de la costa del Canal de la Mancha era símbolo de poca clase. Ignorar los dimes y diretes que corrían por las mesas distribuidas en las distintas plantas del afamado Café des Tribunaux, en la Plaza du Puits Salé, significaba estar totalmente fuera de onda.

La población vivía felizmente del turismo y de la pesca del arenque, rey merecido del tradicional festival que todavía sigue montándose en noviembre y al que acuden miles de personas. La iglesia de Santiago, uno de los monumentos más característicos, fue y sigue siendo punto de partida de rutas jacobeas. El castillo de Miromesnil, que se ve desde cualquier punto de la ciudad, conserva el merecido honor de haber sido el lugar de nacimiento del escritor Guy de Maupassant, el famoso autor de Bel Ami.

Aquella calma veraniega se vio rota a primera hora del 19 de agosto de 1942, cuando los aliados intentaron abrirse camino en Francia para arrojar al invasor. "Dijeron que se trataba de una operación para adquirir experiencia e información, pero muy pocos se lo creyeron", escucho en el Café du Port mientras ojeo la carta. "Fue la debacle para la ciudad, ya que estaba llena de turistas que, a pesar de la ocupación, abarrotaban los establecimientos de hostelería", añaden.

invasión fracasada

El Café du Port está en el muelle Henri IV y tiene una excelente cocina. Pido una ración de mejillones y no pierdo detalle de la conversación. "Los aliados pensaron que los nazis tenían el grueso de sus tropas concentradas en la lucha contra la URSS iniciada en junio pasado. Intentaron abrir otro frente desembarcando en las playas de esta ciudad, situada geográficamente frente al Reino Unido, y tomar de inmediato París", me informan.

Repaso los hechos a través del comunicado que en su momento emitió el Cuartel General de Operaciones de Londres y por él me entero de que las fuerzas armadas llegaron en lanchas rápidas y barcos de asalto británicos. Desembarcaron gracias a niebla artificial mientras la artillería naval bombardeaba la ciudad y el puerto. El cielo se cubrió con la presencia de una nube de aviones de la RAF y fuerzas aéreas de Estados Unidos, Canadá y Nueva Zelanda, así como escuadrillas polacas, checas, noruegas, belgas y francesas de De Gaulle. El despertar de la población en aquella fecha, con el ataque sincronizado del exterior y la correspondiente defensa, pasó a la historia de Dieppe.

A decir del mismo cuartel aliado, la invasión llegó a durar casi nueve horas a partir del alba, lo que se me antoja un auténtico desastre. Con este término se tituló la noticia en casi todos los medios informativos. La misma fuente indicaba también que, tras el fracaso, los supervivientes fueron reembarcados, omitiendo cucamente el número de muertos y prisioneros. Los aliados reconocieron que las pérdidas materiales habían sido elevadas, incluyendo la del destructor Barkeley, hundido por la propia tripulación habida cuenta de la gravedad de sus daños.

Los aliados trataron de justificar aquel fallido intento de desembarco señalando que buscaban "sondear las defensas de la costa, que, según nuestras informaciones, se encuentra fuertemente protegida, destruir las baterías alemanas, destruir las estaciones de radio que desempeñan un importante papel en los ataques alemanes contra nuestros convoyes en el Canal de la Mancha y destruir el material alemán, así como aniquilar a las fuerzas militares y capturar prisioneros".

Es evidente que no se consiguió ninguno de los objetivos señalados por el propio Cuartel General de Operaciones aliado, por lo que aquel desembarco fue tratado como una chapuza. Es lógico que se tomara nota de los fallos de cara a un nuevo intento, como así fue, pero en el ánimo de la población quedó la imagen sangrienta de quienes perdieron la vida en el pedregal de la ribera del mar.

sacrificio canadiense

La playa de Dieppe -luego me fijé- no es de arena fina, sino de piedras con cantos redondeados, lo que dificultó el desembarco. El grueso de las tropas que intervinieron procedía de Canadá, de ahí que en la ciudad haya un reconocimiento generalizado a los fusileros de Mont-Royal, muchos de cuyos miembros perdieron la vida cuando intentaban superar la orilla. Esa compañía canadiense regresaría años más tarde, en el Día D, luchando en las cercanías contra el mismo enemigo. El regimiento desaparecería al poco de terminar la guerra.

"Los casos de heroísmo que se dieron fueron numerosos, incluso cuando trataban de salvar a la población civil que huía despavorida en todas las direcciones sin saber lo que ocurría". Lo creo, porque he visto en distintos puntos de la ciudad monumentos que recuerdan aquella incursión. En uno de ellos leo: "Homenaje a los combatientes aliados de la Operación Jubileo 1942. 12 agosto-1992. Los veteranos prisioneros de guerra les recuerdan". En la parte inferior del mismo obelisco hay otra placa más pequeña que dice: "A la memoria inmortal de todas las víctimas de la acción del 19 de agosto de 1942".

Tras el almuerzo me dirijo a la playa, principal escenario de la batalla. Me detengo frente a un monolito situado en el paseo y leo: "A la memoria de los que partieron de Canadá y vertieron su sangre en tierra francesa combatiendo".

Tras la conquista de Francia, los alemanes intentaron fortificar la costa noroeste del país convencidos como estaban de que era susceptible de cualquier invasión. Así nació la idea del Muro del Atlántico, una serie de búnkeres con armamento de largo alcance.

Sobre el mapa, la obra era de unas dimensiones colosales, ya que a la cadena de casamatas poco menos que inexpugnables se unían nidos de ametralladoras, refugios, defensas antitanques, objetos que impedían cualquier desembarco, campos de minas, defensas€

Esta impresionante cadena defensiva comenzaba en la costa de Noruega, para seguir por los Países Bajos terminando en la frontera pirenaica. Cubría en buena parte la zona ocupada que miraba al Reino Unido, en el convencimiento de que las invasiones aliadas partirían de las costas británicas. No todos los tramos eran iguales, ya que las orillas del Canal de la Mancha estaban más protegidas que, por ejemplo, la costa vasca.

seguridad en entredicho

Su construcción estuvo sujeta a intensas campañas publicitarias que sibilinamente se colaban en las redacciones de periódicos afines al régimen nazi y a través de Signal, una revista nazi que se distinguió por sus excelentes fotografías a toda página. "El Muro del Atlántico es inexpugnable", decían sus promotores una y otra vez en un intento de convencer a sus contrarios y tranquilizar a sus seguidores.

Para su realización, iniciada en el segundo semestre de 1940, se recurrió inicialmente a prisioneros, para terminar con personal masculino indiscriminado de los países conquistados. Fueron esclavos de aquella obra muchos españoles republicanos que escaparon al final de la Guerra Civil. Es el caso de Francisco Sánchez Samper, cuyo pase de identidad aún se conserva.

La construcción del Muro Atlántico duró cuatro años, hasta que fue definitivamente roto con el éxito de la invasión aliada del 6 de junio de 1944. Se demostró entonces que este tipo de fortificaciones carecían de sentido y solo tenían un valor relativo más allá de su efecto propagandístico y disuasorio.

El 19 de agosto de 1942 no pudo ser el día más largo porque fallaron muchos factores. En este sentido, sí puede decirse que la intentona fue un ensayo: "Tal vez uno de los más significativos fuera la elección del punto de desembarco. Dieppe era entonces lugar de veraneo de la sociedad más selecta de Francia. A pesar de la guerra, la ciudad vivía envuelta en el lujo y el glamour, en el que también participaban altos cargos del ejército alemán a los que muchos franceses de aquel status no les hacían ascos. Es algo que pocas veces se dice, pero es historia", me cuentan.

Surgió la invasión y la mayor parte de la población la vio como si estuviera asistiendo a la escenificación de un drama. Faltó participación ciudadana. A diferencia del Día D, no contó tampoco con la inestimable colaboración de la Resistencia para allanar el camino a los aliados cortando las comunicaciones alemanas, boicoteando sus servicios y dinamitando sus principales vías. Y faltó el servicio radiofónico de la BBC para Francia animando a la rebelión y la señal de partida con aquella frase clave sacada del poema Canción de otoño, de Verlain: "Hieren mi corazón con una monótona languidez".

Las 67 escuadrillas de aviones aliados que intervinieron no lograron hacerse con el dominio absoluto del aire, y para colmo el apoyo naval fue demasiado débil. Fracasó el intento de aferrarse a una cabeza de puente por parte de la infantería. Se perdieron más de dos tercios de las fuerzas aliadas que intervinieron. No obstante, este tanteo de las defensas del Muro del Atlántico sirvió de experiencia para la organización del Día D en Normandía. Se constató así que el fracaso puede ser el fundamento del triunfo.