DE Bilbao (o cerca) tenían que ser. Porque 50 años después de la llegada a la Luna, aspiran a ampliar la carrera espacial, mandar un cohete al espacio, que el prototipo regrese a Tierra y ser los primeros universitarios en lograrlo. Es el sueño que persigue BiSKY Team, un equipo de alumnos y alumnas de la Escuela de Ingeniería de la UPV que tiene como misión diseñar un cohete que llegue a la llamada línea de Kármán que, según la comunidad científica, representa el límite entre la atmósfera terrestre y el espacio exterior. Establecido a 100 kilómetros sobre el nivel del mar, el equipo trabaja para convertirse en el primer grupo de estudiantes de Europa en alcanzar ese punto. “No lo tenemos fácil pero lo intentaremos”, señala María Carrillo, team lider del equipo. “Nosotros apostamos más por tecnología puntera y por aprender pero nos encantaría ser los primeros aunque hay otras universidades que también vienen fuerte”, explica Carrillo, elegida este año para llevar la batuta del proyecto en el que participan 45 estudiantes, sobre todo desde Segundo de Grado hasta Segundo de Master. Charlie es el tercer cohete sólido que montan y tienen previsto realizar el lanzamiento para junio o julio del próximo año. Un artefacto volador que servirá para probar la electrónica que llevará la familia Cosmox y el sistema de recuperación del cohete.

En su ejecución trabajan coordinadamente seis equipos de futuros ingenieros. Propulsión -que se responsabiliza del motor- está a cargo de Sofía Garaizar; Aviónica, la sección encargada de la electrónica y el hardware, está dirigida por Laura Burgos; los jefes de Aerodinámica y Recuperación son Nacho Mancha y Borja Cordero; el equipo de Estructura está bajo la supervisión de Laura Unamuno; el de Control y Simulación, bajo la de Jon Pérez, y el de Bussiness, que se encarga del marketing, las redes sociales y contactar con los patrocinadores, es tarea de Sofía Llorente. Todos coordinados por cuatro profesores con Pedro Luis Arias al frente.

BiSKY Team arrancó el año pasado con su primer prototipo, Alpha, para probar la electrónica como cerebro del cohete, la segunda fase la completó Bravo que llevaba una electrónica más sofisticada. “Y ahora Charlie es para probar la aviónica y poner arriba unos frenos que se abren lateralmente como los pétalos de una flor. Eso hace que frene un poco el aparato y después saca un paracaídas. Es algo muy innovador que no se ha hecho antes”, resalta Carrillo.

Además de estos cohetes, trabajan con motores “que se ponen en horizontal y se encienden de lado. El M1 lo encendimos en septiembre y el M2 lo queremos encender a finales de este curso. Ese podría ir en el cohete que proyectamos que se llamará Cosmox y que ya estará íntegramente hecho por nosotros”, subraya.

Además de coronar esta aventura espacial, el objetivo de este grupo es promover las carreras de Ciencia y Tecnología y sobre todo “queremos ser inspiración para las chicas, animarlas a estudiar carreras tecnológicas y demostrarles que ellas también pueden ser grandes científicas e ingenieras”, destacan. Valga como ejemplo que, aunque en la escuela la mayoría son chicos, en este equipo, hay muchas jefas.