ASUS 68 años, el urretxuarra Pablo Gómez sigue manteniendo intacta su pasión por la bicicleta y la aventura. Estos últimos años ha hecho el Camino del Cid, el Camino de Santiago, el Camino Ignaciano y la ruta de Carlos V y este verano ha ido de Orio a la localidad barcelonesa de Montgat. Ha llevado agua del mar Cantábrico y la ha echado en el Mediterráneo.

El urretxuarra ha elegido Orio como punto de partida porque lleva muchos años veraneando en esta localidad y fue en Orio donde surgió la idea de ir en bicicleta del Cantábrico al Mediterráneo. “Tengo muchos amigos en Orio y me suelen preguntar por mis viajes. En cierta ocasión, hablando sobre la subida del nivel del mar y las inundaciones, un amigo dijo en bromas que para acabar con ellas habría que vaciar el agua del Cantábrico en el Mediterráneo. Para seguir con su broma, he cogido agua en Orio y la he echado en Montgat”.

Se trata de una localidad cercana a Barcelona, de 12.000 habitantes. No echó el agua en Barcelona porque en sus viajes evita el tráfico de las capitales.

Se suele levantar a las 6.30 de la mañana y pedalea hasta las 14.00 horas. “Paro hacia las dos de la tarde para evitar las horas de más calor. Suelo dormir en hoteles porque en los albergues no descansas como es debido. Después de comer suelo ver el Tour de Francia tumbado en la cama -siempre viaja en julio- y cuando finaliza la etapa salgo a la calle a charlar con los mayores del lugar. Me cuentan historias y, además, me dicen por dónde tengo que tirar. Este año he estado en varios pueblos pequeños e incluso he comido con una familia en su cocina porque el restaurante estaba cerrado. En este mundo hay gente muy buena”.

A la vuelta, Gómez tuvo tiempo de visitar la oficina central de la empresa para la que trabajó, que está en Sabadell. Este urretxuarra se aficionó a la bicicleta de niño y llegó a competir. “Me gustaba también la juerga y recuerdo que en cierta ocasión llegué a casa a las cuatro y me levanté a las cinco para coger el tren que me iba a llevar a una carrera. No era de los mejores, pero recuerdo que en la carrera de Azkoitia, por ejemplo, anduve bien. Me clasifiqué entre los primeros y me seleccionaron para tomar parte en la subida a Mártires”.

Dejó la competición en juveniles. A la vuelta del servicio militar, fue uno de los fundadores de la sección de cicloturismo de la sociedad deportiva Goierri. Viajó por toda Europa con el grupo de cicloturistas de Urretxu y Zumarraga. Visitaron Italia, Bélgica, Holanda y Austria, entre otros países, e hicieron los recorridos de varias de las clásicas más prestigiosas: París-Roubaix, Flecha Valona y Tour de Flandes.

Dejaron de organizar viajes y decidió seguir haciéndolos en solitario. “Tras el viaje anual, dejo la bici. En agosto me voy de vacaciones y en septiembre comienzo a ir al monte. Hasta febrero no cojo la bici. Cuando decido qué viaje voy a hacer, varios amigos me ayudan a preparar el recorrido. Les gusta que haga estos viajes. Estos proyectos ayudan a cultivar la amistad”, comenta.

Todavía no sabe qué viaje hará el año que viene, pero si todo va bien volverá a colocar las alforjas en su bicicleta. “Hay que hacer algo para mantener la ilusión. Para marzo decidiré qué viaje hacer. Empezaré a andar con los amigos del grupo de cicloturismo y cuando se acerque la fecha del viaje comenzaré a entrenar solo. Suelo poner una piedra de ocho kilos en la parrilla para acostumbrarme a andar con peso. La familia me suele apoyar mucho”, concluyó Gómez.