MARIJAIA no es blogger ni influencer pero durante 9 días tiene mucha más repercusión que cualquier youtuber con cientos de miles de seguidores. Detrás de su armazón, su look, y su presencia escénica está Toño Valdivieso, un artista que se dedica a la escenografía y que lo sabe todo de esta muñeca a gran escala desde hace un porrón de años, en concreto desde el primer txupinazo en el Arriaga. Este icono festivo vive por y para Aste Nagusia y todos los años parece una novia porque su vestuario es el tesoro mejor guardado. Sin embargo, DEIA ha descubierto a su constructor, personal shopper y asesor de confianza, siempre atento de que vaya impecable y no se le mueva ni un pelo. “La vida de Marijaia es muy dura en fiestas. Por eso, me encargo de vigilar que todos los días esté bien, hay que recolocarle la cabeza, las manos... y estar pendiente de todo”. Porque, ascendida al Olimpo mitológico bilbaino, ella encarna el nacimiento, vida y muerte y resurrección anual de Aste Nagusia.

A Marijaia se la arma con cartón capa y capa. Una especie de falla con cartón y cola hasta que coge la forma y queda resistente. Sin embargo, no es una muñeca pesada. “Como mucho, unos 30 kilos, porque la parte central es una madera que lleva un tubo de hierro para que no se parta. Lo que más pesa es la tela”, explica Valdivieso. Uno de sus grandes secretos de belleza es la hierba. “Su aspecto acolchado se logra gracias a un relleno de heno que se recoge en las faldas del Gorbea. Me pareció interesante que fuera en el Gorbea porque le da un toque mitológico. Todos los años se corta para Marijaia un saco o así. No lleva más”, precisa. El pelo es de esparto. Como los estropajos de esparto de toda la vida. Y desde luego no van a llevarle a la peluquería porque los rizos le quedan requetebién.

A la dama de la fiesta le encanta vestir exagerada con colores chillones y estampados de flores y se aplica una capa de colorete que parece pintura plástica con un centímetro de espesor. Por eso, su vestuario necesita metros y metros de tela. “Solo la falda puede llevar cuatro tiras de 1,80 metros de largo por 1,40 de ancho... Tela hay mogollón. Vamos Mari Puri Herrero y yo a la tienda y no escatimamos. En concreto la tela de la falda de este año es cara de narices. Además, siempre tenemos más tela de repuesto por si se rompe o pasa algo”, relata Toño, quien bromea asegurando que Marijaia es como de la realeza. “Si, porque ellos siempre llevan un kit con sangre y dos médicos detrás. Esto es parecido”, dice guasón.

Su proceso de construcción se repite mimético cada año. “Empezamos a hacer el cuerpo y la cabeza, la cabeza se la llevo a Mari Puri y ella la pinta. Por eso existe un molde que garantiza que cada año su cara sea la misma. Una vez que tenemos todo montado, vamos a una tienda del Casco Viejo y nos dejan revolver entre los textiles. Este año vimos el tejido de la falda, nos pareció muy chulo y todo partió de ahí. Algún año podemos estar tres horas en la tienda y hasta nos tienen que esperar para cerrar, y otras veces lo hacemos muy rápido”. Toño reconoce que este año, va elegantona. “Todo depende de las telas del mercado y este año está muy elegante con esas lentejuelas en la cintura. Parece de boda”. Marijaia siempre plantea algún reto. “Es un trabajo muy artesanal y nunca sabes cómo va a resultar el acabado final. Igual la ropa le sienta distinta porque la tela queda de otra manera, o la cara se mueve un poco más. Pero lo que está claro es que la forma tiene que ser absolutamente reconocible”, sintetiza Valdivieso, con la satisfacción del trabajo bien hecho.