AUNQUE en la televisión, en las redes sociales y los medios en general, nos vendan lo último, el viajar, el conocer, el vivir rápidamente..., la realidad vital sigue siendo la misma: cuando se vive más despacio las posibilidades de vivir más, pero sobre todo mejor, están casi aseguradas. Esto es lo que propone el movimiento slow, que aboga por valorar realmente el tiempo y llevar una existencia más relaja, más pausada.

En el marco de una sociedad que sobrevalora la complejidad, Orlando presentó ayer el Estudio de opinión Barómetro Tomate: ¿qué le preocupa a la población del Estado en su día a día? a través del cual invita a la reflexión sobre el ritmo acelerado de nuestro día a día. Fijándose en el movimiento slow, la firma ha creado Línea Tomate, la primera línea directa para conectar y aprender de los habitantes de Lekeitio, “que ya se toman la vida de otra manera”.

La compañía alimentaria ha hecho un “guiño” al municipio costero, elegido como uno de los 10 pueblos slow del Estado por la plataforma Cittaslow, porque los lekeitiarras han asumido en su vida diaria esta filosofía de la calma. Por ello se instalaron unas cabinas telefónicas en el centro del pueblo donde varios de sus habitantes estuvieron disponibles a través de la Línea Tomate para dar consejos a todas las llamadas de otras ciudades del Estado e inspirarles a que adopten el estilo slow.

En el estudio ha intervenido la experta en psicología de la salud, Patricia Ramírez Loeffler quien destaca que “nos hemos metido en un ritmo de vida con un cerebro multitarea que no somos capaces de soportar; nuestra mente y cuerpo se resiente y llega un momento en el que tenemos que desacelerar. Debemos de aprender a llevar la vida de una forma distinta, sabiendo relativizar; necesitamos también saber comer de forma serena y comprar alimentos que nos mimen y cuiden”.

La psicóloga apuesta por dedicarle rato gente, al apoyo social, a relacionarnos en vivo y en directo, a poder decidir cuándo atender el teléfono, “que no todo tenga que ser tan inmediato; hay que disfrutar de los pequeños momentos de la vida”.

¿Pero la sociedad está montada para hacer todo lo contrario? “Sí. Además, las medidas que hay tampoco nos ayudan, porque la mujer quiere desarrollarse a nivel profesional y disfrutar de su trabajo, pero también desea ser madre, pareja y amiga. No nos damos cuenta de que tenemos que empezar a establecer prioridades y el entorno político nos debe de ayudar con medidas de conciliación para que podamos llegar a todo. Porque en cuanto nos dedicamos un poco de tiempo a nosotras nos aparece el sentimiento de culpabilidad y remordimiento como si estuviéramos desatendiendo a nuestros hijos, a la madre, al trabajo... Queremos llevar todo a la vez con un nivel de exigencia y perfección que solo nos genera estrés”, reconoce.

Del barómetro se desprende que los vascos y las vascas somos los que menos tiempo dedicamos de media al día a las redes sociales (1,28). Paradójicamente, la ciudadanía de Euskadi es la que menos tiempo destina a cocinar a diario (1 hora), frente a los extremeños que son los que más tiempo cocinan en su día a día. Por otro lado, el 60% de los vascos declara estar satisfecho con su estilo de vida actual, aunque el 47% de los encuestados está conforme, pero cree que sería necesario desacelerar su ritmo de vida.

La psicología recomienda seguir la filosofía slow, o movimiento lento, que consiste en estar en plenitud en cada momento. “Hay que desacelerar y buscar los pequeños instantes, en vez de preocuparnos por cosas que son a veces nimias”, recalca.