Al frente de esta película está la directora navarra Rosa García Loire, quien cuenta las vivencias de la expedición invernal del alpinista vizcaíno en el Manaslu, una historia que mezcla el alpinismo, la solidaridad y la energía renovable. Esta aventura está considerada la primera ascensión no contaminante alimentada por paneles solares. De la mano de Álex Txikon los espectadores conocerán en este documental el trabajo de la Fundación EKI, institución que centra su actividad en el suministro de fuentes de energía eléctrica autónoma en países en vías de desarrollo, y propone replicar la idea en una escuela en el valle de Diamer, en Pakistán. Txikon reconoce que no puede estar parado, que es un culo inquieto y que prestar ayuda a los demás es una de sus motivaciones principales. De hecho, hace apenas quince días, en plena promoción de su película, no tuvo ninguna duda a la hora de embarcarse en otra acción. Se montó en un autobús de Matia Fundazioa para alcanzar otra cima: llevar ayuda humanitaria a Ucrania y regresar con 60 refugiados.

Se mete usted en mil historias y es un culo inquieto

Hay que estar siempre peleando y ayudando a los demás. Me llena más ayudar a los demás que la actividad alpina.

Pensábamos que su sueño era coronar cumbres...

Según vas haciéndote mayor, una sonrisa de un niño o de una persona que necesita ayuda te llena tanto o más que una cumbre. Cuando tienes veinte años igual no te fijas en lo importante que es echar una mano a la gente, pero hace algún tiempo que me di cuenta de lo feliz que me sentía viendo una sonrisa.

Incluso ha atendido un parto.

Si yo te contara€ Nos tocó una situación acojonante. Estábamos en el campo base debajo del pueblo de Samagaun (Nepal) y recibimos una llamada por walkie talkie que nos avisaba de que una mujer estaba de parto. ¡Menudo final de expedición! Fue maravilloso ayudar a traer un crío al mundo. Cuando llegamos al hospital, llenos de sangre, el médico nos preguntaba quién de nosotros era el padre. Fue acojonante. Nos ayudó en el parto, en Txanton, Martínez-Astorkiza, ginecólogo. Le preguntaba por teléfono qué hacer. El que se llevó la peor parte quizá fue Iñaki Álvarez, un compañero, y en la parte final estuvimos Iker Mediavilla y yo.

El próximo sábado se estrena un nuevo documental, Anwar

Está grabado en plena pandemia. Llegamos a Katmandú el 1 de enero de 2021, los únicos turistas éramos nosotros y menuda cuarentena nos tuvimos que chupar. Llevaban meses sin ver un turista por allí. En el documental se habla principalmente de Nepal en la zona de Manaslu, pero salen Sierra Leona y Pakistán. Fue una aventura con incidentes, porque a la vuelta a Nepal cogí el coronavirus y me pasé veinte días metido en un hotel pasando las de Caín. No todo ha sido sencillo, ha habido momentos difíciles, pero lo bonito de esto es que estamos a las puertas del estreno y hay muchas entradas ya vendidas. Ojalá podamos llenar el auditorio del Euskalduna.

A pesar de los momentos duros...

€no tiramos la toalla y aquí estamos. Hubo momentos muy positivos y momentos muy malos. Cuando llegamos a Sierra Leona el equipo casi entero dio positivo en coronavirus. No puedes ni imaginarte la dureza.

Hemos empezado la entrevista diciendo que no sabe parar. Tiene que acabar agotado.

En esta aventura estaba agotado después de lo que había pasado en Nepal y del coronavirus, ya no quería montarme de nuevo en un avión, pero me dije: Vamos adelante. Nos ha tocado pasar por todo. Tengo que agradecer mucho a todo el equipo que nos ha acompañado. Es que si no es por los que nos han acompañado, este documental no podría haberse hecho.

¿Por qué tenemos que ir a ver su película? Véndala.

Es una peli con valores, que habla de muchas cosas que se han perdido. Puede gustar más o menos, pero todo es realidad, no es ficción. Sobre todo hay historias de verdad, de ayuda humanitaria, de solidaridad, de empatía€ Habla de aspectos que quedan en segundo plano en nuestros días acelerados, en los que solo miramos por nosotros mismos, por nuestros traseros, pero cómo nos afecta a nuestros traseros nos da igual.

Recuerdo una entrevista en la que se definía como albañil, aizkolari y montañero. No tengo dudas en lo de montañero, pero, ¿qué pasa con sus facetas de albañil o aizkolari?

Ja, ja, ja€ Pues me encanta el deporte rural y sigo ahí. Y me apasiona la montaña y la escalada, estoy pillado por todo lo que tenga que ver con ello, pero también me gusta mucho el tema de la construcción. Lo hago de manera altruista, ayudo a amigos. Es que me gusta hacer chapucillas. Supongo que el Álex que has entrevistado en distintas ocasiones ha ido evolucionando a un ritmo agigantado. ¿Sabes por qué?

No, pero lo va contar, seguro.

Parece que esto se va acabando, ya estamos en la barrera de los 40 años.

No sea exagerado, son solo 40 años, muchos dirían que es un chaval.

Ja, ja, ja€ Lo que tú digas, pero el calendario es como un cronómetro. No sé, es como una final de Copa. Los últimos diez minutos de partido para la Real seguro que fueron eternos y para el Athletic se pasarían en un abrir y cerrar de ojos. Pienso que según vas creciendo y evolucionando, el tiempo pasa con más rapidez.

¿El paso del tiempo le hace más impaciente?

No lo sé. Queremos hacer tantas cosas€ No es que sea más impaciente. Lo que ocurre es que ves que el tiempo se te escapa de las manos y tienes muchos proyectos en la cabeza.

¿Es una buena combinación el hacha y el piolet?

Son complementarias. Me llenan, y lo que más me llena es aquel campo en el que vierto todas las energías.

Lo que parece gustarle en demasía es el riesgo.

Pero no voy a buscarlo.

Cuando va a una expedición de alta montaña en pleno invierno y escalando de noche el riesgo es su principal compañero de viaje.

Quizá es que hay gustos diferentes. Hay a quien le gusta coger setas, otros disfrutan cogiendo olas o jugando al mus. Cada persona, cada aficionado, cada deportista€ sentimos al final lo mismo, pasión. El riesgo puede existir, pero yo no busco la pasión a través del riesgo.

¿Da tiempo a pensar en algo cuando se corona una cumbre?

Bueno, al final, cuando llegas a una cumbre, de lo que tienes ganas es de llegar de nuevo al campo base para disfrutarlo. Hasta que no llegas al campo base no has completado el reto.

Queda dicho que acaba de cumplir 40 años. A esta década se la considera culpable de muchas crisis existenciales.

Si me preguntas si estoy en crisis o si la he pasado diré que no tengo tiempo para crisis. Siempre estoy para arriba y para abajo, soy ese culo inquieto del que hablábamos antes. A veces acierto y otras no, pero como líder de equipo tengo que tomar decisiones.

¿Le gusta hacerlo?

A veces sí, otras no. Hay momentos en los que tengo que decir cosas a la cara que a la gente no le gusta escuchar. Mi posición no es fácil, pero siempre hago las cosas desde la humildad y sin pisar a nadie. Creo que soy buena persona y muy experimentada en lo que hago. Me gusta ayudar, y a los que han venido conmigo, lo mismo.

¿Cuántas veces ha visto la muerte cerca?

Muchas. Cuando estás aquí le tememos más a la muerte, y cuando estás en la montaña, la ves más cerca y te acostumbras más a ella. Hay que tener en cuentas las personas que he visto fallecer. En ocasiones toca ser valiente y enfrentarte a situaciones duras. Ha habido momentos en las que no hemos hecho casi nada, ni siquiera ponernos los crampones, la pala la he tocado para quitar nieve y el piolet para quitarla en los faldones de las tiendas de campaña. Me he jugado la vida muchas veces para subir a un campo 1, a 5.750 metros. Al miedo hay que vencerlo tomando decisiones y no pensando que si te toca, te toca. Pero claro que no voy buscando ni riesgos ni la muerte.

Suponemos que su familia contenta no estará...

Imagino que no, pero son muchos años ya y familia y no familia, los amigos, se han acostumbrado. Ellos saben lo que hacemos y lo respetan.

¿Qué es lo que peor lleva cuando está en el campo base?

Llevo bien la incertidumbre, y lo que peor llevo es mandar a la gente. Soy muy exigente, como también lo son los retos que hacemos. No siempre, pero hay ocasiones en los que la gente no está a la altura de las circunstancias. Repito las cosas hasta tres veces.

¿Y a la cuarta?

Trato de aislar a la persona que no está cumpliendo. Trato de solventar esa carencia trabajando otros aspectos en otras personas para cubran las posiciones que quedan al descubierto.

¿Qué hace cuando no está en la montaña?

Me gusta pasar el tiempo entre amigos y escalando a mi aire, haciendo lo que me gusta realmente.

¿Se siente más cómodo cerca de las nubes que en el asfalto?

Eso siempre. Además tengo poco tiempo para pisar el asfalto en el sentido que dices. Siempre estoy metido en proyectos que tienen que ver con la montaña. Me gusta estar cerca de las nubes y a veces parece que estoy en las propias nubes. Disfruto con lo que hago y me siento feliz.

¿Puede vivir bien de la montaña?

Podríamos dejarlo en que vivo. A veces lo más importante es lo más simple: disfrutar con lo que haces.

Hemos hablado del miedo, pero hay momentos en los que parece que algunas personas no lo sufren.

Eso no es verdad. Todos tenemos miedo y miedos. A mí el miedo me sirve para estar alerta, para ser consciente de que arriesgar por arriesgar es un error que puede costarte la vida. Claro que hay veces que sientes miedo, pero tienes que controlarlo, no puedes dejar que te domine. Si ocurre, estás perdido. Pero miedo tenemos todos.

Álex Txikon y Rosa García, directora de la película, en el estudio.

PERSONAL

Edad: 40 años (12 de diciembre de 1981).

Lugar de nacimiento: Lemoa (Bizkaia).

Familia: Es el menor de trece hermanos, siete chicas y seis chicos.

Inicios: Cuando se metió de lleno en el mundo de la montaña era albañil de profesión y aventurero de vocación. A los 3 años ya subió al Gorbeia de la mano de su hermano Javi, quien le inculcó el amor por la montaña.

Trayectoria: Junto al club alpino Ganzabal se inició en los Pirineos, Picos de Europa y Alpes, a los 17 años ya viajó a la cordillera del Pamir, y con apenas 21 años coronó su primer ochomil, el Broad Peak (8.051m) en el Karakorum (Pakistán). Desde entonces ha participado en muchas expediciones, ha coronado las cumbres más altas del mundo, y sobre todo, tal y como a él le gusta recalcar, ha vivido "experiencias únicas en lugares maravillosos rodeado de gente igualmente extraordinaria".

Aficiones: Le gusta manejar el hacha -es aizkolari aficionado- y también levanta piedras. Es una persona muy familiar que intenta disfrutar con los suyos el poco tiempo que le deja últimamente la montaña. El récord de salto base se lo dedicó a su padre ya fallecido. Cuando el tiempo se lo permite se dedica a la albañilería (por afición) y a salir con sus amigos, aunque sabe que les tiene un poco abandonados.