OMO tanta otra gente polifacética y poliédrica, Crisanto Lasterra fue de todo en su vida. Periodista, crítico de arte y humorista gráfico que utilizó en sus inicios como crítico de arte el pseudónimo El pillete de Brooklyn y firmó sus caricaturas como Cri-To o C-T. Lasterra fue defensor de la modernidad artística e incluso, ya antes de la Guerra Civil Española, interiorizó determinados planteamientos moderados de la Vanguardia artística.

Un extracto de su oceánica biografía nos recuerda que estudió en Donostia y se inició allí en el periodismo, en el dibujo y en la caricatura. En el año 1918 se trasladó a Pamplona y posteriormente recaló en Bilbao. En esta ciudad consolidó una fructífera trayectoria periodística, ya que se convirtió en colaborador habitual del diario Euzkadi desde 1919 hasta su desaparición en 1937. Fue uno de los principales críticos de arte de este diario junto con El de Iturribide (Alfredo de Etxabe) o Dunixi (Dionisio de Azkue) y también uno de sus más destacados caricaturistas junto con Bon (Román Bonet) o Kili-Kili. Entre 1920 y 1921 colaboró también en la revista Hermes (1917-1922), principalmente en su sección Hombres, hechos, intereses, ideas. Como caricaturista, participó en la Exposición de Pintura, Fotografía y Caricatura celebrada en Irun en 1925 con motivo de las Fiestas Patronales.

He ahí solo un pellizco de su trepidante vida. No por nada, se tiene constancia de que, al menos en 1932, compaginaba su labor periodística con un trabajo como secretario en la Cámara de la Propiedad que conservó hasta su jubilación. Fue miembro de la Junta del Museo de Bellas Artes de Bilbao entre 1931 y 1935. En la década de los treinta fue, además, miembro de las juntas del Sindicato Profesional de Periodistas, de la Asociación de la Prensa, del Hospital Civil y también de la Junta Administrativa de Vista Alegre.

Sigamos con el vuelo. En 1947 Crisanto Lasterra fue nombrado secretario-subdirector de ambos museos y, a la muerte de Manuel Losada en 1949 quedó como director en funciones hasta que fue nombrado definitivamente en su cargo en 1952. Compatibilizó sus labores en la dirección del Museo con su trabajo en la Cámara de la Propiedad de Bizkaia hasta su jubilación en este último puesto. Esto último le permitió dedicarse a tiempo completo a la dirección del museo hasta su fallecimiento en 1974. Asimismo, fue miembro de la Junta de Cultura de la Diputación de Vizcaya desde 1951 hasta, al menos, 1958, último año del que se conservan actas. Su labor, dicen, fue determinante como motor de los Amigos del Museo, que durante años participaron en la dinamización de la vida cultural de la ciudad de Bilbao.