Siempre quiso ser actor y desde hace un tiempo ha conseguido por fin poder vivir de su profesión. Ahora está inmerso en desarrollar varios proyectos teatrales, estudiar guion y escritura. Espera con ilusión el rodaje de la próxima temporada de La que se avecina para volver a subirse en esos vertiginosos tacones que ya casi domina y convertirse de nuevo, gracias a un impecable trabajo de maquillaje y vestuario, en Alba Recio, su sorprendente personaje.

¿Cómo ha cambiado Alba en los años que lleva desarrollando el personaje?

De una forma muy natural. Todo ha sido jugar mientras iba desarrollándolo junto a la directora de la serie, Laura Caballero. En los tiempos que vivimos todo va muy deprisa y el personaje de Alba nació muy deprisa.

Pues un personaje así parece difícil de improvisar.

Fue una llamada, tener la propuesta del personaje, y al día siguiente ya hice pruebas de maquillaje y vestuario. Y dos días después ya estaba en plató, rodando.

¿Fue difícil plantearse un personaje fuera de su género, el de una mujer?

No tuve mucho tiempo ni para pensármelo, pero es cierto que me planté ante un espejo y me dije: ¿Cómo sería si fuera una mujer? Ya digo que Alba nació de una forma un poco precipitada, pero ha ido creciendo mucho en plató de la mano de Laura, la directora, de los guionistas€

Y de usted, ¿no?

También, claro, pero Alba es un personaje un poco de todos, incluso de los departamentos de maquillaje y vestuario, que hacen un trabajo brutal cada vez que voy.

Dominará ya la técnica de andar con unos tacones de vértigo...

He aprendido, he aprendido, y no me ha quedado otra, la verdad, pero uno no acaba de acostumbrarse, aunque creo que los llevo con mucha dignidad. Desde luego que cómodos no son.

Su personaje, de cara al exterior, tiene muchas aristas. Es transexual, está abordado desde el punto de la comedia y hay corrientes de opinión que señalan que este tipo de papeles deben ser interpretados por una persona trans.

Y tienen razón, pero lo cierto es que cuando Alba nació no estábamos acostumbrados en España a ver a un personaje trans en una serie de prime time. En ese sentido, La que se avecina se arriesgó mucho. La serie nunca ha pretendido ser un referente ni un ejemplo de nada. Su objetivo es entretener, y para a mí ha sido un honor interpretar a este personaje. Si de alguna manera hemos conseguido meter en la cabeza del espectador que un chico puede perfectamente que se sienta chica, o viceversa, me doy por satisfecho.

¿Este es su personaje más especial?

Por supuesto que es especial. Yo abro el pecho para interpretarlo y entiendo que también haya gente a la que pueda nogustarle, pero si no ampliamosel abanico con los tiempos quecorren, no podríamos hacercomedia. La que se avecinaapostó por Alba y acertó, peroes verdad que vivimos tiempos en los que la piel de algunos está muy sensible. Para mí, todos mis personajes son muyespeciales y respeto todas lasopiniones que pueda haber,sobre Alba o sobre mi interpretación. Personalmente, lo queme gusta es dar vida a unospersonajes, porque amo estaprofesión.

Una profesión en la que lleva ya mucho tiempo.

Considero que soy actor desde que nací. Es algo que estaba en mis adentros. Yo nací en unpueblo de Castellón que se llama Onda y allí había muy poca relación, o ninguna, con elmundo de las cámaras. Sin embargo, sentía una granatracción por las varietés quese representaban en el pueblo. Algo me decía por dentro queyo quería estar en esos escenarios desde donde se veía al público emocionarse con loque pasaba allí arriba. Con trece años hice miprimera incursiónen una peli, Aquitania, y desde entonces hasta ahora,que tengo treinta, podría decirse que estoy eneste mundo. Así que llevoen él casi veinte años

Una profesión que es un carrusel en todos los sentidos.

Es un constante sube y baja, sí, una profesión para estar en constante motivación, porque si no te motivas puede que lo pases peor y los tiempos son los que son en estos momentos.

¿En qué momento está usted ahora mismo?

De parón. Han acabado por el momento los rodajes de La que se avecina y los bolos de teatro se han parado un poco con esto del coronavirus. Estoy en una obra con María Garralón y Raquel Infante, Háblame, pero las últimas representaciones se han caído. También te puedes reinventar, y de hecho he creado junto al que fue mi profesor de teatro un monólogo.

¿Y de qué va ese monólogo?

Precisamente de la lucha contra el género, de dejar de lado los pronombres él y ella. Es un monólogo que quiere hablar de seres humanos, de lo que habita debajo de la piel de cada uno. Es algo diferente a lo que la gente está acostumbrada a ver de mí, una cosa muy cruda, pero también con mucha magia.

¿Atisba un futuro incierto?

Depende de cómo lo mires. A nivel teatral ya te he comentado lo del monólogo y de Háblame, y los voy a compaginar también con otro proyecto que se llama Clímax. Además, estoy aprovechando este tiempo para hacer un curso de guion y solo puedo decir que a nivel de cine y televisión el tema está un poco parado.

La próxima temporada que graben, La que se avecina se centrará en una mudanza.

Efectivamente, pero es tal el secreto que hay alrededor de esta mudanza que se ha convertido en algo así como el de la fórmula de la Coca Cola.

No diga que no sabe nada.

No, no sé nada. Sé que hay una mudanza, como lo sabe todo el mundo, pero no sabemos ni a dónde ni cómo se va a hacer.

Volvamos a Alba, ¿cómo la definiría?

Diría de ella que ama la vida. Es una mujer que necesita tener a alguien al lado para comprender esa vida que tanto ama. El camino que emprendió en la octava temporada le está sirviendo para aprender cada día a quererse un poco más, pese a esa locura y esa montaña emocional en la que vive. También diría que es una luchadora.

Y vive en una comunidad muy particular y con unos padres, los Recio, peculiares.

Es que a ella no le queda otra que luchar. O se defiende, o se la comen en esa comunidad de locos. ¡Madre mía, qué vecinos!

¿Se imagina vivir en una comunidad similar?

Creo que no. Es más, pienso que nunca me he encontrado a vecinos de este tipo. De hecho, mi cuarentena fue aburridísi ma. Yo vivo en un piso interior de la calle Atocha y solo tenía un vecino que ni siquiera salía a la ventana para los aplausos a los sanitarios. Eché de menos una comunidad un poco loca como la de Montepinar. Me apetecería tener vecinos tan divertidos.

Pues tener en el piso de al lado a Antonio Recio tiene que ser droga dura...

Tienes razón, retiro lo dicho, ja, ja, ja€ Pero quizá puedas tener a una Cuqui (Eva Isanta) o una Vanesa Romero. Hubiera estado muy bien tener cerca a algunos personajes de estos.

¿Qué sueños tiene que no se han cumplido?

Algunos. Yo de niño soñaba con ser el dueño de un parque de atracciones que me había invitado en mis libretas. Después me llamó mucho la atención el mundo de la psicología, también la publicidad y el marketing, pero siempre tuve fe en mi vocación de actor y al final es lo que he terminado siendo.

Eso de poner copas, vender ropa o ser teleoperador€

Ja, ja, ja€ A día de hoy puedo vivir de mi trabajo, pero hubo una época en la que me pasé una buena temporada, un año, como camarero. Fue justo cuando terminé la serie Con el culo al aire.

¿Y se agobió?

No. Fue un tiempo curioso en el que redescubres las motivaciones para seguir luchando por tu trabajo. Ahora me estoy planteando hacer el acceso a la universidad para mayores de 25 años, pero hoy, ahora, puedo decir que gracias a Dios sí que vivo de mi trabajo.

Ligado casi siempre a la comedia...

Es verdad, pero en televisión comencé con un papel muy dramático en Física o química. Mi personaje secuestró un instituto y mató a uno de los protas, el que interpretaba Javi Calvo.