El Partido Popular Austriaco (ÖVP) anunció ayer que acepta la invitación del ultraderechista Partido Liberal Austriaco (FPÖ), ganador de las elecciones del pasado 29 de septiembre, para negociar la formación de un nuevo gobierno en Austria. Así lo informó en rueda de prensa el presidente interino del ÖVP, Christian Stocker, sucesor del hasta ahora canciller federal y exlíder democristiano, Karl Nehammer, quien dimitió tras fracasar las conversaciones sobre un ejecutivo tripartito entre conservadores, socialdemócrata y liberales para alejar al FPÖ del poder.
La directiva del FPÖ dio su visto bueno al líder ultraderechista, Herbert Kickl, para iniciar las conversaciones con Stocker esta misma semana, con el objetivo de iniciar las negociaciones formales sobre una coalición lo antes posible.
El líder democristiano repasó ayer los principios básicos que en su opinión deben mantenerse en el país, como un Estado de Derecho fuerte, libertad de expresión y de prensa, una Justicia independiente, la lucha contra el antisemitismo y la participación activa de Austria en la UE.
De esta forma, Stocker parecía querer dejar claro ante Kickl que su partido no está dispuesto a renunciar a ninguno de esos principios durante las negociaciones.
Si bien los programas de FPÖ y ÖVP son muy similares en política económica y migratoria, son muy diferentes en política exterior, judicial, de seguridad y de libertad de expresión.
Persisten las dudas
El temor de los demás partidos y de la sociedad civil es que un ejecutivo liderado por el FPÖ acabe socavando el Estado de Derecho y limitando la libertad de prensa y la independencia de la Justicia, siguiendo el modelo de Hungría o Eslovaquia.
De hecho, el líder húngaro, el ultraderechista Viktor Orbán, es uno de los principales aliados de Kickl, quien rechaza las sanciones occidentales contra Rusia y cuyo partido firmó en 2016 un acuerdo de amistad con “Rusia Unida”, la formación del presidente ruso, Vladimir Putin.
En aparente referencia a esos lazos del FPÖ con Moscú, Stocker destacó ayer que su partido desea “una democracia y una sociedad que puedan resistir” a las actuales amenazas, en particular de Rusia.
“No queremos ninguna dependencia, especialmente de Rusia, lo que significa que queremos que Austria tenga plena soberanía frente a cualquier influencia extranjera, y eso también significa que necesitamos aliados, que es lo contrario del aislamiento”, concluyó el nuevo líder conservador.
“Voy a tener la conversación (con Kickl) pero necesito respuestas sinceras”, dijo Stocker, quien a diferencia del líder ultraderechista, sí aceptó preguntas de la prensa.
Nombramiento
En este contexto, el ministro de Exteriores de Austria, Alexander Schallenberg, se convertirá mañana en el jefe de Gobierno interino después de la dimisión del canciller conservador Karl Nehammer tras fracasar unas negociaciones de coalición que dejaran fuera a los ultras del FPÖ.
La Presidencia anunció ayer el cambio al frente del Ejecutivo hasta que se forme una coalición de Gobierno estable surgida de las elecciones del pasado 29 de septiembre, en las que el FPÖ venció con el 28,8% de los votos.
Schallenberg asume el cargo al ser el político del actual Gobierno con más años de experiencia en el Ejecutivo después de la renuncia de Nehammer, que había prometido que bajo su liderazgo el Partido Popular (ÖVP) no aceptaría al FPÖ en la cancillería.
El ministro de Exteriores, de 55 años, es un veterano de la diplomacia austriaca y esta es la segunda vez que asume el cargo de jefe de Gobierno austriaco después de un breve periodo en 2021, tras la dimisión de otro canciller conservador, Sebastian Kurz.