La capital oscense es una ciudad ideal para pasear, de vida sosegada y gentes hospitalarias, repleta de monumentos dignos de visitar. La primera parada puede ser en su catedral gótica, construida sobre la antigua mezquita musulmana. Enfrente se halla el Ayuntamiento, ubicado en un palacio renacentista aragonés del siglo XVI. A pocos metros se encuentra el Museo Provincial. Hay que visitar el conjunto que forman la iglesia y claustro de San Pedro el Viejo. Este es uno de los ejemplos más importantes del románico aragonés. La capilla de San Bartolomé, en su claustro, es también panteón real.

No hay que perderse el parque de Miguel Servet, situado en el corazón de la ciudad. Recorrer la calle del Coso y contemplar el Casino modernista; llegar hasta la muralla musulmana y, finalmente, reponer fuerzas en sus zonas de tapas o saborea su afamada repostería: castañas de mazapán.

Para muestra, las imágenes de la iglesia de San Pedro el Viejo y el Ayuntamiento de Huesca.

Valle de Ansó

Si el viajero busca naturaleza en estado puro, pueblos con encanto y de arraigadas tradiciones, y la posibilidad de hacer deporte en un marco incomparable, los valles más occidentales de Aragón son una buena opción. Es el caso del valle de Ansó, cerca del límite con Navarra.

En el municipio del mismo nombre es digno de ver sus calles empedradas y lo bien conservado que está su casco urbano, tanto es así que en 2006 fue declarado Bien de Interés Cultural por el Gobierno de Aragón como Conjunto Histórico-Artístico. En la cabecera del valle de Ansó se sitúan los entornos naturales de Zuriza y Linza con extensos bosques de hayas, abetos y altas praderas que muestran una espléndida riqueza ecológica.

Algunas de las actividades más comunes en esta zona son el esquí de travesía, el rafting y el senderismo a todos los niveles. Y las visitas a rincones como el Museo Etnológico, la Torre Medieval o la ermita de la Virgen de Puyeta.

Ordesa, paraje emblemático

El valle de Ordesa es el paraje más emblemático y visitado del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, además de uno de los primeros espacios protegidos de Europa. Está reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y atesora una biodiversidad de valor incalculable Su superficie se distribuye entre Puértolas, Bielsa, Fanlo, Broto, Tella-Sin y Torla-Ordesa.

En sus paisajes se pueden ver ríos, cascadas, valles, glaciares, barrancos y saltos de agua. La famosa Cola de Caballo es espectacular, cascada situada al fondo del valle de Ordesa (a la derecha).

El pico más elevado es el macizo de Monte Perdido, con una altitud superior a los 3000 metros. También hay un amplio muestrario de plantas, con más de 1.500 especies de la flora pirenaica. En cuanto a la fauna, este paraje está habitado por quebrantahuesos, buitres leonados, águilas reales, marmotas o bucardos, entre muchos otros.

Y ya sea para hacer deporte o para hacer fotografías desde alguno de sus miradores (como el del Molar o el de Bacarizuela), este entorno natural convierte cada excursión en una visita única.