Miguel Madariaga (Lemoiz, 1944) ha estado toda la vida ligado al ciclismo, pero su mejor momento llegó de la mano de la Fundación Euskadi. “La Fundación que duró 25 años, no la de ahora”, matiza. Con ella, el ciclismo vasco tocó techo con las victorias de etapa en el Tour de Francia de Roberto Laiseka (2001), Iban Mayo (2003) y Samuel Sánchez (2011) y con ella también surgió la llamada marea naranja que asombró en los Pirineos. De hecho, Madariaga tiene claro que si la Grand Départ saldrá desde Bilbao el próximo sábado es, sobre todo, gracias al trabajo que la Fundación realizó durante más de dos décadas.

La Fundación Euskadi y el Tour siempre han estado ligados. De hecho, su creación surgió en la edición que partió desde Donostia en 1992. ¿Cómo recuerda ese momento?

—No sé de dónde ha salido esa información porque la he visto publicada en varios sitios, pero eso no es así. La idea de hacer un equipo vasco no salió del Tour de Donosti, sino en una etapa del Tour del 90, en Lourdes, junto a Alberto Pradera, Diputado General de Bizkaia.

O sea que no tuvo nada que ver con lo que se cuenta.

—Nada, de nada, de nada. Y te cuento cómo fue.

Sí, cuénteme.

—Fuimos Alberto y yo al Tour; y como conocía a los que corrían pues estuvimos en los hoteles donde se alojaban los ciclistas. Ahí estuvo también Pedro Delgado, al que conocía desde juveniles, y Arsenio González; y un día tomando café en una terraza tras la cena Alberto dijo: ¿No se puede crear un equipo de estos en Euskadi? Y recuerdo decirle que eso era algo muy grande. Al día siguiente estuvimos en la salida de etapa y luego nos volvimos a casa, pero Alberto no dejaba de insistir.

¿Qué pasó después?

—Al año siguiente, en el 91, fuimos de nuevo al Tour, esta vez a Jaca. Y ahí volvió a salir el tema, esta vez con el difunto Juan Carlos Urrutxurtu, que era periodista. Querían saber si se podía hacer una fundación, pero en aquel momento yo era trabajador de la Diputación y fueron ellos, Alberto y Urrutxurtu, los que llevaron el tema. Yo solo les llevaba donde ellos me pedían. Iban con ellos y nada más. Y así nació la primera piedra de la Fundación Euskadi. De hecho, te voy a decir que la primera reunión que se hizo fue en la Diputación de Bizkaia en 1992. Me acuerdo porque fue el año que Marino Lejarreta se cayó en la carrera de Amorebieta y dejó la bici.

¿Y qué ocurrió en esa reunión?

—Yo estuve escuchando. Alberto y Urrutxurtu hablaron. En esa reunión salió la primera plataforma para hacer la Fundación. Yo no estaba ni en pintura. ¿Y qué pasó? Que lo que primero que hicieron los que estaban escogidos para sacar la Fundación fue ponerse sueldos impresionantes. Como así no se iba a ir a ningún lado, le dieron una vuelta al tema y de la noche a la mañana Alberto me llamó a su despacho con Juan Carlos Urrutxurtu. Nos dio las órdenes a los dos y así salió la Fundación Ciclista Euskadi.

¿Cómo fueron los primeros años?

—Un sinvivir para mí y para el difunto Juan Carlos porque se sacó la Fundación y en el 94 ya estuvimos en la carretera. Hubo que hacer todo rápido y las cosas que se hacen rápido siempre aprietan. Como detalle, en la Vuelta a Andalucía de febrero del 94 ya estábamos ahí. Y fuimos sin seguro de los coches oficiales, como pedían en la organización. Así empezó el trabajo en la Fundación, esa fundación en la que se fijaron tanto en Francia como en todas partes. Todos se fijaron en el devenir de esa fundación.

Después llegó la época mala.

—Estuvimos en las carreteras el 94, 95, 96 y 97. Pero en el 97 ya era solo la Fundación, sin los apoyos suficientes. Alberto Pradera dejó de ser diputado, pero Urrutxurtu me pidió que no nos echáramos atrás. Así que los dos lloramos, uno en el hombro del otro, y la Fundación tiró para adelante.

¿Cuándo entra Euskaltel en la ecuación?

—Dimos con el que a la postre acabó siendo lehendakari, Juan José Ibarretxe, que por aquel entonces era vicelehendakari. Yo a Juan José le conocía de haber sido ciclista y tenía confianza con él. Me conocía y yo le conocía. Así que fui a pecho descubierto a la oficina del lehendakari Ardanza y me dijo que estaba naciendo una empresa que era Euskaltel. Ahí empezó el apoyo de Euskaltel.

Uno de los momentos cumbre fue el desembarco en el Tour de Francia de 2001.

—Sí, Alberto siempre decía que si no corría el Tour, la Fundación no tenía vida. Eso se quedó grabado en mi mente y le daba vueltas todas las noches. Así que me armé de valor y con Ramón Mendiburu hijo, que hizo de intérprete, pedí una reunión y fui a hablar con Jean-Marie Leblanc, que era director del Tour en esa época. Me recibió fenomenal en la salida del Tour del 99, el primero que ganó Lance Armstrong. Estuvimos con él y le expuse lo que era la Fundación. Me dijo que le interesaba, que le hablara más del equipo, de qué camino llevábamos porque tenía buenas referencias mías. Por aquel entonces ya habíamos corrido un Tour del porvenir, con chavales. Entonces me dio una nota escrita a mano por él, en francés, en la que decía los requisitos que tenía que cumplir para que el Tour nos invitase.

¿Y qué requisitos eran?

—Lo que no teníamos: una imagen logística, con autobuses, con coches… una estructura y una visión de lo que éramos. Pero nos dijo que nos iba a ayudar y ahí empezó nuestro idilio con el Tour porque por mucho que algunos ahora crean que entienden lo que es el Tour, hasta que no pase por Bilbao y por Euskadi, nadie va a saber lo que arrastra. Nadie va a saber lo que es. Pero el primer paso para que este Tour esté en Bilbao empezó ahí. Ya lo hizo saber Christian Prudhomme, el actual director del Tour, en la reunión que hubo en Gasteiz: que el Tour estaba ahí por la imagen que había dado la Fundación Euskadi y Miguel Madariaga.

Si no tenían la estructura necesaria, ¿por qué le interesaba al Tour tener a su equipo?

—Leblanc me dijo que en Euskadi los Pirineos es algo grande y que tenía buenas referencias mías. Cuando fuimos al Tour con la primera invitación, en 2001, no quiero ni recordar todo lo que me cayó encima.

¿Y eso?

—Porque no era bien visto el equipo Euskadi en el Tour. Leblanc dio la cara por el equipo para que no nos siguiesen intentando hacer daño. Hasta Ardanza, que ya había pasado el testigo de Lehendakari a Ibarretxe, recibió alguna carta en la que decía que el equipo no merecía le trato que estaba recibiendo por parte de ciertos equipos y ciertas políticas.

El Tour quería que un equipo vasco estuviera en los Pirineos y de ahí nació la famosa marea naranja, ¿no?

—Sí, ahí ya estaba Euskaltel, pero el responsable del equipo, que quede bien claro, ha sido siempre la Fundación. Euskaltel nunca ha firmado ninguna responsabilidad. Toda fue siempre de la Fundación. Es más, los millones que se dice que ha dado Euskaltel tampoco son ciertos. Euskaltel ha ayudado a la Fundación en la medida en la que ha querido, pero los que hemos compuesto la Fundación hemos puesto siempre un poco más dinero de lo que ha puesto Euskaltel.

Y entonces, ¿por qué es marea naranja? ¿Por qué no se utilizaron los colores de la Fundación?

—Los colores de la Fundación son rojo, blanco y verde, los colores de la ikurriña. El primer año que llegamos a los campos Elíseos todos los equipos llevaban la bandera de su país. Y me dijeron desde la Fundación: Miguel, tú que tienes amistad con Leblanc, ¿por qué no le dices si podemos poner la ikurriña? Y Leblanc me preguntó si era mi insignia, le dije que sí y la de todos los vascos. Y me dijo: pues ponla. Así que en 2001 paseamos nuestra insignia por los Campos Elíseos. Porque el Tour reconocía a los vascos. Entonces fuimos los vascos al Tour y ahora está a punto de venir el Tour a los vascos.

¿Y qué le parece que el Tour que llega a los vascos no haya aceptado al equipo vasco?

—Hombre, no puede porque no cumple los requisitos que dijo Leblanc. Si la Fundación actual, o los componentes de la Fundación hubiesen trabajado de la forma que se trabajó los 25 años de la Fundación nuestra, otro gallo cantaría.

Y volviendo a 2001, ese año fue el de Roberto Laiseka en Luz Ardiden. ¿Cómo recuerda ese momento?

—Muy bien, fue muy grande, muy grande. ¿Cómo voy a recordar? Estaba allí mismo, iba yo en la escapada.

¿Y cómo la vivió?

—Es difícil de decirlo, pero aquel día estaba en una nube. Días antes había recibido muchos palos en el Tour. Muchísimos porque tuvimos un positivo el primer año. Hubo más positivos esa edición, pero a nosotros nos lo sacaron porque éramos los nuevos y estorbábamos en el Tour. No al Tour, pero sí a otras entidades y a otros equipos. Pero trabajando y demostrando la realidad, el Tour sabía lo que había. Y tiramos adelante.

Claro, por eso digo que la victoria de Laiseka supuso la liberación para el equipo.

—Más que la liberación, porque el equipo siguió sufriendo en el Tour, supuso la insignia de la Fundación. La victoria de Roberto demostró que podíamos llegar lejos y así fue. Hemos tenido más etapas en el Tour, la de Iban Mayo y la de Samuel Sánchez; también hemos tenido la montaña de Samuel y etapas en la Vuelta a España y en el Giro de Italia. Pero ese triunfo fue la insignia que, además, atrajo el apoyo del Gobierno y la ayuda de las Diputaciones. Creo que mucho de eso vino por lo que había conseguido Laiseka en el primer Tour de la Fundación.

¿Cuál cree que ha sido su mejor momento en el ciclismo?

—Ha habido muchos porque Roberto Laiseka ya había ganado dos etapas en la Vuelta a España antes de ganar en el Tour. Pero aparte de eso, para mí el mejor momento fue la reunión con Leblanc. Las palabras que dijo de mí y de la Fundación no se me olvidarán nunca.

¿Y el peor momento?

—El peor momento fue la muerte de Víctor Cabedo entrenando para ir a un Tour. Se mató en línea recta a tres kilómetros de su casa, cuando le arrolló un coche. Tenía 23 años, así que el peor momento fue ese y tuve que sobreponerme.

¿Qué espera de este Tour que sale de Bilbao?

—Espero que la afición entienda lo que es el Tour y el comportamiento que hay que tener con el Tour y con todos los que están con él. Porque lo que el Tour mueve, lo que el Tour trabaja y cómo trabaja tiene un precio y ese precio solamente es entenderle. Y eso es lo más grande que puede haber.

¿Espera que este Tour cambie algo en el ciclismo vasco?

—Creo que este Tour es la primera piedra para entender lo que significó la Fundación que presidí durante 25 años, que estuvo en el Tour y que abrió las puertas del ciclismo al mundo. Espero que este Tour sirva para que se pueda armar de nuevo a la afición porque en estos momentos el ciclismo, sobre todo el de carretera, está mucho más bajo que en ningún otro sitio. Porque no hay quien trabaja como creo que hay que trabajar en este deporte. Pero pienso que este Tour puede ser importante para se sepa que hay que invertir para recibir.