Estas pruebas machistas, hoy inimaginables, se veían en 'El Gran Juego de la Oca'
El programa triunfó en Antena 3 hace 32 años de la mano de Emilio Aragón y Lydia Bosch
El Gran Juego de la Oca fue un exitoso programa semanal que se emitió en Antena 3 entre 1993 y 1995 y en el que cuatro concursantes intentaban llegar a la casilla final emulando al clásico juego de mesa y superando disparatadas pruebas según donde cayeran en el tablero.
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Era una época en la que todavía la televisión no tenía demasiada competencia de canales de pago ni de plataformas, con lo que alcanzaba unas audiencias millonarias, como las que consiguió este programa, que en 1993 y 1994 fue presentado por Emilio Aragón, Lydia Bosch y Patricia Pérez (39 entregas), y en 1995, por Pepe Navarro, Eugenia Santana e Ivonne Reyes (26 capítulos), ya con menos éxito. Reapareció fugazmente en 1998 en Telecinco (con Andrés Caparrós, Elsa Anka y Paloma Marín), pero fue un fracaso de audiencia y apenas se emitieron ocho entregas antes de ser fulminado de la parrilla antes de tiempo.
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Machismo muy presente
Es un programa que muchas de las personas que lo veían lo recuerdan con cariño, pero es uno de esos espacios que no podrían emitirse hoy en día, porque por suerte la sociedad ha evolucionado y muchas de esas pruebas no se tolerarían por el machismo que destilan y que con los ojos de 2025 parecen absolutamente inaceptables.
Así se puede comprobar en una recopilación que ha subido a Instagram Sonia Mangas, una joven que se dedica a repasar en sus redes la historia de la televisión y que incluso ha escrito un libro sobre la tele de hace unas décadas. “El Gran Juego de la Oca cumple 32 añazos. No sé si te acuerdas de las pruebas del programa, pero no te preocupes, que te voy a hacer un remember”, anuncia.
Las pruebas
En el vídeo que ha subido Mangas, se ve una prueba en el que el concursante, con un antifaz tapándole los ojos, tiene que adivinar cuál de las mujeres que le han puesto delante lleva relleno en el sujetador. Y claro, lo hace tocando sus pechos sin restricciones.
Otra de las casillas míticas era la de beso o tortazo. Según el concursante acertara o no la pregunta formulada podía llevarse un beso o una intensa bofetada. Incluso podía ganarse el tortazo acertando.
El machismo continuaba con otra prueba en la que el concursante tenía que conseguir unas letras en una piscina de barro para formar una palabra. Por supuesto, las letras no se encontraban entre el barro, sino pegadas al cuerpo de una exuberante mujer, a la que podía tocar y agarrar con alegría para conseguirlas. “Mira el yayo, deseando que fuese ‘esternocleidomastoideo”, dice Mangas en el vídeo.
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A continuación aparece una de las pruebas más temidas. Si caías en la casilla de Fleki, el peluquero, podías acabar sin pelo o con un peinado absolutamente estrafalario que nadie se haría por gusto.
Striptease con pulsómetro
El vídeo prosigue con la prueba del striptease. Se ve al concursante sentado en una silla con unpulsómetro que mide sus latidos. El reto era aguantar sin llegar a las 100 pulsaciones por minuto mientras presenciaba cómo se desnudaba otra atractiva mujer, oculta por un biombo para el resto del plató. “O sea, pensar muy fuerte la lista de la compra o, no sé, en Jesús Gil en el jacuzzi”, sugiere Mangas. Otra prueba impensable hoy en día.
No mejora la cosa en los últimos segundos, en los que se ve al participante con su madre colocada encima y a la que golpea insistentemente en el trasero. “La prueba del mazo de las ferias, con la pequeña diferencia de que el mazo es tu mano y la diana, el culo de tu madre”, finaliza la joven en Instagram, red en el que su vídeo ha dado mucho que hablar y ha sido muy compartido por gente que vio en su día el programa y por gente que no lo hizo y no puede creer que esas pruebas se llevaran a cabo.