Atenea Díaz e Iñaki Ruiz han sido una de las cinco parejas que han pasado por la selva colombiana para demostrar sus habilidades para la supervivencia, combinando los conocimientos botánicos de la navarra y las habilidades para la caza del influencer malagueño. Todo, para ofrecernos la primera entrega, recientemente estrenada en DMAX de la versión española de Aventura en pelotas. 

No es una aventura fácil, pero es increíble todo lo que han logrado. ¿Qué les llevó a querer participar en Aventura en pelotas? 

Atenea Díaz: Yo, aparte de ser una fanática del programa desde que se empezó a emitir en 2013, soy una fanática de la supervivencia de la vida primitiva, de saber desenvolverme con el entorno, en el tema de plantas medicinales y demás. Entonces, siempre considero que, dada mi actitud de que tiendo a relacionarme con la naturaleza, la naturaleza me cuida. Además, llevaba 12 años trabajando en una zapatería, viviendo en una cuidad... Nada resonaba con mi esencia y andaba bastante atrapada, y cuando me surgió esta oportunidad era como: “Quizá este sea el clic que necesito para luego atreverme a desenvolverme en mi día a día con una vida que resuene más con mi persona”. 

Iñaki Ruiz: Yo siempre he sentido que vivo atrapado también en esta sociedad, por decirlo de alguna manera. No soy una persona urbanita pero vengo de ahí, y es como que siempre he tenido un vínculo con el campo. Poco a poco voy dejando que sea la vida la que me lleve por los distintos caminos. Ahora vivo en Portugal, en una especie de comuna, donde estoy mucho más relacionado con el tema de tener mi propio huerto, tener una vida consciente, alinearme con la naturaleza..., y dejar que la vida sea la que te lleve a los distintos sitios y tú seas el que se adapte a lo que venga. Durante una sesión psicodélica, tuve una visión de que yo me iba a la selva con nativos, y al día siguiente me llegó la oportunidad del casting. Entonces, fue como una especie de señal.

Estamos acostumbrados a ver a los preparacionistas, que hacen acopio de cosas por lo que pueda pasar. Sin embargo, es fácil que de ocurrir algo nos pille sin acceso a ellas. ¿Aventuras como esta sienten que nos invitan a aprender a sobrevivir con lo mínimo? 

I.R.: De hecho, diría que ese es uno de los grandes aprendizajes que dejó la selva, la capacidad de improvisar con lo que tienes alrededor. Estamos volviéndonos tan inútiles como seres humanos... Bueno, ya lo hemos visto, que se nos va la luz un rato y se nos va la cabeza. ¿Qué somos sin teléfono, sin ordenador, sin un trabajo que nos dé un sueldo a fin de mes? No somos absolutamente nada. Hemos perdido nuestra identidad. Entonces, el hecho de que estés en un sitio con una fragilidad extrema, porque estás completamente expuesto a todo, donde no sabes cuándo va a ser tu próxima comida ni cuánta porción... No sabes absolutamente nada. Ese clic que tenemos todas las personas de querer controlarlo todo, de tenerlo todo ultraseguro, se desmorona, y llega un punto en el que o entras en conflicto contigo mismo a niveles suprahumanos o te rindes a la vida. Y en el momento en el que te rindes aparece una parte de ti, la más prehistórica, que es la creativa, y empiezas a ver las cosas como recursos. 

A.D.: Yo siempre me he movido en el ámbito de la supervivencia, y es cierto que en todo este ámbito la gente es de tener material, mucha cosa. Pero mi filosofía respecto a la supervivencia es algo más instintivo y primitivo. Me gusta la supervivencia sin equipación. Mi mayor herramienta en ese sentido son los conocimientos. Ir a una zona rural y aprender de la gente mayor, de mis abuelos... Sabes que con tus manos y los conocimientos que tú tengas vas a poder desenvolverte en cualquier entorno si tienes ciertos conocimientos. 

'Aventura en pelotas'. DMAX

Si tuvieran que dar unas claves para que una persona ajena al mundo de la supervivencia pudiera sobrevivir, ¿cuáles serían?  

I.R.: Lo primero es la cabeza. Estar aquí y ahora y no entrar en pánico, porque el pánico es lo peor que te puede pasar. Durante el apagón fui a un supermercado y no vi personas, sino cuerpos movidos por el miedo. Y eso que ha pasado un día. No me quiero imaginar durante una semana. Entonces, lo primero es la cabeza, aprender a respirar, a estar aquí y a conocernos, a saber quiénes somos detrás de todas las capas que hemos creado. Y luego, una vez que eres consciente de cómo reacciona tu sistema nervioso, aprender las cosas básicas. Lo primero es el agua, porque sin agua estás out. A filtrar y purificar agua. Y ya lo segundo es reconocer plantas, con una caña pescar o con un cuchillo cazar. 

Una buena forma de purificar el agua es hervirla, ¿no? 

I.R.: Exactamente. Primero se filtra, coger el agua lo más limpia posible. Irte a una fuente de agua lo más pura posible, hacer un pozo... Que tenga las menos posibilidades de que haya un animal muerto o químicos..., y luego, por supuesto, hervirla. El problema cuando hierves el agua es que le quitas todas las sales minerales. Así que tenemos que buscar una fuente de electrolitos al mismo tiempo que purificamos agua. 

"Cuando hierves el agua le quitas todas las sales minerales"

A.D.: Echando un poco de ceniza al agua, media cucharadita, lo que hacemos es aportarle esos electrolitos que necesitamos. Siempre hay que tener mucho cuidado, porque si la dejas 24 horas lo que estamos haciendo es conseguir lejía. 

Es bueno tenerlo en cuenta. Si estamos en esa búsqueda de la supervivencia, ¿hay alguna planta que convenga tener cerca? 

A.D.: Plantas que tenemos aquí en toda la Península que nos pueden ayudar, que nos van a aportar nutrientes, magnesio, calcio, hierro... -de hecho, es un superalimento pero no interesa que se comercialice- es la ortiga. Es maravillosa. El diente de león también. Hay muchas plantas que tenemos como malas hierbas que no son malas hierbas, son incomprendidas (risas). 

¿Qué ha sido lo más difícil de este reto para ustedes, de esta aventura? 

A.D.: Para mí ha sido darme cuenta de que la verdadera selva estaba en mi cabeza, lidiar con las mochilas. Pensaba que iba sin mochilas, que me iba tranquila, pero cuando no tienes nada más que tu soberana consciencia, la supervivencia se convierte en una rutina y te pasas el día pensando. No tienes ningún estímulo. Y en ese momento empieza a salir todo lo que llevas dentro. Yo ya lo dije: íbamos a vivir la experiencia más salvaje de nuestras vidas e íbamos a volver siendo más humanos.