Ala pregunta de cómo nace Norman, el hombre que lo conseguía todo, Joseph Cedar, director y guionista del proyecto, responde de forma directa: “se trata de una reimaginación del relato arquetípico del Judío de Corte”, y se explica: “La historia de un Judío de Corte sigue una esctrutura clásica. Un judío se cruza con un hombre que finalmente resulta ser alguien poderoso, pero lo encuentra cuando se halla en horas bajas. El judío le ofrece al hombre un regalo o favor, y cuando este alcanza el poder, incorpora al judío a su corte”. Y ese es precisamente el recorrido de Norman Oppenheimer, el protagonista del filme.

Norman es un hombre de negocios de poca monta que lleva una vida solitaria, como un aspirante a agente que se inventa estrategias financieras que nunca se realizan. Pese a esforzarse por ser amigo de todos, su red de contactos no le lleva a ninguna parte. Todo cambia cuando conoce a un carismático político israelí, Micha Eshel, quien se encuentra solo en Nueva York.

Norman contacta con él mediante un regalo de un par de zapatos caros, un gesto que conmueve profundamente a Eshel. Y, cuando tres años después el político israelí se convierte en Primer Ministro, Norman no duda en recordárselo. El hombre tratará de utilizar el nombre de Eshel para impulsar sus planes de negocio, pero los planes pronto comienzan a zozobrar.

Joseph Cedar ha escrito y dirigido este drama compasivo y cómico sobre un hombre pequeño cuya caída emana de una fragilidad humana: la necesidad de importar. El cineasta estadounidense comenzó a plantearse la realización de este filme mientras se hallaba trabajando en una película acerca de Veit Harlan, el director del filme nazi El judío Suss, un proyecto antisemita y lleno de odio sobre la vida del banquero Joseph Süss Oppenheimer.

El alemán actuó como Judío de Corte para el duque Carlos Alejandro de Württemberg, y fue arrestado y ejecutado tras la muerte de dicho noble. Cedar no discute que Oppenheimer cometiese abusos estando en el poder, pero tras leer una conversación entre él y su rabino, antes de ser ejecutado, creyó que estos personajes se estaban llevando la peor parte del acuerdo. “Con Norman trato de corregir parte de eso”, señala el director, “o cuando menos ofrecer otra perspectiva acerca de este tipo de persona”.

El juego de las sillas, sin silla El emblemático Richard Gere es el encargado de dar vida a Norman, un papel muy lejos del tipo de trabajos que suele realizar, y que han trabajado con delicadeza, según reconoce Cedar. El propio Gere señala: “En Norman hay otra fisicidad distinta. No es un macho alfa, no filtrea con mujeres, está como atado”. Incluso con el propio vestuario se ha tratado de mantener esa sensación de ataduras y siempre hay cosas en él: “Abrigo, sombrero, auriculares y un maletín; el abrigo y sombrero siempre están ajustados”, apunta Gere.

Pese a todo ello, Norman se esfuerza por encajar, ser aceptado y lograr sus objetivos, una actitud que el director del filme compara con el juego de las sillas. “Norman lo hace lo mejor que puede para dirigirse al punto preciso en el momento justo para lograr una silla”, comenta Cedar, “pero, por el motivo que sea, no aparta la suficiente gente como para llegar y siempre se queda sin silla”.

El cineasta continúa, y define a su personaje como un “arreglador”. En ese sentido, apunta que se trata de que “sabe que si no ofrece algo a alguien, no hay motivo para que nadie se mantenga en contacto con él”. Una situación que, en realidad, es extremadamente triste. Por ello justifica las exageraciones sin medida del personaje y su actitud, ya que no resulta mala persona. “Hay algo infantil en él, en el modo en que un chiquillo puede explicar una historia creyéndosela a medida que se lo inventa”, reflexiona el cineasta. Va más allá, y concluye que, “pese a todas sus jactancias y medias verdades, lo único que de verdad quiere es que todos se sientan a gusto junto a él”.

Por ello, como apunta Cedar, todo cuanto de negativo pueda pensar el espectador acerca de Norman, tiene su opuesto positivo. “Se trata solo de si tienes compasión por él o no”, comenta el director. Porque, en realidad, el mundo entero gira en torno a los Normans, señala Cedar, comparándolos como abejas que van de flor en flor. Tal vez por ello, cuando los planes e ideas de Norman para impulsar su negocio de vida vayan fracasando, pese a todo su empeño, algunos espectadores no puedan evitar compadecerse de la triste suerte del protagonista. ¿Quién jura que nunca lo haría?