sON muchos los que definen la última entrega de Alien como una de las más terroríficas de la saga. El productor del largometraje, Mark Huffam, va más allá y declara: “Creo que la primera línea argumental de Ridley era ‘Vamos a realizar una dura película no apta para menores, necesitaremos mucho clarete”, como se denomina en el argot a la sangre cinematográfica.

Lo cierto es que con Ridley Scott, padre de la saga, repitiendo a los mandos de la dirección, se han levantado muchas expectativas. El director estadounidense se muestra satisfecho con el resultado, en lo que a su juicio ha sido una vuelta a las raíces de Alien, que nació allá por 1979.

Ambientada diez años después de los acontecimientos que recogía Prometheus (2012), Scott pone rumbo a un remoto planeta al otro lado de la galaxia cuando, tras una avería, la tripulación de la nave colonial Covenant descubre lo que creen que es un paraíso inexplorado, pero resulta tratarse de un mundo oscuro y hostil cuyo único habitante es un sintético llamado David, superviviente de la malograda expedición de Prometheus. Enfrentándose a una terrible amenaza, los exploradores deben tratar de llevar a cabo una angustiosa huida.

La secuela recrea un clima de peligro y tensión constante, en un relato plagado de terror y aventura a través de los rincones de la nave Covenant. Para ello, se desarrolló un rodaje durante 74 días en los platós de Fox Studios Australia y en exteriores del Estrecho de Milford (Nueva Zelanda) durante el pasado año.

Diseño de decorados Además, se llevó a cabo un gran trabajo en el diseño de decorados, con la recreación en gran parte de la nave, alejados de la pantalla verde del croma y en una búsqueda de realismo para los actores. “Me sentí como si estuviera en una nave espacial funcional”, apunta uno de los protagonistas, Michael Fassbender (Macbeth, Steve Jobs). No en vano, se instalaron 1.500 circuitos a lo largo del montaje, de modo que cada interruptor y esfera de la nave funcionasen. El diseño también buscó techos bajos, para fomentar la sensación de claustrofobia entre los actores y en el espectador.

Sin embargo, la avería de la nave pondrá en jaque a los personajes e irá descubriendo nuevos roles y facetas de cada uno, obligados a enfrentarse a un mundo desconocido donde el peligro acecha, en un territorio hostil donde parece estar en continua tormenta. “Insistimos en que todo fuera gris y nuboso, como un amanecer o un ocaso constantes”, señala Dariusz Wolski, el director de fotografía del largometraje, y que es habitual colaborador de Ridley Scott.

El trabajo fue también amplio en el diseño de las criaturas alienígenas a las que se enfrentará el grupo, con mucho cuidado en los detalles y acabados finales. “Había devoción por las posibilidades del diseño como arte, fue una maestría al más alto nivel”, comenta la actriz Ejogo.

La saga Alien está de vuelta, y con más fuerza y sangre que nunca. Ahora serán sus seguidores quienes dicten sentencia: ¿ha conseguido Ridley Scott la entrega más terrorífica?