‘Idol’, el poder de la música
EL FILME narra LA HISTORIA DE MOHAMMAD ASSAF, EL JOVEN DE GAZA QUE GANÓ EL CONCURSO DE TALENTOS MUSICALES ARAB IDOL EN 2013 Y pasó a ser el HÉROE PALESTINO
EL25 de junio de 2013 decenas de miles de palestinos salieron a las calles de Gaza para recibir a Mohammed Assaf, el joven cantante de Gaza que ganó el concurso de talentos musicales Arab Idol, la versión árabe de Operación Triunfo. Tres años más tarde, la increíble historia de este chico que creció en el campo de refugiados de Khan Jounis, al norte de la franja, ha saltado a la gran pantalla de la mano del director palestino Hany Abu-Assad, nominado a dos Oscar por Paradise Now y Omar. En su tercer filme, Idol, el cineasta palestino nos traslada a la realidad de Gaza y nos muestra cómo el sueño de una persona puede convertirse en el de todos los habitantes de un pueblo.
Mohammed es un chico que aspira a cantar en el teatro de la ópera de El Cairo y a que todo el mundo oiga su voz. Aunque solo es un niño, forma un grupo de música junto a su hermana y sus amigos convencido de que pueden cambiar el mundo a través de la música. Animado por su entorno, decide acudir a las audiciones para el popular certamen Arab Idol.
Tras un tortuoso y complicado viaje para presentarse al casting, finalmente consigue acceder a las pruebas. A medida que va avanzando para llegar a las rondas finales de la competición, deberá afrontar sus propios miedos y asumir el control de su destino para traer esperanza y felicidad a toda una región.
casting por skype Abu-Assad tuvo claro desde el principio quién interpretaría a Assaf, el actor árabe Tawfeek Barhom, que debutó en el cine con Mis hijos. “Me llamó por teléfono y me dijo que tenía que hacer el papel. Para mí fue un desafío. Meterse en la piel de todo un icono de los palestinos no iba a ser fácil. Tenía que centrarme en los sentimientos del personaje, no en imitarle”, ha declarado Barhom, que fue doblado por el propio Mohammed Assaf en las escenas en las que tenía que cantar.
Para seleccionar a los actores que debían recrear la niñez de Mohammed, el director tuvo que hacer un casting por Skype porque no obtuvo el permiso necesario para ir a Gaza. Tampoco los pequeños lograron el permiso hasta dos días antes del rodaje. “Todos estábamos nerviosos porque no habíamos podido ensayar con ellos ni ofrecerles una pequeña preparación, pero tuvimos mucha suerte. Les hice sentirse cómodos y comprendieron el proceso con una facilidad increíble”, asegura Abu-Assad.
Otro obstáculo añadido fue poder rodar en las localizaciones elegidas. Durante meses, el director tuvo que negociar con el ejército israelí, la Autoridad Nacional Palestina y Hamas. Finalmente, las autoridades israelíes les dieron permiso para grabar dos días en Gaza. El resto fue rodado en Janin, en el West Bank, donde la ANP tiene sus propias reglas de juego.
Abu-Assad reconoce que fue muy duro ver la destrucción de Gaza. “Cuando lo ves con tus propios ojos es realmente impactante. Mi equipo y yo íbamos andando por distintas zonas y nadie quería hablar. Yo estaba llorando, pero en silencio. Cuando miré a mis compañeros, todos estaban llorando. Las primeras horas no pudimos rodar. Hacía poco que había muerto gente donde teníamos previsto grabar y me sentía avergonzado de mí mismo”.
Para el realizador palestino fue gratificante comprobar la reacción de los espectadores cuando vieron la película. “Tanto en Europa como en Oriente Medio todo el mundo rió y se emocionó. Es la primera vez que una de mis historias conecta con todo tipo de público”.