bilbao - Este periodista bilbaino de 34 años ha tenido un curso intenso en el que destaca el atentado contra el semanario Charlie Hebdo, con doce muertos y atisbos de división a pesar del grito multitudinario de “Je suis Charlie”.
¿Este tema divide a los periodistas?
-En Francia y en todo el mundo. La libertad de expresión es lo último a lo que podemos renunciar y los colegas franceses lo tienen claro. De todas maneras, me sorprendió la reacción de algunos comentaristas que defendían una merma en las libertades individuales para luchar mejor contra lo que llaman “una nueva era del terrorismo”.
¿Y la ciudadanía?
-Puede sentirse incomodada, a veces incluso atacada, por el derecho de los periodistas a la libertad de expresión, pero debe saber que garantiza el ejercicio de la democracia. Los franceses demostraron su apoyo a la publicación de las viñetas de la discordia con la compra masiva de números post Charlie.
¿Cómo llevó el incremento de las medidas de seguridad? Contó que habían puesto agentes incluso en la productora en la que trabaja...
-Pasado el golpe de la muerte de compañeros de profesión cuyo trabajo seguía, fue de lo que más me impactó. La alerta máxima me hizo retroceder a mis años de corresponsal en Jerusalén. No tanto por el tipo de atentado, sino por las medidas que vinieron después: más soldados en el Metro, agentes en las entradas de los medios... Temí que Europa se fuese a israelizar, emparanoiándose con la seguridad de sus ciudadanos.
Ha trabajado con compañeros musulmanes? ¿Qué opinan de las viñetas y de esta matanza?
-Todos condenan la masacre y algunos también la publicación de las viñetas. No es incompatible. Al final todo depende de algo tan sencillo como el lugar donde naces y la educación que recibes. Una de las mejores cosas de nuestro trabajo es que te toca ponerte en la piel de las diferentes caras de la noticia. Conoces un poco del resto de gente y, sobre todo, te conoces a ti mismo.
En Copenhague cubrió los atentados durante un homenaje a los dibujantes franceses. ¿Han cambiado sus ideas sobre el Islam, la inmigración, la libertad de prensa...?
-Han cambiado mis expectativas. Y yo hablaría de un problema de identidad. La mayoría de veces, de fondo está la lucha interna de un joven con la identidad del país de sus padres enfrentada a la identidad de su Francia natal.
Y más violencia: la decapitación de un hombre en una planta de gas de Lyon. El asesino se hizo un ‘selfi’ con la cabeza.
-Primera decapitación en suelo francés, así lo vendían los titulares en caliente. Después se supo que la víctima era jefe del asesino y que negaba todo vínculo con el yihadismo. Pero los investigadores no tardaron en filtrar que mantenía contacto con alguien que está en Siria, haciendo la yihad. El suceso impactó bastante a la opinión pública. Están un poco obsesionados con las decapitaciones. Tanto, que ven decapitados hasta los autobuses. El término lo usaron con el autocar de vascos que hace poco quedó incrustado en un túnel de Lille.
El montañero Hervé Gourdel fue decapitado en Argelia por los Soldados del Califato. ¿Ha visto estos vídeos? ¿Le quitan el sueño?
-Sí, me lo han quitado. Para las crónicas de radio me toca buscar las amenazas del verdugo en YouTube. A veces es inevitable seguir viendo el vídeo, simplemente porque queda en play mientras acabas de guardar el sonido que buscas. Es horroroso. En la televisión ni se plantea emitir el momento de la decapitación.
¿No hay que recapacitar qué espacio y tiempo ocupan estos asesinos?
-Ellos saben que una mayor difusión de sus mensajes es la mejor forma de captar seguidores. Nos lo contaba un capellán musulmán tras el atentado de Charlie Hebdo. Su experiencia con los presos más radicales le demostró que los jóvenes no se radicalizan en la mezquita. En la mayoría de casos su reclutador no es otro que monsieur Google. Algunos vídeos yihadistas tienen una calidad que ya me gustaría que tuviesen muchos de nuestros reportajes. Tienen un dominio de los medios impresionante. Y nosotros, ¿podemos pasar sin dar la noticia? No, pero no podemos ser meros transmisores de propaganda yihadista.
¿Percibe cambios en la sociedad?
-El miedo al extranjero lleva tiempo adquiriendo fuerza. Desde finales de los 90 se habla de la “lepenizacion de las conciencias”. Ideas de los Le Pen que antes hubieran sido inaceptables pasan a ser digeridas por el electorado. Y con atentados como el de Charlie Hebdo, más. A partir de ahí, más de la mitad de los franceses considera el Islam una amenaza. Las encuestas dicen que cada vez son menos los que creen que los musulmanes son franceses como los demás.
Desde fuera extrañó que Francia se enrocara para impedir entrar a los inmigrantes de Ventimiglia...
-Como el resto de Europa, Francia está muy preocupada. Los campos de refugiados de Calais han crecido mucho. El discurso de la Francia socialista de Hollande no es antiinmigración, pero los hechos le llevan a actuar contra un fenómeno que escapa a su control.
En el suicidio del copiloto de Germanwings en los Alpes, ¿las autoridades ayudaron a la prensa?
-Protegieron a las familias de manera ejemplar. Y muchos lo agradecimos, porque el mayor temor para mí y otros compañeros era tener que poner el micro a las familias destrozadas; y nos ayudaron mucho con un portavoz de Interior a nuestra disposición. El fiscal también fue clave, con una rueda de prensa muy esclarecedora. Pero tuvieron un fallo imperdonable. Antes de la confirmación oficial se filtró que el accidente había sido voluntario. Y fue la prensa norteamericana la que dio la exclusiva, metiendo un gol a los medios franceses.
Sarkozy es el favorito para las presidenciales de 2017. ¿Un déjà vu?
-Totalmente. Si todo sigue igual, la segunda vuelta no será entre Sarkozy y Hollande, sino entre Sarkozy y Le Pen. ¡Horror! Pero es lo que las encuestas dicen: el primer round lo encabezará la ultraderecha, seguida por los conservadores de Sarkozy.
¿Marine Le Pen va a ver truncado su ascenso por su propio padre?
-La pelea mediática que están manteniendo es divertidísima. Lo ideal sería que la nietísima se vaya con el abuelo a formar un nuevo partido. ¡Pagaría por cubrir esa campaña! Además, dinamitaría a la ultraderecha.
¿Es una broma que Strauss-Kahn baraje regresar a la política?
-Hace dos meses abrió cuenta en Twitter, da lecciones a Hollande sobre cómo ayudar a Grecia y le critica por seguir al dictado las órdenes de Alemania. Entre los franceses sigue siendo un político presidenciable. No está nada mal situado en las encuestas. Sólo el primer ministro Valls le supera en algunos de esos sondeos.
¿Volverán a estar juntos Hollande y Ségolène Royal?
-Se conocen demasiado bien como para volver a enamorarse. Se hace raro verlos juntos en ceremonias oficiales, pero en ausencia del primer ministro y del titular de Exteriores, ella es la tercera autoridad.
¿La política francesa es ahora más interesante que con Carla Bruni?
-La periodista Trierweiler ha dado muchísimo más juego que la cantante y ha contado un montón de detalles sobre la vida de Hollande. La vuelta de Sarkozy también promete grandes titulares. Y con los Le Pen a puñetazo limpio en la prensa, París es el destino ideal para todo corresponsal.