bilbao - Su trabajo es intenso porque así lo es el momento político que vive la sociedad navarra. Llegó a Onda Vasca en Iruñea en septiembre de 2014, antes había estado en la redacción de la emisora en Bilbao, y desde entonces los acontecimientos se han precipitado en este Territorio. Ve en el 24 de mayo el capítulo final de la primera parte de un serial vivido por la ciudadanía de la comunidad foral. Cree que hay una demanda de cambio y “aunque el umbral de dolor de los navarros es bastante alto, otros cuatro años de desilusión serían demasiado”, asegura desde la emisora en Nafarroa.

¿La radio le llevó al periodismo?

-No exactamente, quizá fue la casualidad. Hice prácticas en Radio Euskadi, donde acabé trabajando cuatro años hasta que me fui a Onda Vasca. Fue cuando esta emisora comenzó su nueva etapa. Ahora, después de estos años de trabajo, no creo que cambiaría la radio por nada.

¿Qué es lo que más le atrae de este medio?

-Ya sé que suena a tópico, pero ese punto de inmediatez, esa adrenalina que da la radio, enganchan. Las carreras por el pasillo en las redacciones de las emisoras para entrar en un directo serían para grabarlas.

Este curso radiofónico es para usted una vuelta a casa, ¿no?

-Sí. He estado una década de mi vida trabajando en Bilbao y he estado muy a gusto. Iruñea es la familia, los amigos. Yo diría que Bilbao es casa e Iruñea es hogar.

Un tiempo informativo complicado en Iruñea.

-Y también muy ilusionante. Si me hubieran preguntado por un tiempo informativo, no se me hubiera ocurrido otro mejor. Llegué en septiembre, y en noviembre Barcina anunció por sorpresa que no se presentaría a las elecciones; a partir de ahí, ha sido un no parar: la elección del candidato de UPN, la elaboración de las listas, ahora la campaña...

Sin olvidar los escándalos que están convulsionando a la sociedad navarra en particular y a la vasca en general.

-Eso es, Osasuna, la comisión de investigación de Caja Navarra; sin olvidar tampoco algunas leyes que ha aprobado la oposición y que al inicio de esta legislatura nos parecían muy lejanas: la modificación de la llamada ley del vascuence o la ley de víctimas de motivación política. Todo esto me ha tocado vivirlo nada más aterrizar en Iruñea.

¿Más trabajo y mayor intensidad que la que tenía en Bilbao?

-Cuantificar el trabajo es muy relativo, pero es verdad que en estos últimos meses las redacciones de Nafarroa echan humo. Hace poco me decían que aquí se abre el periódico o se pone la radio con la sensación de vivir una telenovela para ver cuál es el último capítulo. Creo que razón no falta. Más que una, hay varias series. A ver qué pasa en el capítulo final, el del 24 de mayo.

Además, en noviembre volveremos a estar en campaña electoral.

-Pero vamos paso a paso, ahora estamos muy centrados en mayo. Creo que la sociedad navarra quiere claramente un cambio, se ven las tendencias que apuntan las encuestas y, sobre todo, se ve en la calle: en los comentarios en un bar y también en las movilizaciones. La ciudadanía ya ha tenido demasiadas frustraciones con tanto mes acabado en aumentativo: el agostazo, el marzazo? Parece que ya es el momento de cambio.

¿Lo ve posible? No es la primera vez que da la impresión de que el cambio llega a Nafarroa.

-Es lo que parece que quiere la sociedad navarra, ahora habrá que ver cómo es capaz de articular este cambio la oposición para no decepcionar a la ciudadanía; va a tener que dejar pelos en la gatera, pero si así lo quieren las urnas, merecerá la pena. Aunque el umbral de dolor de los navarros es bastante alto, otros cuatro años de desilusión serían demasiado.

¿Es la actualidad política lo que más le gusta de la radio?

-He tenido la suerte de probar distintas facetas dentro de la radio. Desde la Redacción de Bilbao, entre otros temas, me gustaba dedicarme a los internacionales. Eso de descolgar el teléfono y llamar a cualquier rincón del mundo con cualquier excusa informativa, me gustaba. Ahora me concentro en un Territorio donde tratas cuestiones que te afectan como ciudadana. Al estar físicamente en Iruñea, conoces sus entresijos y puedes mimar más cada tema, eso es un lujo para un periodista.

¿Qué ha recuperado al volver a Iruñea para trabajar desde la emisora de Onda Vasca?

-La apuesta que ha hecho la emisora, Onda Vasca, por Navarra es muy importante. Al venir aquí, a Iruñea, he recuperado las raíces del periodismo de salir a la calle, el estar en contacto directo con los temas que tratas, con las personas a las que entrevistas, con los propios políticos. Conocer sobre el terreno qué es lo que más interesa a pie de calle, qué demanda la sociedad. He recuperado una información más cercana.

¿Le ha sorprendido algo a su vuelta después de tanto tiempo fuera de Nafarroa?

-La verdad es que no. Es mi casa y la conozco bien; es cierto que hay temas que escandalizan pero no sorprenden. Escandalizar no es lo mismo que sorprender.

Lo que sí ha recuperado a su vuelta es el acento navarro.

-Creo que lo he tenido siempre. Me ha pasado estar en Bilbao y decirme la gente que tengo acento navarro y estar en Iruñea y decirme alguien que tengo acento de Bilbao.

¿Qué hace cuando desconecta de la radio?

-Leo las ediciones digitales de los periódicos. Cuando voy de vacaciones intento desconectar del todo; pero también es cierto que por muy lejos que estés siempre encuentras una red wifi y echas una mirada furtiva a un periódico digital, y si puede ser el Diario de Noticias, mejor. De esta forma, aunque esté un poco lejos me entero de lo que pasa por la tierra.

¿La información de proximidad es lo que más le gusta?

-La estoy descubriendo ahora, y tengo que reconocer que me gusta mucho.

¿Tiene ganas de que llegue el 24 de mayo?

-Por supuesto, tengo unas ganas locas por saber cómo termina el capítulo final. Es como estar enganchado a una serie de cuatro años y estar a punto de conocer qué pasa.

¿Está segura de que ese día llegará el capítulo final para la comunidad navarra?

-Por lo menos la primera parte. Aquí se está viviendo todo con mucha intensidad y parece claro que la ciudadanía navarra, como he dicho antes, tiene ganas de cambio.