la sonrisa perenne es una de sus señas de identidad. Otra podría decirse que es la energía que desprende cuando habla ante los micrófonos, cuando entrena corriendo para su maratones o en el momento de entablar una conversación cara a cara. Begoña Beristain no se da muchas treguas, siempre está en movimiento. Ríe cuando le comentan que solo de oír el relato de su día a día quedamos agotados, ella no. No para, pero siempre parece relajada, tranquila y dispuesta a cooperar en todo lo que le pidan. “No es para tanto, sobre todo, no lo es porque todo lo que hago me gusta”, asegura. Si alguien le pide un favor para una causa social, allí está ella para darlo todo. Es su filosofía de vida que aplica a familia, trabajo y deporte. Se declara optimista y busca siempre el lado positivo y sin aristas en cualquier situación, una actitud que transmite todos los días en su tiempo de radio.

Llueve, como es habitual últimamente en la primavera vasca, y ella acude al desayuno en la cafetería Kresala, situada enfrente de Onda Vasca, vestida de oscuro, paraguas en mano, pero alegra el vestuario con su bolsa de deportes de vivos colores y con muchos recuerdos para ella: “Esta es una bolsa que me da mucha alegría. Me la regaló mi madre. No es la típica negra o gris, de un solo color. Me da muy buen rollo, me recuerda mucho a mi madre, al cogerla es como si estuviera cogiendo un trozo de ella. Me gustó este regalo que me hizo. Está todo gris y oscuro y tú apareces con esta bolsa y parece que te da energía, ilumina el espacio”, cuenta emocionada al recordar el regalo materno. Asegura que tiene sus años, aunque espera que le dure mucho.

rituales Es una mujer organizada, muy deportista y que estructura la jornada combinando tres aspectos para ella muy importantes: familia, radio y deporte. En base a su actividad se plantea los desayunos, para ella es el momento estelar de sus comidas: “Tengo desayunos fetiches, según lo que vaya a hacer durante el día. Sí voy a salir a correr, no hay desayuno hasta la vuelta, antes de salir como un plátano. Cuando vuelvo me ducho y me siento a la mesa. Me como un kiwi, dos tostadas de pan, una con jamón y queso y otra con mantequilla y mermelada. Después, un café con leche”.

El menú matutino cambia cuando va a entrenar en bici o hace natación: “Desayuno el típico porridge de los ingleses: leche caliente y tres o cuatro cucharadas de avena. Yo le añado canela y buen azúcar moreno, no el blanco teñido. Este un desayuno muy energético, muy rico en hidratos. Te da potencia y energía”. Beristain no contempla un desayuno para días relajados, “porque no tengo ninguna mañana relajada en los siete días de la semana. Otra cosa es que esté en un hotel, ahí ya me desato y me hago un desayuno más potente”.

Se levanta a las 7.00 de la mañana y no para hasta la noche. Da lo mismo que sea lunes que domingo, pocas veces tiene tentaciones de tirarse en el sofá. A media mañana hace un alto en el camino para volver a atacar el frutero y se prepara un batido muy especial que a muchos hace torcer el gesto: “Es un poco raro: trigo, soja y guisantes”. ¿Está bueno? “No, no sabe especialmente bueno, pero acabas acostumbrándote. Al final le coges el gusto”, asegura intentando convencer.

Es una mujer que se cuida mucho. Come de todo aunque evita los alimentos precocinados y la bollería industrial: “Tengo una alimentación muy equilibrada, no tengo rarezas. Mi comida estrella es el desayuno, al mediodía como muy pronto y a la cena llego con mucha hambre porque la radio me da hambre. Te voy a contar que tengo otro pequeño ritual antes de empezar el programa: siempre me tomo un chocolate y unas galletas”.

Horas libre del móvil Otro de los rituales de Begoña Beristain cuando corre, entrena o nada es olvidarse del sonido del móvil: “Entre las 7.00 y las 8.00 de la mañana me organizo el día, les mando a mis compañeros de la radio un correo diciendo cómo va a ser la tarde en la radio”, comenta la conductora del programa vespertino de Onda Vasca, La tarde en Euskadi.

“Nunca llevo el teléfono, sé que llevarlo es no concentrarme en lo que tengo que hacer. Notas que tienes un WhatsApp, un correo y todo el mundo tiene mucha urgencia en ponerse en contacto contigo, hay muchas formas de comunicarse por móvil y eso te despista mucho. Ese tiempo es mío y no lo comparto con nadie”, se ríe al comentar que cuando recupera el móvil tiene muchos mensajes y es la hora de ponerse en acción.

Coqueta todo el día Reconoce su punto de coquetería incluso cuando va vestida de deporte. “Cada vez es más potente la moda deportiva y te picas. Oigo a gente que dice: ¿Cómo se puede venir a una carrera con el ojo pintado? Pues yo voy a una carrera con el ojo pintado, voy a una carrera con polvos de sol, me gusta verme bien. Otros y otras se preparan para ir a tomar un vermú, yo voy a correr. Me pongo unos pendientes que no me molesten”.

En su día a día, una vez que se despoja de la ropa deportiva también es sumamente estilosa: “Me gusta la ropa, me gusta combinar, me gustan los bolsos, me gusta prepararme pero porque, repito, me gusta verme bien”. Desprende energía mientras se toma un café con leche descafeinado de cafetera y un trozo de bizcocho, ojea el periódico y comenta lo mucho que le gusta tener un blog, alojado en DEIA: “Me gusta la blogosfera que hay en este diario. Es limpia, agradable de leer y estoy encantada de estar integrada en este mundo”. La radio, el deporte y, por supuesto, su marido y su hijo son partes fundamentales de su vida. Los dos le apoyan en lo que hace, pero no corren con ella: “Están más ligados al baloncesto, pero si un día les digo que voy a subir corriendo al Himalaya, no dirían que estoy loca, estarían ahí apoyándome”.

La tarde en Euskadi es su salón particular que abre de lunes a viernes a sus oyentes. Tiene sus tertulias, sus invitados, sus reflexiones y consigue aunar información y entretenimiento. Reconoce que su energía también se desborda en las ondas y siempre tiene muchas ideas con las que bombardea a sus dos compañeros en cuanto tiene ocasión: “Soy capaz de volver locos a Alfredo (Irasuegui) y a Jon (Martija). Son los que hacen la producción del programa y reaccionan diferente. Alfredo siempre me dice: Vale, vale. Nunca me intenta parar. Jon Martija, sí, me dice: Vamos a ver, el tiempo es el que es y hay esto, esto y esto”. Sonríe con cariño cuando habla de Alfredo Irasuegui y Jon Martija: “Saben cómo soy, sé que les vuelvo locos, me conocen muy bien y están encantados de que corra y haga deporte porque piensan que si no descargo la adrenalina sería un infierno tratarme. Ja, ja, ja...”.