Chaika es el resultado de un proyecto meditado que tras tres años y medio de gestación y espera llega a nuestras carteleras. El director, que ya tuvo el beneplácito de Aki Kaurismäki en su primer cortometraje (Las huellas), goza de una controlada sabiduría cinematográfica. Así lo manifiesta en la historia de una prostituta que se gana la vida en los tristes habitáculos de los barcos y que prosigue su aventura vital en la estepa kazaja junto a una familia que la verá como una extraña. Junto a la cuidada dirección musical y de fotografía, sobresale la valentía de Miguel Ángel Jiménez en esta coproducción vasca, que sabe intimar a través de unos paisajes antihumanos y unas preguntas universales y desestabilizadores sobre la identidad. Historia dura y precaria sobre tipos más cercanos de lo que pensamos. En Chaika vemos a un director en todos los planos (generales o alejados, en los travellings...), un cineasta que sabe hacernos sufrir y enamorarnos y sugestionarnos visualmente. Una película arriesgada, rodada en lo recóndito del mundo. Arriesgada y decidida. Un rodaje aventurero y un relato que intimida. Intimida sí. Cine de geografías y sedimentos.
Dirección: Miguel Ángel Jiménez. Música: Pascal Gaigne. Reparto: Salome Demuria y Giorgi Gabunia. Producción: Euskadi (Kinoskopik), Georgia (Cinetech), Rusia (Ibrus) y la producción asociada de ETB.