Bilbao. Xabier Collados se encuentra a gusto en la capital europea -de la que soporta peor la lluvia que la temperatura- y ha encontrado "su punto de culebrón" al seguimiento de la política de la UE.

¿Cuándo empezó a trabajar en ETB?

En 2001, recién licenciado, después de unas pruebas. Y fui al turno de fin de semana, a la cantera.

¿Desde cuándo está en Bruselas?

Estaba en Berlín y Olatz Simón propuso irse a Pekín. Me llamaron para sustituirla en Bruselas y acepté. Era abril de 2008.

¿Aceptó a la primera o le costó?

Me costó: estaba muy a gusto en Berlín y ya me había formado un entorno de gente estupenda. Lo pasé mal, pero me pareció que tenía que intentarlo.

La capital europea suena a mucho trabajo y bastante denso. ¿Es cierto?

Sí, es aburrido, pero tiene su punto de culebrón: si te enganchas, vas siguiendo los episodios con interés y de vez en cuando hay sorpresas. Además, tu círculo sigue el mismo culebrón que tú.

¿Ya le interesaban las instituciones comunitarias antes o era euroescéptico?

Hice que me interesaran cuando llegué a Bruselas. No era euroescéptico -nadie se imagina, por ejemplo, a nuestra generación sin Erasmus-, pero Europa no es mi religión.

¿Conoce los entresijos institucionales y legales de las instituciones europeas o no hay mente humana capaz de abarcarlas?

Más bien lo segundo. Hay gente muy buena entre los compañeros que llevan tiempo en Bruselas. Yo, de momento, aspiro a que no se me escape lo fundamental.

Tampoco son sencillas las instituciones belgas...

Es un jaleo. Para empezar, son cuatro gobiernos: el federal, el flamenco, el valón y el de la región de Bruselas. Y luego no hay partidos nacionales de toda Bélgica: hay conservadores, socialistas y liberales en ambas comunidades lingüísticas y cuesta formar mayorías. Eso hace que haya gobiernos de cinco partidos..., ¡es casi imposible estar en la oposición!

¿Qué porcentaje de las noticias que envía a los informativos no tiene que ver con la Unión Europea o la OTAN y son de política, sociedad o economía belga?

Muy pocas, me temo. Esto no es una corresponsalía normal, en la que hablas del país en el que vives. Aquí sólo hablas de lo que pasa en la burbuja europea, hasta el punto de que a veces te encuentras perdido en los temas belgas. De vez en cuando está bien poder hacer noticias de Bélgica o reportajillos más distendidos. Te dan la vida.

¿Desde Bruselas tiene que cubrir el centro de Europa? ¿Con qué frecuencia tiene que hacer viajes?

De vez en cuando, si pasa algo gordo. Me ha tocado ir a los incendios en Grecia, a las manifestaciones contra los recortes sociales y al funeral de Lech Kaczynski, el presidente de Polonia.

¿Qué es lo más difícil de su trabajo?

Primero, seguir todos los temas porque exige un esfuerzo constante. Hay veces que se informa de un mismo asunto en distintas etapas -cuando se presenta una iniciativa, cuando la respaldan los 27 y cuando la aprueban definitivamente-. Pero como el proceso legislativo es lioso, a veces cuesta seguir por dónde iba un debate y en qué ha quedado. Luego, claro, hay que explicárselo a los espectadores con la suficiente información para que entiendan el proceso pero sin aburrir una barbaridad. Y esto último es un reto.

¿Existen los lobbys o son un mito? ¿Influyen o tratan de hacerlo en el trabajo de los periodistas?

De mito, nada. Hay miles de ellos y hace dos años la Comisión Europea creó un registro para intentar aclarar para quién trabajan y cuánto se gastan en influir. El problema es que es un registro voluntario y que no todos publican la misma información. Los más poderosos son los de la industria del automóvil, pero hay de todas las clases.

Cuando se celebran las cumbres, ¿no le llegan las horas del día para abarcar todo?

Los días de cumbre son de muchas horas, pero son más fáciles de seguir porque sólo hay que estar a una cosa: a la cumbre. Nos juntamos todos en el edificio del Consejo y esperamos a lo que van contando los portavoces y a los corrillos que se van formando, porque las reuniones son secretas.

¿En Bruselas, los corresponsales son amigos o rivales?

En general hay compañerismo; nos contamos unos a otros cómo están los temas porque es imposible llegar a todo, todos los días. Eso no quiere decir que no haya competencia también.

Bruselas tiene fama de ciudad hostil y aburrida. ¿Es cierto?

No diría que hostil, es una ciudad modesta. El centro está descuidado porque sólo vivimos extranjeros, pero por eso mismo hay bastante ambiente.

¿Entiende la forma de ser de los belgas?

Son dos sociedades viviendo en un país. Los flamencos son de estilo anglosajón y los francófonos, de cultura latina. Sí son parecidos en una cosa: son tolerantes y relajados, casi en extremo. Y me parecen más humildes que en otros países.

¿Tienen bastante información de los vascos?

Les suena de lejos. Alguno pasa las vacaciones.

¿Se le hace muy cuesta arriba el clima de Bruselas?

Es un tostón: llueve igual en febrero que en agosto. Llevo peor lo de la lluvia que la temperatura, que no es para tanto.

La familia y amigos estarán encantados con tener guía de lujo y alojamiento gratis...

Sí, claro: vemos Bruselas, Brujas, Gante y de todo... Aprovecho para invitar a todos a que vengan más.

Si ETB le dejara elegir cualquier ciudad del mundo para ser corresponsal, ¿cuál se pediría?

Cualquiera de Europa o de Amé-rica.