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Cinco hombres y cuatro mujeres para un jurado en el que se buscan criterios propios

La abogada Ana Palacio analiza la elección de los miembros del tribunal que emitirá el veredicto sobre Aguilar

Cinco hombres y cuatro mujeres para un jurado en el que se buscan criterios propiosFoto: Pablo Viñas

Bilbao - Cinco hombres y cuatro mujeres, la mayoría de ellos de edad media. Son los nueve miembros del jurado -además de dos suplentes- que en los próximos días emitirán un veredicto sobre Juan Carlos Aguilar. Aunque no establecerán la pena -queda en manos del juez- sí que tendrán que decidir qué hechos consideran probados y, en base a ello, de qué cargos le consideran culpable. En líneas generales, las partes buscan en un jurado personas “con criterios propios y sin ideas preconcebidas”, según analiza la abogada Ana Palacio. En esta caso concreto, no cree que el sexo de sus componentes haya sido determinante para su elección -“quizás en un caso de malos tratos busques la empatía de otra mujer, pero los asesinatos que aquí se juzgan producen repugnancia a cualquier persona”, apunta- y considera que su edad es apropiada, ya que son “gente madura y tienen un carácter más formado para no dejarse manipular por los testimonios en uno u otro sentido”.

Antes de llegar hasta aquí, los once miembros del jurado han pasado por una larga criba. En primer lugar, cada dos años se realiza en Bizkaia un sorteo aleatorio, entre todas las personas inscritas en el censo electoral, para formar una gran bolsa de candidatos. El presidente de la Audiencia calcula cuántos juicios con tribunal de jurado se prevén celebrar en ese espacio de tiempo en el territorio; esa cifra se multiplica por 50 y es el número de candidatos que se eligen. Cualquier persona puede ser miembro del jurado; los únicos requisitos son ser español, mayor de edad, saber leer y escribir, y ser vecino de un municipio del territorio donde se celebra el juicio.

Cuando se fija la apertura de un juicio oral, al menos 30 días antes de que se inicie, se realiza un nuevo sorteo para elegir a los 36 candidatos concretos de esa causa. Junto a la notificación, se les envía un cuestionario en el que puede explicar por qué no quieren ser miembros del jurado. Hay personas que, por ley, no pueden participar en esta institución -los condenados, los detenidos o procesados en un juicio, las personas cuyo trabajo está relacionado con la Justicia como abogados o jueces...- y también existen razones por las que pueden excusarse: ser mayor de 65 años, haber sido miembro de otro jurado en los cuatro años anteriores, tener cargas familiares... “Además, existe una especie de cajón de sastre: personas a las que les dificulte de forma grave su vida personal o familiar”, explica la abogada y miembro de la Junta del Colegio de Bizkaia. El listado de los candidatos, así como sus cuestionarios, se envían a todas las partes. Las películas de Hollywood ofrecen una imagen que dista mucho del sistema que se sigue aquí. “En Estados Unidos las partes llegan incluso a contratar a detectives privados para investigar a los diferentes candidatos y el proceso de selección se llega a prolongar hasta un mes. Aquí no ocurre nada de eso; de hecho, en dos jornadas se realiza toda la selección”, explica Palacio.

En una primera vista se analizan las alegaciones de los candidatos, tanto de incompatibilidad como las excusas; en ella están presentes tanto los candidatos como el juez y las partes. “Mucha gente aduce razones laborales, pero no suelen prosperar”, admite. El miedo a no estar preparado para emitir un veredicto y los trastornos que les genera -bien a nivel familiar o laboral- también son comunes. En esa vista, el juez decide si recusa a alguno de los candidatos.

El último paso llega con la jornada de ayer. Al menos 20 de los 36 candidatos se deben presentar el día de la elección del jurado. En un nuevo sorteo, se llama al primer candidato, que es entrevistado por todas las partes en una nueva vista para decidir si forma parte o no del jurado. Cada una de las partes puede recusar, sin tener que justificarlo, hasta a cuatro candidatos, “simplemente porque no nos gusta o no nos interesa tenerlos entre el jurado”. El proceso se sigue repitiendo hasta conformar los nueve titulares y los dos suplentes que conformarán el tribunal. Ayer, el proceso comenzó más complicado de lo esperado; en dos horas, las partes únicamente habían elegido a uno de los once miembros del jurado. Al parecer, los candidatos no las tenían todas consigo, algo bastante común. “En general, la gente no suele venir con ganas de ser parte del jurado”, admite Ana Palacio. También ha conocido, en el ejercicio de su carrera, el caso contrario: personas que, pese a poder pedir no formar parte del jurado, han preferido hacerlo. “Coincidí con un hombre de casi 80 años que quería participar”, recuerda. Finalmente, el jurado se compuso ayer en tres horas, un tiempo que “entra de lo habitual”.

Batería de preguntas Pero, ¿en qué se fijan los abogados para decidir si un candidato les conviene o no? ¿Qué busca cada una de las partes en los miembros del jurado? La batería de preguntas que se les plantean suelen ir orientadas a descubrir si han realizado un juicio paralelo sobre el caso que deberán juzgar, especialmente en causas como estas, tan mediáticas. ¿Conoce el caso? ¿Qué cree del acusado? ¿Cree que, después de haber visto diferentes pruebas, sería capaz de llegar a otra conclusión basándose únicamente en ellas? “Se busca, sobre todo, que no tenga ideas preconcebidas sobre el caso”, explica Palacio. “Hay personas que no quieren ser jurado y son muy tajantes en que para ellos es, por ejemplo, claramente culpable”. Si no es un caso tan conocido, las partes se basan sobre todo en el tipo de delito cometido. “Se busca que su opinión se acerque a tus intereses”, razona. Así, por ejemplo, si una parte va a utilizar la atenuante de consumo de droga, rechazará a personas muy beligerantes con los consumidores. También se persiguen perfiles de personas con criterio propio, que no se dejen influenciar por otra opinión. “No es bueno en el caso de que un miembro del jurado ejerza de líder”, explica la abogada penalista.

Palacio no cree, sin embargo, que el sexo o la edad sean determinantes. “Se busca más a la persona. En casos como este no creo que una mujer esté más sensibilizada”, admite. Pero sí cree que alguna parte pudiera tener interés, por ejemplo, en que algún miembro del jurado sea extranjero o incluso de la propia nacionalidad de las fallecidas. “Se pueden sentir más identificados con las víctimas”.

Todas las partes, especialmente el fiscal, José María Morales, se mostraron muy didácticos con el jurado, presentándose y explicándoles qué se esperaba de ellos y cómo se iban a desarrollar las sesiones. “Eso es bueno. Cuando se estableció el jurado pecábamos de excesiva rigidez, no habíamos cambiado el chip”, recuerda la letrada. También llamó la atención una de sus componentes, que tomó notas a lo largo de la sesión. “Es buena señal, porque así tendrá todos los testimonios presentes”, finaliza Ana Palacio.