Bilbao - El colombiano acusado de matar y robar a su jefe, Francisco Arandilla, un viudo de 78 años residente en la calle Párroco Unzeta de Bilbao, en mayo de 2011 fue condenado a 22 años y medio de prisión según la sentencia que hizo pública ayer la Audiencia Provincial de Bizkaia. Asimismo, deberá indemnizar a la hija del fallecido con 150.000 euros por el daño moral causado.

La sentencia emitida por los magistrados impone a M. A. S. P., de 39 años, un total de cuatro años y seis meses de prisión por un delito de robo con violencia en casa habitada y uso de armas, a los que se suman otros 18 años por un delito de asesinato. El condenado podrá recurrir la sentencia con un recurso de casación ante el Tribunal Supremo.

Los hechos por los que fue condenado M. A. S. P. ocurrieron el 26 de mayo de 2011, cuando Francisco Arandilla fue apuñalado en el abdomen y degollado, al tiempo que desapareció de su casa una caja de caudales en la que guardaba cierta cantidad de dinero.

El fallo considera probado que M. A. S. P., acudió a primera hora de la mañana a casa de la víctima, "antes de las 9.00 de la mañana" y no a las 9.15 como declaró durante el juicio. El condenado, que trabajaba en casa del Francisco Arandilla ayudándole en las tareas del hogar, sabía que este guardaba dinero en metálico para un viaje que iba a realizar próximamente. Durante su declaración, el acusado dijo que fue a despedirse, pero la sentencia considera su versión "muy poco creíble" porque el margen de tiempo de que disponía "no era excesivo".

Al ser conocido de la víctima pudo acceder a la casa y una vez en el interior, en la cocina, el condenado acuchilló a la víctima en el abdomen y le obligó a ir a su habitación para que le entregara el dinero de la caja de caudales que guardaba en el primer cajón de una cómoda "porque conocía la casa". Según reza la sentencia, "la versión ofrecida por el acusado para justificar la presencia de sangre en sus ropas y en sus manos se ha demostrado falsa en extremos nucleares de la misma".

Posteriormente, cuando la víctima estaba sentada en el sofá de una pequeña sala, el asesino le degolló. Durante su intervención, el acusado dijo que le levantó por las axilas para ver si estaba muerto, pero los peritos policiales desmontaron esta teoría, tal y como recoge el fallo, que acredita que "el cuerpo no se había movido después del crimen".

Después, el asesino se dirigió a casa de su madre, se cambió de ropa y fue al aeropuerto de Loiu, donde cogió un vuelo hacia Colombia. Una vez allí, fue detenido a los pocos días y extraditado a España para ser juzgado.