Ortuella
LA lluvia no se dejó ver ayer por Ortuella. Bastaban las lágrimas calladas de sus vecinos por la muerte accidental del niño de 5 años Pablo, que el pasado lunes se precipitó por la ventana del tercer piso de su domicilio. El accidente tornó de gris mortecino el ánimo de la localidad minera a la que, con esta triste pérdida, la cuesta de enero se le antoja más costosa que nunca.
"Esto es un sinvivir" clamaba ante la fatalidad vivida este lunes un vecino. Sabía bien de lo que hablaba. Un profesor salvó la vida de su hijo mayor, "arrojándole por la ventana", en aquel fatídico accidente acaecido hace 33 años en el colegio Marcelino Ugalde en el que 49 inocentes dejaron un hueco vital que aún hoy pesa como una losa en el ánimo de los ortuellarras. Un suceso que marcó, de manera aún hoy indeleble, la sensibilidad de los vecinos de este municipio de Meatzaldea ante el devenir de los más pequeños del municipio y que hoy reaparece lacerante por la pérdida del pequeño Pablo, el niño de 5 años, alumno disciplinado de San Félix Ikastetxea, quien, siguiendo los paso de su hermana Lucía -alumna de violín en la Casa de Cultura de Ortuella- se había iniciado también en la práctica musical.
"No puedo ni imaginar lo que estará pasando la madre, Anabel, que no dejaba ni un minuto solo al pequeño Pablo", proclamaba una vecina de esta familia a la que la fatalidad arrebató la vida de un "niño tranquilo y muy educado", en palabras de una tendera de la calle Catalina Gibaja, donde reside la familia. "Yo tengo hijos y sé lo que es estar pendiente de sus movimientos. En décimas de segundo te la pueden liar por muy encima que estés de ellos", proclama esta joven madre, cuyo negocio era una de las paradas habituales de Anabel. "Solo puedo mandarle ánimos para que pueda sobreponerse a esta terrible fatalidad".
Media asta Un apoyo ciudadano que también se hizo palpable por parte del Ayuntamiento de Ortuella, cuyo presidente, el jeltzale Saulo Nebreda, reiteraba su congoja "por este trágico accidente" que motivó una reunión urgente de la junta de portavoces. La corporación emitió a primeras horas de la mañana un comunicado oficial en el que tras el trágico fallecimiento de Pablo hicieron llegar su más sentido pésame a sus familiares "a los que nos ponemos a su entera disposición". El decreto anunciaba además la suspensión de todas las actividades previstas para esta jornada teñida de luto en la que la bandera de Ortuella ondeó a media asta. "Queremos transmitir a sus familiares el cálido abrazo de todo el pueblo de Ortuella. Hoy, más que nunca, estamos con vosotros", finalizaba el comunicado oficial.
Más allá de la pronta respuesta oficial, el pueblo de Ortuella reaccionó dolorido por la pérdida del pequeño Pablo. No fueron pocos los establecimientos que bajaron, cuando no apagaron directamente, los equipos de música que acompañan las compras de los vecinos de la localidad minera. "No tengo el cuerpo para música", terciaba la propietaria de un establecimiento cercano al número 5 de la calle Catalina Gibaja, donde anteayer se materializó la tragedia. Un hecho que, por desgracia, ha marcado la vida del municipio en diversos sucesos en los que los niños han sido desgraciados protagonistas. "Este verano se ahogó un niño en las piscinas y ahora esto. Parece que estemos gafados", apunta incrédulo Ángel.
Ikastexe Ajenos a la tragedia, los alumnos más pequeños de San Félix Ikastexea, en cuyas aulas estudiaba Pablo, acudían como cada día a sus clases para seguir con su formación académica y humana. Sin embargo, ayer no fue un día normal y los pupitres, otrora separados por regulares filas, se hicieron uno solo para recordar de manera comunitaria al compañero ausente con dibujos y textos en su memoria a modo de catarsis emocional en un centro diocesano que ha pasado en poco menos de una semana de la alegría por la inauguración de sus nuevas instalaciones a la irreparable pérdida de uno de sus jóvenes alumnos.
La conmemoración tuvo por la tarde como protagonistas a los "mayores", quienes encajaron con pesadumbre el triste suceso que supuso el fallecimiento del pequeño Pablo tras precipitarse a la calle desde su domicilio. Una pérdida que hoy tendrá un nuevo escenario para el recuerdo con la celebración del funeral que tendrá lugar a las 19.00 horas en la iglesia de San Félix Cantalicio, la parroquia dedicada al patrón de la localidad minera.