Los enemigos más comunes de la salud infantil y cómo combatirlos
Las otitis, los mocos, la tos, las picaduras y la dermatitis atópica acaparan la mayoría de consultas al pediatra. Saber cómo tratarlas y la forma de prevenirlas puede evitar males mayores
Buena parte de los cuidados que prodigamos a los niños apuntan directamente a su salud. Saber cuáles son los males que les afectan, cómo reaccionar ante ellos y su prevención son preocupaciones que atañen a padres y madres. La doctora Raquel Fernández, jefa de Pediatría del Hospital Quirónsalud Bizkaia, ayuda a conocer mejor las afecciones más comunes, en su mayoría leves aunque molestas, que provocan las consultas más habituales al pediatra. Estas son las otitis, los mocos, la tos persistente o la dermatitis atópica y las picaduras, sobre todo en verano.
En la infancia, los/as niños/as de corta edad suelen estar expuestos a numerosos cuadros catarrales, la mayoría víricos. Además, “especialmente los peques que están escolarizados, por el mero hecho de tener con otros niños un contacto directo, intenso y cercano (intercambio de chupetes, besos, abrazos…) son más proclives al contagio. Es este un periodo en el que su sistema inmune debe ir madurando conforme van creciendo para defenderse de virus y bacterias”, explica la doctora.
Otitis: Qué es y cómo actuar
Uno de los frentes habituales que requieren atención médica en la infancia, por su frecuencia, es la otitis, una inflamación en el oído que dependiendo de la zona a la que afecte puede ser externa, media o interna. Las más frecuentes en niños son las externas o las medias, pero ¿en qué se diferencian?
La doctora Raquel Fernández detalla que “en la otitis media se inflama el tímpano, detrás del cual suele haber mucho moco o pus, lo que provoca que duela el oído y a veces puede haber sensación de presión, de oído taponado, fiebre y supuración. Mientras que la otitis externa es la inflamación del conducto que va desde la oreja hasta el tímpano. Esta última es más frecuente que se produzca en verano, cuando acuden más al mar o a la piscina, sobre todo por humedad y por no secar bien. Duele de forma intensa al mover la oreja y en este caso no suele haber fiebre”.
La causa más frecuente de las otitis son las infecciones víricas y cuadros catarrales. Si bien no siempre es necesario el uso de antibióticos para tratarlas. “Para curar la otitis media, cuando no hay fiebre, los peques tienen buen estado general, son mayores de dos/tres años y el único síntoma es el dolor de oído, recomendamos tomar ibuprofeno durante dos o tres días como antiinflamatorio y si no fuera suficiente y hay fiebre asociada o malestar general o supura el oído, se valora y recetamos antibiótico. En la otitis externa, además del ibuprofeno oral para el dolor solemos dar tratamiento con antibiótico y antiinflamatorio con gotas”, apunta.
Entre los factores que pueden favorecer su aparición figuran la humedad repetida en el oído en las otitis externas y en las medias, sobre todo las repetidas infecciones respiratorias o cuadros catarrales.
Para intentar disminuir las otitis lo más importante, según la doctora Raquel Fernández, es “cumplir con el calendario de vacunación, evitar el humo del tabaco y los ambientes contaminados, así como sonarse bien los mocos y hacer limpiezas nasales si son bebés.
Mocos: ¿Señal de algo más serio?
Cualquier irritación en la nariz provoca moco, que es “solo una defensa contra los gérmenes, virus, bacterias, la polución… para impedir que pasen al resto de las vías respiratorias”, indica la jefa de Pediatría del Hospital Quirónsalud Bizkaia. En sí mismos, los mocosno indican gravedad, lo que habría que atender es a otros síntomas asociados a ellos como la fiebre alta, dificultad respiratoria o mal estado general.
A este respecto, una señal de gravedad puede ser el moco verdoso, muy espeso y maloliente en un solo orificio de la nariz, ya que “es un signo de que el pequeño se ha podido meter un cuerpo extraño en la fosa nasal que ha quedado allí alojado”, especifica.
Para los más pequeños que no saben sonarse, los lavados nasales con suero son recomendables e incluso la aspiración de secreciones, con objeto de que puedan respirar bien y así comer mejor, por ejemplo. Si bien no hay que hacerlo con una periodicidad concreta. “Lo ideal es intentar que tengan siempre la nariz limpia”, subraya la pediatra, al tiempo que aclara que “el moco acumulado puede favorecer una otitis pero, en sí mismo, no provoca bronquitis, como se suele creer”.
Tos persistente: Cuándo preocuparse
Con los mocos suele estar relacionada muchas veces la tos, otro mecanismo de defensa para movilizar y sacar el moco. Si esta dura más de tres o cuatro semanas se puede considerar persistente. Y si además asocia fiebre alta durante tres o cuatro días y tos en aumento, habría que consultar al pediatra.
Cuando aparte de la tos hay dificultad para respirar, dolor en el pecho o bien la tos es muy repetida y produce vómito, al igual que si se escucha pitido, silbido u otros ruidos al respirar, puede ser un síntoma de asma infantil. O bien la tos que sucede solo durante el ejercicio o únicamente por la noche… En este sentido procede "hacer una valoración con el médico, una exploración para determinar si es asma", apunta la jefa de pediatría del Hospital Quirónsalud Bizkaia.
Para aliviar la tos, la pediatra aconseja beber bastante líquido, ya que ayuda a purificar las secreciones, que el ambiente no sea muy reseco y una buena ventilación de las habitaciones. En este sentido, en pediatría apuestan por evitar los jarabes para la tos, sobre todo en menores de 12 años. “En teoría, la tos desaparecerá sola”, sentencia la doctora Fernández.
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Picaduras: Prevenir para no rascar
En épocas como la primavera y el verano, el riesgo de picaduras de insectos acecha a los/as niños/as, sobre todo por parte de mosquitos, seguidos de lejos por las avispas, abejas o por alguna araña. Y en el mar, las picaduras de medusas. La atención médica no suele ser necesaria a menos que exista una infección de la propia picadura o una reacción exagerada de anafilaxia con hinchazón general, por ejemplo.
“Si a las 24/48 horas, la picadura está cada vez más roja o inflamada o bien puede aparecer una ampolla, lo ideal es consultar con el pediatra para valorar si se trata de una reacción intensa a tal picadura o bien si esa picadura inicial se ha infectado, porque las características en ambos casos son parecidas”, advierte la doctora. Ante una reacción local intensa, la solución está en una crema antiinflamatoria y un jarabe antihistamínico, indica. Y en el caso de varias picaduras a la vez con mayor reacción, de avispas por ejemplo, o de reacción de tipo anafiláctica, con inflamación de los labios o hinchazón de la cara, sí recomienda acudir a urgencias. Pero esta última no es frecuente en pediatría, según confirma la doctora.
A su modo de ver, los primeros cuidados en casa tras una picadura han de consistir en “lavar la zona con agua y jabón, secar bien y aplicar un antiséptico tópico como la clorhexidina para evitar que se infecte. Y, por supuesto, tener cuidado con las uñas al rascarse, llevarlas cortas, y mantener las manos limpias. También alivia el picor aplicar algo fresco en la zona de la picadura”.
En cuanto a su prevención, es preferible optar por repelentes de insectos naturales como la citronela, en pulseras o bálsamos. Y como medidas físicas generales en lugares donde hay muchos mosquitos, véanse las cercanías de un río o de un pantano, cubrir el cuerpo y dormir protegidos con mosquiteras en las ventanas o en la tienda de campaña. Además, con niños más mayores se puede recurrir a repelentes químicos en spray o de enchufar.
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Dermatitis atópica: Cuidados diarios
La dermatitis atópica comienza en la infancia, va unida a la madurez del sistema inmune, y es en esta etapa cuando tiene más síntomas. Consiste en una inflamación de la piel en la que esta se muestra más seca, a falta de humedad o hidratación, enrojecida y más reactiva ante cualquier agente externo. Al estar más seca e irritada, pica y puede conllevar lesiones de rascado, es decir, puede infectarse por el rascado.
Si bien puede ser generalizada por todo el cuerpo, lo más habitual es que afecte a zonas concretas, como las flexuras de los brazos (muñecas y codos) y las rodillas, por la parte de detrás.
Ante un problema de dermatitis atópica, los cuidados diarios recomendables para prevenir brotes consisten en hidratar la piel con cremas emolientes, hidratantes, específicamente formuladas para estas pieles, intentar utilizar ropa interior de algodón, no utilizar detergentes o suavizantes o lejías muy agresivos para limpiar la ropa, evitar abrigar en exceso a los niños para que no suden más, lo cual empeora la dermatitis atópica, y optar por ducha o baño corto. Y en caso de que eso no sea suficiente, hay que consultarlo con el pediatra.
En respuesta a una duda consultada habitualmente, la doctora Raquel Fernández considera que “el baño en el mar puede ir bien pero acto seguido hay que aclarar bien la sal, igual que el cloro de la piscina”. Sin olvidar que el estrés es también un proinflamatorio que puede empeorar este problema de la piel, especialmente entre adolescentes.
En cualquier caso, “el pediatra puede tratar la dermatitis atópica cuando se aprecia un brote repetido o uno nuevo”, asegura. Y si es una dermatitis atópica muy intensa que no va bien con los tratamientos habituales tópicos o si existe alguna duda o complicación, este profesional enviará al niño al dermatólogo.