Las enfermedades neurológicas afectan a más de siete millones de personas en el conjunto del Estado, lo que representa al 16% de la población.

Entre ellas, el ictus y el alzhéimer son algunas de las más prevalentes y devastadoras.

El ictus, por ejemplo, es la segunda causa de muerte en el país y la primera entre las mujeres. A su vez, nueve de las quince enfermedades más comunes entre las personas con discapacidad reconocida en España son de tipo neurológico, como el párkinson, la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) o la migraña.

La migraña, de hecho, es, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la segunda dolencia más frecuente de la humanidad después de las caries. Sin embargo, a pesar del peso de estas cifras, el cuidado del cerebro sigue sin recibir la atención que merece.

El neurólogo Jesús Porta-Etessam lo define como "el órgano más importante del cuerpo", y subraya que más del 80% de los ictus y más del 30% de los casos de alzhéimer podrían evitarse con hábitos de vida saludables.

Cómo mantener el cerebro sano

El problema radica en que pocas personas conocen cómo cuidar adecuadamente su cerebro. "Vivirlo, usarlo, conocerlo y cuidarlo es algo fundamental a todas las edades", explica Porta-Etessam. Por ello, es vital fomentar los llamados hábitos cerebro-saludables.

Entre estos hábitos, el primero es mantener la mente activa. Leer, escribir, resolver crucigramas, memorizar números, jugar al ajedrez, aprender un idioma o realizar actividades manuales son ejercicios que estimulan el cerebro y favorecen la neuroplasticidad, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse y crear nuevas conexiones.

Chica sonríe mientras aprovecha su tiempo libre para leer un libro relajada en el sofá de su casa Freepik

Hacer deporte

Además, la actividad física regular es indispensable. Evitar el sedentarismo con paseos diarios de al menos 30 minutos o practicando algún deporte tiene efectos beneficiosos no solo sobre el cuerpo, sino también sobre el cerebro. El ejercicio físico mejora la circulación cerebral, reduce la inflamación y estimula la producción de neurotransmisores implicados en el bienestar emocional.

Otro pilar fundamental es mantener relaciones sociales y afectivas. La incomunicación y el aislamiento aumentan el riesgo de deterioro cognitivo. Compartir tiempo con familia y amigos, conversar, reír y sentirse acompañado son formas de mantener el cerebro emocionalmente sano.

Dieta equilibrada

En el ámbito nutricional, se recomienda una dieta equilibrada, rica en frutas y verduras, y baja en grasas animales y sal. El exceso de estos elementos está asociado a un mayor riesgo de enfermedades vasculares que afectan directamente al cerebro.

Asimismo, es esencial evitar el consumo de alcohol, tabaco y drogas, así como procurar un descanso adecuado de al menos ocho horas por noche. El sueño es un mecanismo reparador que permite al cerebro consolidar la memoria y eliminar toxinas.

Finalmente, el control de la hipertensión —principal factor de riesgo del ictus— y la protección física del cerebro (por ejemplo usando cinturón de seguridad en el coche y casco en la moto) también forman parte del cuidado integral de este órgano vital.

Cuidar el cerebro no es solo una cuestión de longevidad, sino de calidad de vida. Apostar por hábitos saludables desde edades tempranas puede marcar la diferencia y prevenir sufrimientos futuros.