Hoy en día nadie duda de que el deporte es fundamental en el desarrollo de una buena salud física y mental. Una actividad física adecuada es un factor preventivo para enfermedades comunes como las cardiovasculares y la diabetes, entre otras. A su vez, la interacción y retroalimentación de algunas de éstas con los procesos patológicos de la cavidad oral ha sido confirmada científicamente. De este modo, por ejemplo, hay evidencia de que cuando la diabetes está descontrolada empeora la enfermedad periodontal y a su vez, si empeora la enfermedad periodontal, la diabetes se descontrola. El organismo es la concatenación de muchos eslabones, que hacen que la cadena sea sólida y funcione bien cuando cada uno de sus elementos está a punto.

También se ha investigado la repercusión que las infecciones asociadas a la mala salud oral pueden tener en las lesiones musculares y articulares, así como con la reducción en el rendimiento de los deportistas.

Pero más allá de la influencia que el bienestar de sus bocas tiene para los deportistas, hay que tener en cuenta los posibles efectos indeseados que el deporte puede tener a nivel de la cavidad oral. Y no se trata de dar crédito a los sedentarios y dar pábulo a una de sus oraciones favoritas, “del deporte también se sale”, siempre en tintes cómicos, por supuesto.

Los deportes y juegos de contacto tienen el riesgo inherente de traumatismos y fracturas óseo-dentarias: “dental palo, tal astilla”. En este sentido, la normalización de los protectores bucales ha reducido en gran medida las complicaciones asociadas a los posibles impactos.

Los deportes acuáticos han sido relacionados con alteraciones dentarias, como las erosiones dentales por contacto con las aguas cloradas. El ambiente químico que se determina en el agua de las piscinas favorecería el desgaste de los tejidos dentarios. Este efecto es dependiente del tiempo de contacto con el medio acuático, así como del pH del mismo y el procedimiento empleado para su cloración. El enjuague con agua dulce tras la práctica deportiva podría reducir los efectos erosivos indeseados.

Del mismo modo, la nutrición deportiva puede tener un gran impacto en la salud bucal debido al consumo de suplementos en forma de bebidas, barritas energéticas y geles. La exposición dental a alimentos ricos en carbohidratos y con características ácidas aumenta el riesgo de erosión dental y caries dental, especialmente ante situaciones de deshidratación y mala higiene bucal.

Este año, París será el punto de reunión para muchos deportistas y la preparación y el esfuerzo para llegar a una cita tan importante seguro que han sido extenuantes. Cualquier detalle, por mínimo que sea, puede ser determinante en el resultado logrado. Por ello, de la misma manera que se calientan y estiran los componentes musculares, los atletas deberán cuidar sus estructuras orales para que las complicaciones a este nivel no frustren sus sueños, siendo las maniobras preventivas de máxima relevancia y entre ellas la medalla de oro, una boca higienizada “o-limpiada” adecuadamente, por supuesto pidiendo disculpas por esta licencia lingüística.

Una boca sana es clave para el buen rendimiento deportivo. Codbi

Entre el 13 y el 39% de los traumatismos dentales están relacionados con el deporte

El Consejo General de Dentistas y la Fundación Dental Española (FDE) han presentado la Campaña Salud Oral y Deporte, una iniciativa en la que también ha participado la Sociedad Española de Odontología del Deporte (SEOD) y en la que se han inscrito más de 922 clínicas de todo el Estado.

En la web https://saludoralydeporte.es/ se puede encontrar información, vídeos y material específico dirigido a dentistas y a ciudadanos que practiquen deporte de forma habitual o profesional.

En la presentación, el doctor Óscar Castro, presidente del Consejo General de Dentistas, recordó que “la salud oral, como parte fundamental de la salud general, influye directamente en el rendimiento deportivo. De hecho, algunos problemas de origen bacteriano como la caries y la enfermedad periodontal pueden originar patologías cardiovasculares, inflamación y lesiones musculares. Asimismo, factores funcionales como la maloclusión y las alteraciones en la articulación temporomandibular derivan en cambios de la potencia muscular, generan problemas musculares, cambios en el apoyo plantar etc. Es decir, incrementan el riesgo de lesión, a la vez que contribuyen a una disminución del rendimiento”. 

Por otro lado, entre el 13 y el 39% de todos los traumatismos dentales están relacionados con el deporte. Los más frecuentes son la laceración de tejidos blandos, contusiones, fracturas coronarias y radiculares, avulsiones, fracturas dentoalveolares y luxaciones mandibulares. Por eso es tan importante el uso de medidas preventivas como cascos, protectores bucales y otros equipos de protección, que reducen el impacto sobre el deportista y, por tanto, de las lesiones. “Actualmente, las técnicas están muy avanzadas y los protectores son más cómodos, seguros y fáciles de usar”, ha declarado Castro. 

Como muestra de ello, la FDE -con la colaboración de la SEOD- ha realizado los protectores bucales de seis jugadores internacionales de la Selección Española de Hockey y a Adriana Cerezo.

Por su parte, el doctor Manuel Máiquez, presidente de la SEOD explicó que, aunque el dispositivo por excelencia del odontólogo deportivo es el protector bucal, “no debemos olvidar las placas optimizadoras y las férulas deportivas. Con ellas podemos readaptar la postura desde la masticación para que el paciente no sufra sobrecargas en distintas partes del cuerpo, sobre todo, a nivel de extremidades provocadas por una maloclusión”. 

Igualmente, subrayó el papel fundamental del dentista en el diagnóstico del paciente, y en la prescripción y realización de cualquier dispositivo oral, al tiempo que reclamó que “todas las federaciones deberían contar con un odontólogo deportivo en sus equipos que velara por la salud bucodental de los deportistas”.

Recomendaciones para deportistas

Tanto los deportistas de élite como los “amateur” necesitan cumplir unas pautas básicas para mantener una buena salud oral. En el caso de ser profesionales, estas normas pueden ser más estrictas, según su situación:

  • Cepillarse los dientes, al menos, 2 veces al día durante 2 minutos (30 minutos después de la ingesta en caso de ácidos) con pasta fluorada. 
  • Visitar al dentista, al menos, una vez al año, dependiendo del riesgo de patologías. 
  • Llevar una dieta saludable, limitando los alimentos y bebidas con alto contenido en azúcares.
  • Evitar el tabaco y el alcohol.
  • Usar protector bucal en caso de practicar deportes de contacto.
  • Asegurarse de que cualquier prescripción farmacológica de uso odontológico sea compatible con el ejercicio físico y, cuando compita, con las políticas antidopaje.