Expertos de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) destacan que existen diversas medidas para prevenir las complicaciones y mejorar la calidad de vida de las personas que padecen la Enfermedad Venosa Crónica (EVC), conocida como varices, entre las que están: los cambios en los estilos de vida evitando el sedentarismo, la terapia compresiva o la terapia farmacológica.

La primera de las recomendaciones, los cambios en el estilo de vida incluye evitar el sedentarismo, realizar ejercicios que mejoran el retorno venoso, evitar el estreñimiento, adaptar el calzado a la bóveda plantar y respetar la dinámica normal del pie, así como evitar exposiciones prolongadas al calor en las piernas, procurar una dieta saludable que consiga un peso ideal, evitar la bipedestación y sedestación prolongadas y reposar con los pies elevados, durante 30 minutos, tres o cuatro veces al día.

Según los especialistas, todo ello debe complementarse con la realización de descanso nocturno en la misma posición, estableciendo una diferencia de altura entre los pies y la cabeza de unos 15 centímetros, además de con duchas frías que ayudan a reducir el volumen del pie, del perímetro del tobillo y de los síntomas subjetivos, debiendo realizarse con recorrido ascendente (de tobillo a ingle) por la cara interna de la extremidad.

El uso de la terapia compresiva (uso de las medias elásticas) es de ayuda, al ejercer presión en las piernas para facilitar el buen funcionamiento del sistema venoso y para que la sangre ascienda de forma correcta. En este apartado es importante tener en cuenta las características de cada persona y consultar al médico de familia para la mejor opción.

Los expertos también inciden en que otro punto muy importante es la terapia farmacológica que puede mejorar los principales síntomas en cualquier etapa de la EVC, según la evidencia científica actual, añadida a la terapia compresiva. Finalmente está el tratamiento quirúrgico que puede ser necesario en algunos casos con diferentes técnicas.

Incidencia

Este problema afecta principalmente a la población caucásica en un 30-50 por ciento en las mujeres y en un 10-30 por ciento en los hombres, con menor prevalencia en asiáticos, hispanos y afroamericanos. Los factores de riesgo que se asocian con mayor frecuencia al desarrollo de la EVC son la distribución genética familiar, edad, género o raza/etnia, los cuales se pueden considerar no modificables, mientras que otros pueden modificarse en mayor o menor medida como la obesidad, el sedentarismo, la exposición al calor, el uso de hormonas, el embarazo o la alimentación.

En opinión de los expertos, se trata de un verdadero problema de salud pública y no un problema estético solo, ya que se asocia a un aumento de la enfermedad cardiovascular .