La existencia de inestabilidad y, en consecuencia, la aparición de caídas, es uno de los síndromes geriátricos más frecuentes en las personas mayores. Presenta consecuencias muy importantes y, a menudo, pasa desapercibido porque en muchas ocasiones el propio paciente no menciona que se ha caído.

Oihana San Juan. Fisioterapeuta. IMQ IGURCO UNBE IMQ Igurco

El riesgo de caídas aumenta con la edad. El 30% de personas mayores de 65 años autónomas sufre al menos una caída al año. El porcentaje aumenta hasta el 50% en mayores de 80 años. Además, dos terceras partes de las personas mayores que se caen, sufrirán una nueva caída en los seis meses siguientes al primer evento.

La pérdida de estabilidad en el paciente mayor está relacionada con cambios en la función propioceptiva, vestibular (equilibrio) y visual integradas en el cerebelo, pero también con la situación cognitiva y la función musculoesquelética.

El envejecimiento puede acompañarse de problemas visuales (disminución de la agudeza visual y cataratas, entre otras), hechos que se relacionan con entre el 25 y el 50% de las caídas. La alteración en el oído interno se traduce en una pérdida de capacidad para mantener el equilibrio durante el movimiento y un enlentecimiento en las reacciones de enderezamiento, imprescindibles para tener una respuesta rápida tras un desequilibrio.

La pérdida de sensibilidad propioceptiva y la disminución de la masa muscular (sarcopenia), también favorecen la aparición de más caídas.

Existen otros factores de riesgo, como son el deterioro cognitivo, patologías cardiacas y patologías degenerativas articulares (deformidades de los pies, artrosis...) que alteran el centro de gravedad y, por tanto, modifican la postura estática. 

Como consecuencia, es frecuente que el mayor adopte una postura rígida, con tendencia a la flexión, pasos cortos y lentos, giros en bloque y disminución de los movimientos complementarios (oscilación de miembros superiores); hechos que pueden traducirse en una marcha insegura, con mayor riesgo de caída. Además, existen factores extrínsecos, tales como domicilios con barreras arquitectónicas y algunos tratamientos farmacológicos, que están en estrecha relación con un riesgo de caídas aumentado. Por ello, el abordaje debe ser multidisciplinar, para preservar la máxima movilidad, reduciendo a su vez, el riesgo de caídas.

CONSECUENCIAS DE LAS CAÍDAS

• Físicas: contusiones, heridas y fracturas que provocan una pérdida importante de las capacidades funcionales, imprescindibles para realizar las actividades de la vida diaria.

• Psicológicas: miedo a volver a caer (síndrome postcaída), con los consiguientes cambios en su comportamiento, como disminución de la actividad física diaria y social.

• Mortalidad: la posibilidad de fallecer por cualquier causa se duplica en los dos años siguientes a una caída con respecto a los mayores que no se caen, sobre todo en mujeres.

ABORDAJE Y BENEFICIOS DE LA FISIOTERAPIA

• Análisis precoz del tipo de marcha, velocidad y equilibrio mediante escalas validadas, para determinar el riesgo de caídas de cada persona.

• Correcta elección de productos de apoyo para la marcha (andadores, muletas, bastones…) para una mayor estabilidad y una marcha más segura.

• Programas individualizados de tonificación muscular, flexibilidad y reeducación de la marcha y equilibrio, para restaurar el rendimiento funcional.

• Formación para levantarse del suelo tras una caída. Estar mucho tiempo tendido en el suelo tras una caída aumenta, en ocasiones, la tasa de complicaciones.