Desde Arantzazu, basílica levantada por Francisco Javier Saenz de Oiza y Luis Laorga, aunque es famosa por la huella de Oteiza en sus 14 esculturas de apóstoles, las puertas de hierro de Chillida y las pinturas de Basterretxea, parten varios senderos de montaña entre los que destacan los que cubren la Ruta llamada de los Contrabandistas.
Parte de Arantzazu y de los pastos de Urbia y, desde allí, hasta la magnífica crestería caliza de Aizkorri y en un entorno natural de excepción como el Parque Natural Aizkorri-Aratz. Esa es la zona que abarca la Ruta de los Contrabandistas, un paseo de 13,20 kilómetros, a cubrir en algo menos de cuatro horas y media, por el Parque Natural de Aizkorri–Aratz, en el entorno de la basílica y en el término municipal de Oñati, en la comarca del Alto Deba.
La PR-GI 3004, que cuenta con un desnivel de 580 metros, se inicia y concluye en Arantzazu, y cuenta con una dificultad media. Del mismo modo que el agua mueve y desgasta las rocas de manera inadvertida, se desenvolvían los contrabandistas en esta zona cárstica, y lo hacían con naturalidad, ya que conocían mejor que nadie las cuevas, los caminos y el arbolado del lugar.
Actualmente el caminante no podrá perderse, ya que el recorrido está señalizado claramente. Destacan en él Bellostegi y Aitzabal, que no cuentan con mucha altura pero, por su localización, ofrecen una amplia panorámica, especialmente de la basílica, que está situada enfrente, y la surgencia de Iritegi. Se encuentra en el entorno cárstico de los alrededores de Arantzazu, y de ella mana agua continuamente.
El paseo incluye una visita a San Juan Artia, asentada en una altiplanicie junto a la Calzada de Calahorra. Fue ermita, venta, caserío y lugar de salteadores, arrieros y contrabandistas. Hoy, solo unos pocos restos nos evocan un pasado cargado de historia. Como la que cuenta que el barrio Madina servía a los contrabandistas para guardar los objetos que movían por la zona, y las cuevas de Arrikrutz, con su miles de años de historia geológica.